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Tachas 570 • Steve Albini: Análogo escultor sonoro • Fernando Cuevas

Steve Albini

Fernando Cuevas

 

Un fundamental outsider de enorme influencia que puso en práctica sus ideas sobre la música y la industria en todo momento, tanto en plan de compositor e intérprete, como de escultor de sonidos y escritor, además de su enorme apertura para trabajar con proyectos disímbolos, de distintas latitudes y de variado alcance, desde su colaboración con bandas y músicos conocidos, hasta su apoyo a grupos emergentes, sin dejar de moverse por los márgenes para seguir modificando la geografía del rock como manifestación cultural, insertando el principio del trabajo analógico a partir de sonidos que transitaban del punk al noise, del slowcore al rock matemático y de ahí a territorios del posthardcore y el postpunk.

Steve Albini nació en Pasadena, California, en 1961. Empezó con el bajo y después la guitarra, imbuido en la propuesta de los Ramones; pronto se integró a Just Ducky, un grupo de Missoula, donde vivió en su adolescencia. Estudió en la Universidad Northwestern de Illinois y sus credenciales en periodismo y arte lo llevaron a empezar a escribir sobre el movimiento punk de Chicago, incluso tocando con bandas como Stations y Small Irregular Pieces of Aluminium. Ampliaría sus textos a la crítica sobre cómo la industria devoraba las propuestas musicales y las uniformaba, por lo que los movimientos underground resultaban esenciales para el mantenimiento del espíritu artístico en la música.

Como Big Black, su primer lance como líder, firmó los EP’s Lungs (1982) con un amigo y él haciendo el resto, con todo y su trabajador de acero por delante; Bulldozer (1983), ya con Santiago Durango en la guitarra y Jeff Pezzati en el bajo, miembros de Naked Raygun, sin perder inmediatez y en plan todoterreno, y Racer-X (1984), de ecos oscuros. Con Dave Riley en lugar de Pezzati, grabaron el clásico Atomizer (1985), su primer largo de lacerante alcance y despiadadas descripciones con Kerosene lista para incendiarlo todo, y Songs About Fucking (1987), que representó el carpetazo del vigoroso proyecto.

Con el desafortunado nombre de Rapeman, como él mismo lo reconocería después, gestó otro proyecto en formato de trío con Rey Washman en la batería y el bajista David Wm. Sims, ambos de Scratch Acid: produjeron un par de sencillos, el EP Budd (1988) y el largo Two Nuns and a pack Mule (1988). Fue entonces que profundizó en las labores de producción, aunque no le gustaba llamarse como tal, desplegadas en Surfer Rosa (1988), el sorprendente debut de los Pixies, contribuyendo en definitiva a su naturalidad y espacialidad. En aquellos años, trabajó con Slint, Urge Overkill, Pussy Galore, End Result, Drak Arts y The Jesus Lizard, entre muchos otros grupos, ya asentándose como una figura clave de las rutas alternativas. 

En los noventa formó como proyecto alterno Shellac, en complicidad con Todd Trainer (Breaking Circus, Rifle Sport, Brick Laker Cake) en la batería y Camilo González (Naked Raygun) en el bajo, pronto sustituido por Bob Weston (Volcano Suns): debutaron con el EP The Rude Gesture: A Pictorial History (1992), manifestando su orientación excursionista desde ese momento. Su primer largo, At Action Park (1994), se sumergió en un aritmético postpunk de avanzada tendencia cerebral, sin perder nervio, que siguió con The Futurist (1997), de edición limitada y solo para los cuates, y con Terraform (1998), escarbando con frenesí en diversos episodios que ceden paso a momentos de repetida parsimonia y deslindes guitarreros, justo para poder verte como realmente eres.

En estos años, contribuyó con un enorme número de bandas y solistas, participando en discos sustantivos como el Rid of Me (1993) de PJ Harvey, In Utero (1993) de Nirvana y Secret Name (1999) de Low, además de trabajar con los japoneses de Zeni Geva, Mono y Melt Banana, con el supergrupo Brise-Glace, Silkworm, Superchunk, Bush, Veruca Salt, The Sadies, Will Oldham, The Jon Spencer Blues Explosion, Red Krayola, Tony Conrad, Oxbow, Neurosis e infinidad más, entre quienes también estuvieron Jimmy Page y Robert Plant, ahí nomás. Abrió en 1997 su Electrical Audio, un ecosistema sonoro donde igual podían ir a grabar grandes desconocidos que personalidades como The Stooges. Fiel a sus principios, nunca cobraba regalías.

Trabajo artesanal para el siglo XXI

Con portada que homenajea a las cintas de grabación Ampex, el trío abrió el nuevo milenio con el muy influyente 1000 Hurts (2000), que parece perpetrado en estado natural, sin ningún tipo de cocción, entre oraciones fantasmales, cómodos zapatos y ardillas alteradas; volvieron en gran forma a plasmar esa interacción de bajo y guitarra, cual exaltada y afilada conversación bien secundada por la batería, con Excellent Italian Greyhound (2007), adornado en la portada con el perro de Trainer, para regresar otros siete años después con Dude Incredible (2014), en el que igual calan hondo, que se pasean erosionando la superficie. The End of Radio (2019) se integró por una serie de grabaciones con el legendario John Peel de la BBC. Como experto jugador de poker, sabía jugar sus cartas y cuándo cambiar, quedarse, bluffear o apostar el resto.

Compuso la música para la serie Upright Citizens Brigade (1998-2000) y junto con la violonchelista Alison Chesley y el bajista y guitarrista Tim Midyett, el score para el filme de horror Girl on the Third Floor (2020) de Travis Stevens, entre intensidades de alcance escalofriante. Además de continuar colaborando con varios artistas, para el siglo XXI incorporó a su currículum de fructíferas asociaciones a Robbie Fulks, The Ex y Vitamin X de los Países Bajos; a los escoceses de Mogwai y los irlandeses de The Frame; a The Breeders, Godspeed You! Black Emperor, High on Fire, Gogol Bordello, Nina Nastasia, Cheap Trick, Scot Weiland, Ty Segall, SunnO))), The Wedding Present, METZ, Ben Frost y Black Midi, además de contribuir con los notables discos Ys (2006) de Joanna Newsom, Further Complications (2009) de Jarvis Cocker y Attack on Memory (2012) de Cloud Nothings, por mencionar algunos.

Ante los cambios de la industria de la música, la incorporación de nuevos formatos y los procesos de distribución, comentaba: “Creo que el streaming desaparecerá del mismo modo que lo hizo la cinta de ocho pistas cuando parecía que iba a sustituir al vinilo y no lo hizo. O cuando parecía que sería el casete y tampoco lo hizo. O cuando apareció el CD. Se suponía que las descargas iban a matar al LP y no lo hicieron. El streaming tampoco lo hará. No sé predecir qué será lo siguiente, pero sí que será algo mejor que el streaming” (Entrevista de Holguera en Rockdelux, 08/05/2024).

Steve Albini murió de un infarto en su ecosistema natural, el estudio donde recreaba su sonora materia prima para potenciarla y reconvertirla en piezas de intensidades geométricas: su corazón se detuvo el 8 de mayo del 2024 a los 61 años, poco antes de la publicación de To All Trains (2024), el siguiente disco firmado por Shellac. Emprendió el viaje muy pronto, antes de lo previsto, dejando una inagotable labor tras bambalinas, como todo un artista de la reconfiguración sonora en complicidad con múltiples músicos de todas las especies, además de proponer sus propios proyectos en los que manifestó sus principios rockeros de independencia y orfebrería análoga. Siempre generoso, descanse en paz.



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