Crítica

Tachas 523 • Calor • Alejandro Badillo

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Alejandro Badillo

 

El calor, en tiempos de crisis climática, se vuelve un enemigo que nos acecha lentamente. Las calles arden, el asfalto parece derretirse. Las temperaturas altas nos adormecen y entorpecen nuestros pensamientos. Hay, incluso, algo peor: la noche calurosa que se acerca a la experiencia diurna. Nos estancamos en un mismo metabolismo: 24 horas cada vez más uniformes. El calor perenne es una metáfora de la hiper-productividad, es una luz que nunca termina. Con poca variación en la temperatura, el cuerpo no puede descansar y la persona experimenta un insomnio nuevo, sobre todo si no dispone de aire acondicionado. A esto le llaman “estrés térmico por el calor”. De esta manera, tenemos a millones, prisioneros en sus camas, luchando contra algo que no se puede derrotar. ¿Qué se piensa cuando no se puede dormir por el calor? Las ideas pueden aglomerarse en la mente, son peces en agua densa y tibia. El calor puede ser una bestia brillante, una puerta que se agranda lentamente y que te termina engullendo. Estamos familiarizados, por supuesto, con las alucinaciones de los viajeros perdidos en el desierto. Agotados, sin agua disponible, dedican sus últimas fuerzas a imaginar, a tener epifanías en las que se asoman, por unos instantes, a su propia muerte. Los espejismos provocados por el calor aceleran teorías y crean una falsa seguridad, un envanecimiento que se transforma, con rapidez, en veneno. Tenemos alucinados por el calor y sus ficciones son una variante de la locura.

A pesar de que Europa sufre olas de calor (como la del 2003 que causó más de 70 mil muertes en el continente, particularmente en Francia). se asocia el clima tórrido a Medio Oriente. Esta idea, por supuesto, parte de una construcción imaginaria, un estereotipo analizado por Edward W. Said en su extenso ensayo Orientalismo. Ahora, sin embargo, el exotismo y fascinación de lo árabe se han convertido en amenaza para los blancos europeos. El calor, entonces, es una proyección de las fobias de Occidente. Quizás, esta locura estuvo presente en la visión paranoica que tuvo el escritor reaccionario francés Renaud Camus, autor de una famosa teoría de la conspiración: “el gran reemplazo”. Según esta febril historia, está en curso una eliminación gradual de la población blanca por migrantes de Medio Oriente, África y otros países. Todo esto ocurre con la complacencia de los grandes oligarcas mundiales que usan a los extranjeros, como mano de obra barata, entre otras labores. Camus cuenta que tuvo esta epifanía en 1996 cuando viajaba por la región de Hérault para redactar un libro sobre el lugar que colinda con el Mar Mediterráneo. Mientras recorría una ciudad medieval, el autor contempló a varias mujeres árabes con las caras cubiertas con velos y asomadas en las ventanas. Ahí surgió el miedo al extranjero y, en particular a la mujer de otra cultura que exploró, entre otros, el historiador Jean Delumeau. Algunas derivas ficcionales son el calor que te sumerge en laberintos mentales, procesos llenos de locura que, en el peor de los casos, le prenden fuego al odio.




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Alejandro Badillo (CDMX, 1977) es narrador, ha publicado tres libros de cuentos: Ella sigue dormida (Fondo Editorial Tierra Adentro/ Conaculta), Tolvaneras (Secretaría de Cultura de Puebla) y Vidas volátiles (Universidad Autónoma de Puebla); y la novela La mujer de los macacos (Libros Magenta, 2013).

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