Poesía

Tachas 578 • Aniversario Luctuoso • Óscar de Pablo

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Óscar de Pablo

 

Varias semanas antes de morirse, ya don Presente 
            estaba
bien podrido. Varias semanas antes, don Presente 
            Toletes Toletano
exigía por el ano
represión
de la peste insalubre. Y fue la maldición, esa tarde 
            de octubre, que marcaría su vida, el que su 
            petición
fuera cumplida. “Había que estar demente –
            teorizaba Presente, en nombre de un futuro 
            razonable y sumiso– para manifestarse sin 
            permiso 
del Señor Presidente, ese pináculo de sabiduría –
            señalaba con dedo de Toledo
y voz de Lombardía– o bien ser un agente
de la CIA.” Y entonces llovió lumbre. Sí, pero no te 
            espantes. Toda esa podredumbre
había empezado antes. Y fue un proceso suave y fue 
            un proceso leve. Ya en el 59, perdónenme que 
            insista, don Presente Perpetuo y Solipsista, que 
            siempre fue parejo
y habló de corazón, le había echado la culpa a 
            Demetrio Vallejo
de su propia prisión. Porque las leyes de la historia
            son, si las sabes leer, las del poder (si las sabes 
            vender, que es lo que cuenta). Ya en el año 40, 
            ayudaba a montar, orador nato, el ambiente de 
            ornato y el ornato del mal: el ambiente moral
para el asesinato, según la norma al uso, del 
            desterrado ruso
del futuro. Fue eficaz y fue duro. Ad maiorem Dei 
            Gloriam, que se cumplan las leyes
de la Historiam
aunque el mundo se queme. Y ya en el 36, le 
            endilgaba a la joven
CTM
un presente lechero del más pésimo agüero, una 
            cruel satrapía pobre en principios, pero rica en 
            ingenios, que duraría milenios. Siempre quiso 
            leer
las leyes de la historia como las del poder. Pero 
            ¿murió realmente
don Presente? ¿O más bien, como un rey de la 
            mitología, con la sabiduría
de los viejos tahúres, tras escuchar la voz de los 
            augures, consiguió suprimir, para evitar su 
            sino, a su hijo Futuro, que sería su asesino? 
            Fue sabio pero duro, duro pero certero. ¿No 
            seguimos llorando
al joven heredero? En cambio, Don Presente, ese 
            padre amoroso y eficiente, con su amor 
            selectivo y delincuente, libre de desengaños; 
            don Presente, ese dios delictivo, después de 50 
            años, sigue vivo.

 



 

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Óscar de Pablo (Cuernavaca, Morelos. 1979). Escritor mexicano especialmente conocido por su poesía y su militancia política de izquierda.


 

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