Experimental

Tachas 529 • En busca del texto perdido • Jeanne Karen

IA

Jeanne Karen

 

Escribí el texto de hoy, es decir, lo escribí antes, era distinto, lindísimo, sobre consejos para jóvenes escritoras, pero por cuestiones del destino y caprichos de la tecnología, se borró por completo, no pude rescatar ni siquiera el título. Lo que recuerdo bien es la intención.

Pero ahora escribo nuevamente, desde la desilusión, desde el hecho de permitirnos poner toda nuestra fe en una simple máquina y que las cosas terminen mal.

¿A quién le ha pasado?, ¿qué tanto de nuestras vidas, deseos y esperanzas estamos dispuestos a depositar en las máquinas?, ¿será para bien?

Es tiempo de pensarlo, de hecho era uno de mis temas para este domingo. Ha estado dando vueltas en mi cabeza la cuestión de la Inteligencia Artificial y el rol, que desde hace relativamente poco tiempo, está jugando en el plano de lo creativo. Muchas personas alrededor del mundo ya han sentido directamente cómo está afectando sus actividades, sobre todo en lo económico. 

Parece que nos llegó el momento de desarrollar una nueva legislación que nos permita seguir laborando en nuestros campos, pero sin tener el temor de que nuestras aportaciones sean puestas en segundo plano. Todo apenas sucede, pero también avanza muy rápido. Me pregunto qué pasaría si por ejemplo los actores, de alguna manera, se convirtieran en los dueños de su imagen, de sus avatares y todo lo que deriva de su persona y su trabajo, seguramente las grandes compañías cinematográficas, televisivas y de streaming tendrían que seguirles pagando como es lo justo. 

Quizás los escritores deberíamos, en un futuro próximo, registrar nuestro estilo, nuestra voz, además de lo obvio: nuestra obra que ya está escrita y publicada. De esa manera, si alguien quiere tener un texto que se parezca o que sea como el de algún autor, tenga que pagar también algún tipo de derechos. No sé todavía, tal vez es muy pronto para pensarlo o ¿ya es hora?

Por lo que he visto en los últimos meses, la Inteligencia Artificial crece a una velocidad impresionante. Por otro lado, culpo a mi computadora por ser lenta, pesada, obsoleta y que no tenga la suficiente inteligencia –precisamente-, como para a pesar de mis errores, poder guardar lo que escribo.

La odio y la amo en este momento, tengo sentimientos encontrados. Si se da cuenta que voy a cometer una estupidez, ¿por qué será que no tiene la mira como para evitarla o revertirla? 

¿Hasta dónde serán capaces de discernir, de hacer algo por nosotros, sin nuestra mano, sin nuestra supervisión? 

Todavía estamos lejos de dejarles del todo, las actividades que realizamos en nuestro trabajo, en nuestro hogar, en general, en nuestras vidas. Parece que falta mucho por abarcar: la intuición, la creatividad, la espontaneidad, el sentido del humor, las emociones. Si bien pueden definir lo anterior, no veo que tengan la capacidad de aplicarlo. Si fuera así, no estaría en este momento, a esta hora, tratando de escribir de nuevo mi columna, con el mismo tono, un poco más ácido que de costumbre y con un tema diferente, que surgió por la necesidad de compartir mi enojo.

Sin embargo no todo está perdido, sin buscar aprendí algo nuevo, no confiarme demasiado, ser precavida, en fin, seguir siendo humana.




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Jeanne Karen 
(San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).

Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).

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