Tachas 552 • El mundo de lo simbólico • Jeanne Karen
Jeanne Karen
El último día del año recibí una señal, algo que llegó para poner en jaque mi estado de salud, no tan difícil de tratar de sí de cuidar; tengo que estar atenta a lo que siento.
Entonces, después de pasar unas horas en la sala del hospital, inevitablemente me puse a pensar en otros temas, de todo un poco en realidad, en parte para distraer a la mente del dolor y en parte porque siempre gozo de esos diálogos internos conmigo misma, de ahí surgen las ideas para escribir, principalmente para adelantar el trabajo de la columna.
Recordé la primera vez que me llamó la atención el mundo simbólico, no fue por algún amuleto, ni siquiera por una lectura de cartas, lo primero que asocio con ese mundo es en realidad la esfera simbolista de la poesía. Claro, como poeta, debe ser obvio que de ahí provenga mi visión. Sin embargo, con los años he añadido más elementos a mi lista en ese sentido, por ejemplo he tenido el gusto por otras lecturas, pienso en un librito que encontré, sobre la interpretación de los sueños, tiene un nombre sencillo, quizás ese: Interpreta tus sueños o algo similar.
Pasé de maravillarme con la asociación de imágenes de los poemas de Baudelaire o de Rimbaud a la lectura del café, las consecuencias del uso de un tipo particular de piedra o de metal, los números, las claves en el lugar y en el tiempo.
El último día del año obtuve una llamada de atención, un señalamiento luminoso, una frase subrayada en rojo, ¿qué me depara el año que comienza, qué pasará en el 2024?, ¿será tan cruel como el año pasado o habrá cambiado algo en la suerte, en mi suerte particular?
Me hace falta una lectura de Tarot, solamente tres veces en la vida me echaron la baraja española, dos veces me hicieron lectura de mano; siempre había algo fuerte que marcaba mi destino, no quise ignorar las señales, como no pienso hacerlo ahora mismo, más cuando han sido tan evidentes.
Año nuevo, vida nueva, me quedó claro, clarísimo, debo cuidarme más, atender lo urgente, lo necesario y dentro de ese concepto debo seguir escribiendo, lo sé, la literatura no se detiene, menos la poesía, es como una avalancha que arrasa todo a su paso, viva, pesada, poderosa.
Me gusta atender lo que se manifiesta, las señas en donde se encuentren, en el cielo, en un libro, en un pequeño verso, las combinaciones de números: esas claves secretas del universo. Recuerden el poema Canción al prójimo de Hugo De Sanctis, poeta argentino, que dice:
Soy un agregado de lo que ha existido sin mí,
solícito y maduro.
Luego que los vientos pesados
carguen con lo que quede
y que la tenaz espuma se deshaga
y vuelva a construir
sobre mi íntima dureza.
Y adiós gravedad, adiós fragmentos, valijas,
formas huesudas que un día ocupé
queriendo ser eterno y no pude.
Esos huesos como runas me representan, como la Tirada de dados, quizás no voy a abolir al azar, al destino, pero si estaré atenta a cada prueba. Que cada poema sea la casa de los símbolos, el ruido eterno del signo, la palabra que se constituye a sí misma mil veces ante los mismos ojos e inevitablemente cada vez tiene otro efecto.
***
Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).
Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).
[Ir a la portada de Tachas 552]