Experimental

Tachas 559 • Rostros de la ciudad • Jeanne Karen

Imagen generada con IA

Jeanne Karen

 

A veces pasa mucho tiempo, otras en un mismo día, de un instante a otro. Sucede que camino por una calle, no tan concurrida, sin embargo y para mi asombro, me parece reconocer entre los muchos rostros, uno que pertenece a una persona cercana, una persona amada, que no está más aquí. Un rostro que es distinto, único, maravilloso, pero que me aparece en todas partes y luego pasa de nuevo el tiempo, quizá los años, y no vuelve a suceder. 

Hoy vi tu rostro, por lo menos cuatro veces en un mismo día, primero en la mañana, un momento kafkiano, una imagen que se esfumó, que parecía desaparecer de entre los vidrios de la ventana de un auto que pasó lentamente. Luego volvió a situarse frente a mis ojos, alguien que caminaba en sentido contrario del mío para perderse para siempre en la multitud. 

¿Cuánta nostalgia, cuánta necesidad de un último abrazo, de una palabra más? De encontrar el significado del último mensaje, de las últimas veces que hablamos y las frases eran extrañas, increíbles, inolvidables. 

Rostros como los que se asoman en los poemas de Octavio Paz, claros chopos de agua, los rostros de los cuerpos que danzan o también rostros cambiantes como en los cuentos de Bradbury, marcados por la magia, por el destino, por la alucinante tinta de algún tatuador. Caras, perfiles, inscritos en una memoria como la de Funes del gran Jorge Luis Borges, ¿qué se sentirá recordar todas las arrugas, las marcas de la piel, las manchas, las cicatrices, los gestos? Ese rostro como el presente y como el brillante pasado sin ojeras o como el futuro inexplorable, inexistente. 

Rostros que nos remiten a otros, a las distintas épocas de nuestras vidas, que nos llevan a cerrar los ojos y ver nuestro propio rostro y el paso de todo, el peso infinito de la realidad.

Hoy vi tu rostro, lo vi en seis personas distintas: parecía la misma mirada, el color de ojos, la boca, la forma redonda y clara de tu cara. Esperaba un parpadeo, esperaba que reconocieras también mis ojos, mi boca, mis mejillas. 

¿A dónde vamos a llevar las palabras no dichas y todo lo perdido? No sé a dónde asomarme, detrás de cuál cortina, entrar por qué puerta que nadie abre, solamente para escuchar tu voz de nuevo.

Quizá en otras calles y en otra ciudad vuelva a evocar tu rostro, vuelva a llamarte, ya con calma, con una tranquilidad que ahora no poseo, tal vez dentro de un año, de diez. 

Por ahora quiero cerrar los ojos y luego salir a caminar por la misma ciudad, imaginar que vienes, que andas, que vas, que sigues aquí, con tu poderosa forma, con tu esencia, con la velocidad única de tu luz.






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Jeanne Karen 
(San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).

Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).


 

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