Disfrutes Cotidianos

Tachas 579 • Precuelas • Fernando Cuevas

El reino del planeta de los simios (EU-Australia, 2024)

Fernando Cuevas

 

Se observa una tendencia consistente en retomar películas icónicas de los sesentas o setentas y, a partir de ellas, desarrollar los planteamientos que les dieron origen y que, a su vez, ya habían sido objeto de diversas secuelas que no alcanzaron, en general, el nivel de la original. Tres ejemplos que navegan por la ciencia ficción, el terror y el cine de acción.

Con una sólida trilogía integrada por El planeta de los simios: (R)evolución (Wyatt, 2011), El planeta de los simios: Confrontación (Reeves, 2014) y El planeta de los simios: La guerra (Reeves, 2017), y que le fue dando sustento al viaje al futuro que realizó, sin saberlo, Charlton Heston en la clásica El planeta de los simios (Shaffner, 1968), se propone continuar el relato de cómo se siguió desarrollando la confrontación entre humanos y todo tipo de changos en El reino del planeta de los simios (EU-Australia, 2024), dirigida por Wes Ball, especialista en diseño de arte que aprovecha su experiencia para crear una lograda atmósfera visual que se beneficia de notables efectos visuales y escenarios diversos en los que se desarrolla la trama, en particular la aldea y el reino a orillas del mar, en el que se busca la apropiación de la tecnología humana. 

Trescientos años después de la muerte de César y en una etapa similar a la sociedad esclavista, si bien la mayor parte de los humanos se van reduciendo a una condición casi de la edad de piedra, un joven simio del clan de los domadores de águilas (Owen Teague) sobrevive al ataque del reino del maloso Proximus Caesar (Kevin Durand), un tirano que busca controlar la mayor cantidad de clanes posible con todo y su infaltable discurso mesiánico, y se dispone a rescatar a su familia y encontrar respuestas, para lo cual forma un inesperado equipo con una humana parlante (Freya Allan) y el viejo orangután Raka (Peter Macon), quien le va develando ciertas verdades históricas desconocidas para el protagonista, justo para darle la oportunidad de cuestionar lo que hasta entonces eran dogmas.

Un segundo ejemplo es Furiosa (Australia-EU, 2024), precuela de Mad Max: Furia en la carretera (2015), a su vez antecesora del clásico Mad Max (1979), centrada ahora en una valiente mujer que lucha por la sobrevivencia dentro de este contexto apocalíptico y desertificado, habitado por motociclistas y grupúsculos que acaparan los escasos recursos existentes. George Miller ha dado un vuelco de vertiente feminista a su universo y se ha centrado en la niña-joven-adulta del título, una guerrera ahora interpretada con suficiente energía por Alyla Browne en su etapa infantil y por Anya Taylor-Joy, ya como la joven en busca de cumplir su cometido.

Raptada de niña del oasis femenino en el que habitaba, por una banda liderada por el imprevisible Dementus (Chris Hemsworth, divirtiéndose de lo lindo con nariz modificada), Furiosa deberá ver cómo se mantiene de pie para mantener viva la llama de la venganza, mientras es entregada al poder de Inmortan Joe (Lachy Hulme). Entre las consabidas secuencias de acción de brillante y elusivo montaje, algunos personajes memorables y la fuerza de la protagonista, la cinta consigue capturar el interés, tanto por el destino de los involucrados como por el planteamiento sobre la escasez de recursos y las consecuentes batallas por su control, ya sin ley alguna que valga.

El tercer ejemplo es La primera profecía (EU-Italia-Serbia-Canadá, 2024), en la que vemos cómo una joven monja estadounidense (Nell Tiger Free) es enviada a Roma para colaborar en un orfanato junto con otras novicias: son los años setentas en los que las revueltas políticas inundan las calles, al tiempo que se va gestando una arriesgada idea para devolver la fe perdida hacia la iglesia católica, perdiendo seguidores al por mayor. Ya ahí, empezará a entrar en contacto con personajes diversos que van de algún sacerdote excomulgado a la madre superiora, además de las compañeras y niñas con las que va descubriendo los misterios que se silencian de manera cotidiana.

Dirigida por la realizadora Arkash Stevenson, de experiencia en el ámbito de las series televisivas, la cinta mantiene la puntual mirada siniestra y consigue conectar de manera orgánica con La profecía (Donner, 1976), cinta de culto que cimbró el género de terror de aquellos años. Con una fotografía eficaz que muestra las inquietas perspectivas a partir de un explícito manejo de la iluminación y la bienvenida cuota de terror sobrenatural, bien justificada, que se entremezcla con los horrores propios de los pasillos y tras bambalinas de la institución eclesial, se despliega un relato cuyo trasfondo se centra en cómo la fe es absorbida por la imperiosa necesidad de poder. 


 

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