CUENTO
Tachas 605 • Amanecí otra vez • Diana Alejandra Aboytes Martínez
Diana Alejandra Aboytes Martínez

“Ya verás lo que vas a aprender”… te dije esa tarde cuando llegaste y tus mejillas se ruborizaron mientras sonreías, intimidado por la provinciana de cabello anochecido. Y nos fuimos de cantina en cantina a celebrar las fiestas decembrinas por la capital de los callejones. Lo mismo hicimos en la cuna de la independencia, con los salmantinos, en la ciudad fresera y no podía faltar mi tierra cajetera. Hasta culminar nuestro recorrido donde se erige la Parroquia de San Miguel Arcángel. Si aún viviera, el mismo José Alfredo Jiménez nos habría envidiado de esas noches en que nos “servían de una vez pa´ todo el año”. Solo entonces nos parecía más fácil vivir en este “mundo raro”.
Al calor de los tequilas, las cervezas y los mezcales, nos alojamos en las habitaciones de los hoteles de cada ciudad visitada. Contábamos con el apetito suficiente para hacer del amor en las muchas maneras que se nos ocurrían. Los nuestros fueron besos intensos y orgasmos inolvidables. Al terminar, apagabas la luz y se cubría de silencio la recámara. Después de un rato me preguntabas si estaba despierta. Yo respondía que sí, que no tenía sueño. Sacrificaba mis ganas de dormir para disfrutar de tu plática amena. En más de una vez la madrugada se nos escapó y el amanecer nos sorprendía sin pegar los ojos. Me gustaban esas mañanas, cuando el Sol me sorprendía a un costado tuyo, rodeando tu cuerpo con los brazos y mi pierna sobre ti. “Amanecí otra vez entre tus brazos, te la canté todas esas veces mientras nos vestíamos, luego de “hacer con las nubes terciopelo”.
Lo sé, me pareció ver demasiado azul en nuestro cielo, tonterías de enamorada. Yo fui quien dibujó con lápices violetas tu nombre, yo fui quien se dejó llevar hasta flotar como un pañuelo. El amor y sus perpetuos desencuentros. El mismo Sol no ve, hasta que el cielo se aclara y para algunos terminar solos es sentencia. Cuesta tanto entender que los buenos momentos son fugaces… “Nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores”.
Y como a veces se necesita destrozar el hígado para reparar el corazón, “me están sirviendo ahorita mi tequila, en el rincón de una cantina, vengo aquí nomas a recordar” y a decir ¡salud! como denuncia de soledad sin remedio. Y abandonar los caminos que llevan siempre a los mismos lugares.
“Cuando al fin comprendas, que el amor bonito lo tenías conmigo”, tal vez entonces no querrás pasar por los “Caminos de Guanajuato”, “porque aquí te herirá el recuerdo”. Te “irás rodeando veredas”, para no confrontar tus memorias y te reproche mi recuerdo la cobardía de no haberte quedado conmigo, por temor a sentir tanto. Me gustaría saber qué pensarás cuando te enteres “que yo ya no existo”, es que entonces yo ya habré llevado a cabo lo que una vez te conté y por fin “te dejé el mundo para ti solito”…
“No vale nada la vida, la vida no vale nada”.
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Diana Alejandra Aboytes Martínez. Mujer de aire y fuego. Poeta y narradora nacida en Celaya, Guanajuato, México. Miembro activo del Taller Literario Diezmo de Palabras. Gusta en desarrollar temas donde las pasiones se desborden hasta delimitar entre los deseos de la carne, el amor y su contraparte, inclusive la muerte.
En 2017 fue seleccionada para participar en el Seminario de Letras Guanajuatenses, coordinado por el Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato. Su trabajo se puede encontrar en antologías, por mencionar algunos: Cuentos del Sótano V.(Endora ediciones) Nostalgia (Editorial Los otros Libros) Escritura desde el Encierro (Editorial Los Otros Libros) En el Planeta de tu Cuerpo (Editorial Gato Blanco). Sumado a ellos el más reciente: Cuenta Cuántos Gatos (Editorial Minilibros de Sonora). En 2022 publicó su primer libro titulado: Pasiones Textuales de editorial Los Otros Libros.