Crítica

Tachas 557 • Narcocorridos: los cantos de guerra • Ana Karen Flores Estrada

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Ana Karen Flores Estrada

El corrido es un género musical característico de México; según Lara (2003), con el corrido se expresó mucha de la historia del país que afectó la vida de los mexicanos. A diferencia del corrido, los narcocorridos son composiciones musicales que exaltan el mundo del narcotráfico. El narcocorrido es un género independiente del corrido mexicano, posee características de este, pero se enfoca, como su nombre lo indica, a narrar sucesos que tienen que ver con el narcotráfico.

Pero ¿de qué hablan los nuevos narcocorridos denominados del Movimiento Alterado? En sus inicios, los corridos cantaban hechos que ocurrían en la vida del pueblo mexicano; no obstante, como consecuencia de la guerra contra el narcotráfico en México en el año de 2006, los narcocorridos de hoy son un canto de guerra, según lo expone Ramírez Pimienta (en Jiménez 2011, p. 4): “Si el país se hiperviolentó en los pasados cuatro años, el narcocorrido también lo hizo […] lo que tenemos ahora son cárteles encontrados, tratando de entrar al territorio de los otros. Lo que tenemos son, básicamente, cantos de guerra”. Estos nuevos narcocorridos se encuentran en la frontera de ser canciones de guerra o canciones de moda, pues, de acuerdo con Fellay (2014), el dinamismo que trae consigo la narcocultura se debe a la yuxtaposición entre el mundo de la violencia real y el de la violencia imaginaria, entre la ingenuidad y el peligro real. Su temática se justifica a través del tema de la narcocultura. Ramírez Pimienta (2011) menciona que son una especie de crónica, pero también una fuente de información que ayuda a dar sentido a la hiperviolencia.

De acuerdo con García (2011), los narcocorridos del Movimiento Alterado surgieron en 2009, en Culiacán, capital de Sinaloa. Estos narcocorridos muestran los hechos violentos del narcotráfico y se dedican a exaltar al cártel de Sinaloa; sus narraciones están cargadas de violencia, muerte, armas, ostentaciones, lujos, placeres y poder (García, 2011). Sus canciones enuncian las cosas por su nombre, no hay metáforas o juegos de palabras, la crudeza de sus letras demuestra la situación decadente y “placentera” de la narcocultura; los compositores y los cantantes relatan lo que acontece en el mundo del narcotráfico:

Con cuerno de chivo y bazuca en la nuca,

volando cabezas al que se atraviesa

somos sanguinarios, locos bien ondeados

nos gusta matar[…]

Con una llamada privada se activan

los altos niveles de los aceleres

de torturaciones balas y explosiones

para controlar[…]

Van y hacen pedazos a gente a balazos

ráfagas continuas que no se terminan

cuchillo afilado, cuerno atravesado

para degollar

(Sanguinarios del M1, estrofas)

 

¿Por qué estos narcocorridos son llamados alterados? De acuerdo con García (2011), los narcocorridos del Movimiento Alterado se dieron a conocer por internet, cuando sus fundadores −Adolfo y Omar Valenzuela−[1] grabaron las canciones de dos grupos y las subieron a la web en 2009 porque su difusión estaba prohibida en las estaciones de radio. A raíz del éxito que tuvieron estos narcocorridos en la web, los escenarios de Estados Unidos y México fueron un éxito con las presentaciones de estos grupos musicales. Adolfo Valenzuela bautizó a los grupos y solistas dedicados a cantar al cártel de Sinaloa como Movimiento Alterado, debido a las letras explícitas o enfermas de sus canciones.

Hoy, la difusión de estos narcocorridos abarca casi todo el territorio mexicano, aunque con notoria concentración en Sinaloa −lugar donde se encuentra el Cártel al que hacen honor estos narcocorridos−. Los intérpretes de dichas canciones son nativos de la capital sinaloense, esto hace que sus letras sean aún más verídicas, según lo expone Miguel Soto, compositor y vocalista del grupo Los Buchones de Culiacán: “Platicamos lo que vivimos nosotros, lo que pasa en el rancho, en la ciudad, donde vivimos nosotros, es lo que está pasando. Hablamos de lo que oímos” (García, 2011, párr. 18).

Los narcocorridos del Movimiento Alterado se ocupan de enfatizar la vida suntuosa, placentera y peligrosa del narcotraficante, pero también hablan sobre la vida de los sicarios y de las situaciones que enfrentan en el día a día; los temas varían, van desde lujos y placeres −el sueño de todo mexicano− hasta muertes y torturas.

Los intérpretes de los narcocorridos del Movimiento Alterado se convierten en protagonistas de sus canciones, ya no tienen el papel de narradores, hacen parecer más verídicos los hechos hablando en primera persona:

… Para enemigos contrarios,

estoy advirtiendo que aquí no fallamos,

somos equipos suicidas,

rifamos la vida y sangre derramamos;

dicen somos sanguinarios,

por cómo se hace el trabajo,

nada más porque a los contras,

sin cabeza los dejamos […]

(Los Buchones de Culiacán, estrofa)

 

Omar Valenzuela declara que las letras de estos narcocorridos deben ser explícitas, con el lenguaje violento de hoy, de lo contrario sería un corrido viejo:

En la medida en que nos vamos familiarizando con escenas desalmadas y cruentas, con personas colgadas en puentes, descuartizadas, empozolados y los escenarios de crueldad que se han vuelto evidentes se está reflejando en los cantos… [Los narcos] sí están cortando cabezas, sí son más sanguinarios. Las noticias lo dicen, es el pan de cada día. Sería falso si [los narcocorridos] no hablaran así. Si un corrido no sale con el lenguaje de hoy se va a oír viejo (García, 2011, párr. 13 y 27).

Los intérpretes de estas canciones argumentan que las personas los escuchan porque saben que es una realidad que está sucediendo: “A la gente no la haces tonta, sabe lo que está pasando en México. Cuando escuchan una canción dicen: eso es lo que está pasando […] La gente se identifica” (García, 2011). Los compositores de estas canciones ya no se fijan en la métrica o la rima, sino en el mensaje, casi siempre cargado de violencia y muerte.

Valenzuela (en García, 2011) menciona que los narcocorridos del Movimiento Alterado son la tercera ola del narcocorrido, ya que en los años setenta apareció por primera vez el narcomundo, sin referencias explícitas a la droga; después llegaron los corridos “perrones”, con menos juego retórico en las letras. La tercera es el Movimiento Alterado, en donde “El lenguaje se radicaliza y se manejan códigos explícitos […] fundamentalmente lo que tiene que ver con machismo, sexismo, regionalismo, la droga, el consumo como ostentación” (García, 2011).

En la actualidad la expansión de los narcocorridos abarca casi todos los estados del país, aunque son mucho más populares en Sinaloa, Chihuahua (Ciudad Juárez), Guerrero, Durango y Baja California (Mexicali y Tijuana) (García, 2011; Cabrera y Hernández, 2009).

Según Ramírez Pimienta, como la idea del narcotráfico siempre estuvo presente en el imaginario popular, trajo como consecuencia que esta actividad fuera vista como natural y surgiera la llamada narcocultura. Citando a Jorge Verdugo, investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Ramírez (2004, p. 21) señala: “… pese a que el narcotráfico es una actividad negativa desde cualquier punto de vista, ha hecho que la gente se identifique e incluso lo perciba con admiración, independiente de las clases sociales”. De esta manera, el narcocorrido es producido por la cultura popular, la cual “ … no es sólo el mundo del pueblo, es también el mundo de quienes no tienen poder, de quienes no están en la ciudad letrada, ni en la ciudad adinerada, son quienes articulan formas no convencionales de ver y usar el poder, desde la precariedad de sus herramientas y la libertad de sus tácticas de hacer” (Figueroa, 2007, p. 118). Así, de acuerdo con Mario Marguilis (en Colombres, 1983), la cultura popular es parte de los de abajo, los individuos la crean para ser usada y responde a las necesidades de esos grupos populares. Por eso en el narcocorrido la cultura popular expresa el sueño del dinero en el mundo (Marcial, 2009).

Los narcocorridos actuales, denominados alertados, son cantos de guerra porque responden a una guerra entre delincuentes y entre el gobierno, muestran cómo se lleva a cabo esa violencia: crueles asesinatos sin censura, violación de leyes, faltas a la moral, contrabando, actos ilícitos, extorciones, etc. También el lenguaje demuestra una hiperviolencia que no es cuestionada por los escuchas y que vibra en conciertos, transportes, autos particulares y hasta en algunos hogares.

 

Bibliografía

  • Cabrera, Javier y Mónica Hernández (2009). “A todo volumen, trocas difunden narcoleyendas”. El Universal. Recuperado de http://eluni.mx/2cubIk4.
  • Colombres, Adolfo (comp.) (1983). La cultura popular. México: Premiá editora de Libros S.A.
  • Fellay, Sarah (2014). “Narco cultura”. Ambulante. Recuperado de http://bit.ly/2d9eFov.
  • Figueroa Cofré, Julio Sebastián (2007). Reseña de “Jefe de jefes. Corridos y narcocultura en México” de José Manuel Valenzuela Arce. Revista Austral de Ciencias Sociales, (13). Chile: Universidad Austral de Chile Valdivia, pp. 115-124.
  • García Palafox, Galia (2011). “Movimiento Alterado: más allá del narcocorrido”. Recuperado de http://bit.ly/2cuaHbO
  • Jiménez, Arturo (2011). “Censurar narcocorridos, sin estudiarlos, es cerrar los ojos, alerta investigador”. La Jornada. Recuperado de http://bit.ly/2d4G12Y.
  • Lara, Eric (2003). “‘Salieron de San Isidro…’ El corrido, el narcocorrido y tres de sus categorías de análisis: el hombre la mujer y el soplón. Un acercamiento etnográfico”. Revista de Humanidades: Tecnológico de Monterrey, (15), México: Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, pp. 209-230.
  • Marcial Jiménez, Rodrigo (2009). Violencia y narcotráfico en México. México: Universidad Autónoma del Estado de México.
  • Ramírez Pimienta, Juan Carlos (2004). “Del corrido de narcotráfico al narcocorrido: Orígenes y desarrollo del canto a los traficantes”. Studies in Latin American Popular Culture. Special issue on border culture. XXIII. San Diego State University-Imperial Valley, pp. 21-41.

 

 

Canciones

  • “Sanguinarios del M1”, Movimiento Alterado
  • “Comando suicida”, Los Buchones de Culiacán

 

(Este texto fue publicado por primera vez en la Revista Tlamatini, de la UAEM Facultad de Humanidades, en el 2017.)





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Ana Karen Flores Estrada.
 Licenciada en Letras Latinoamericanas, Facultad de Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de México, karencitkar@gmail.com 



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[1]    Los gemelos Adolfo y Omar Valenzuela Rivera, oriundos del estado de Sinaloa, son fundadores y productores de la (empresa discográfica Twiins Enterprises, ubicada en Los Ángeles.