Tachas 523 • Ese pedazo de conciencia • Absalom Ávalos
Absalom Ávalos
So la morra, o morro, ya no me acuerdo, vino y me puso una tarea. Era muy buena en lo que hacía. Empezó a sentir algo dentro, y la verdad nada más quedaba un poco de calor en mí, ella se quiso abrazar, es decir, entablar una comunicación con aparente profesionalidad. No sabía bien qué decir, las palabras son palabras. No me malentiendan, creo que no le tenía miedo, es decir, los güevos son ovarios, los ovarios son güevos. El erotismo es un poder para quien lo posee, no sé cómo decirlo de otra forma; el billete es una simple transacción, los acuerdos, las disputas, pero sobre todo, el miedo y el erotismo juntos; es una tristeza lo que hay detrás, y me mama saber lo que hay detrás, casi siempre, no por las circunstancias, sino por la condición humana.
So mi supervisora, o lo que sea, llegaba y caía siempre de cara al suelo, y gritaba y por todos sus medios trataba de rozar una piel con otra, o ser entendida, por qué, por qué no. Me enganché en esa emoción, en esa rutina, alguien te grita y tú respondes en la cabeza casi siempre con algo mejor, pero como toda respuesta cae inútil como una piedra encima.
So la morra, o morro, pensaba que me tenía en su mano. No puedes agarrar un pájaro por mucho tiempo, o sí, lo que quiero decir es que aparte del erotismo y el miedo, el último factor es la muerte. Y me mama la condición humana, pero bueno, para qué les sigo diciendo.
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Absalom Ávalos (Guadalajara) Filósofo migrante.
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