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“El festejo también puede propiciar una reflexión crítica sobre lo necesario en favor de quienes habitamos esta gran y compleja ciudad…”
León cumple 444 de su fundación. León es una ciudad que ha crecido en los años recientes al amparo del primer Instituto de Planeación Municipal del país, junto con el aval de los primeros planes de desarrollo urbano generados en los años 70, y que pudo poner en la agenda del desarrollo local la idea de la planeación urbana como un principio ordenador del territorio municipal.
En el sentido ideal esto podría ser, desde los instrumentos de planeación, operar un modelo de ciudad que fuera respondiendo a las necesidades propias del crecimiento poblacional y demandas de servicios básicos, infraestructura y equipamiento urbano necesarios, y con ello establecer una serie de “mínimos” para que sus habitantes tuvieran una calidad de vida digna y, sobre, todo humana.
Las lógicas del desarrollo, ancladas en la búsqueda de la ganancia y de la plusvalía inmobiliaria sin ningún escrúpulo, han hecho que los retos y desafíos que la ciudad tenía visualizados desde los años 70 del siglo pasado, se conviertan ahora en serios problemas urbanos y sociales, ya que hoy su solución y atención requiere grandes inversiones y una revisión a fondo de las políticas públicas asociadas a las problemáticas creadas, al no respetar la planeación urbana de León y la normatividad existente.
La falta de control en la planeación de la ciudad utilizando los instrumentos necesarios para la toma de decisiones de corto, mediano y largo plazo, junto con una cada vez menor sensibilidad social y política de los gobiernos municipales, en especial en los últimos 30 años para pensar la ciudad en términos urbanísticos y desde el desarrollo social, muestran la cada vez mayor dificultad o incapacidad de las autoridades para hacer “ver” por, ejemplo, a los empresarios de la construcción, de la vivienda y de la oferta inmobiliaria, una visión compartida de largo plazo de la ciudad, para desarrollar las estrategias y tener una ciudad humana, sustentable, eficiente, digna, sana y, sobre todo, segura.
Se llega a un nuevo aniversario entre los festejos propios de la heráldica leonesa. Lo cierto es que la ciudad de León está viviendo tensiones, problemas y crisis propias de la omisión, la impunidad, la corrupción y falta de talento para gobernar una ciudad que ya es una de las más grandes del país, y que acumula realidades —por así decirlo– que atentan contra la dignidad y la vida de sus habitantes.
Si bien han existido propuestas y proyectos para pensar la ciudad, como es el caso del transporte público y la creación del SIT, una innovación que se trasladó a otras ciudades del país y que se pudo adecuar a partir de las experiencias en Colombia y Brasil, su desarrollo actual deja mucho que desear, no sólo por el costo, sino porque el sistema no ha sido una opción para desactivar el uso del trasporte privado. Junto con el crecimiento de la mancha urbana, la circulación de automóviles ha llegado a cifras inéditas para la capacidad de aforo de muchas calles de la ciudad, dejando a su vez pendiente la calidad y la eficiencia del sistema de transporte, además de lo caro del mismo.
El tema de la expansión de la zona urbana y las estrategias para detonar el crecimiento de fraccionamientos, por fuera de los límites que IMPLAN propuso desde su creación, muestran cómo, desde el Cabildo, la traza y los limites urbanos se cambian, como producto de las presiones e intereses de los desarrolladores inmobiliarios, y que los procesos de crecimiento planificado de la ciudad quedan sólo en una retórica política que busca justificar las decisiones, y que las autorizaciones de cambio de uso de suelo se conviertan en moneda de cambio entre las autoridades municipales y unas cuantas familias que desde hace 50 años dominan el mercado inmobiliario.
Los problemas de la ciudad de León relacionados con la contaminación del aire crecen. No sólo son las ladrilleras: también el volumen de autos particulares, que hacen más crítico el problema de inversión térmica y una mayor cantidad de partículas suspendidas en el periodo invernal. Otros problemas: el manejo de los residuos sólidos -su manejo, reuso y disposición final- representa un pasivo ambiental serio y de corto plazo; la falta de espacios públicos adecuados y seguros; el abasto de agua potable en el corto y mediano plazo; la calidad y eficiencia del transporte público; la falta de cumplimiento de los requerimientos en cuanto a la cantidad de áreas verdes y del arbolado urbano, de acuerdo con los estándares mínimos internacionales; el crecimiento de colonias irregulares al amparo de fraccionadores; la falta de regularización de la tenencia de la tierra y de la vivienda en muchas colonias que ya tienen 30 y hasta 40 años de existencia; la especulación de la tierra, junto con la gran cantidad de terrenos baldíos en casi todo el territorio municipal, que siguen presionando la oferta inmobiliaria e incrementando su plusvalía a costa de los servicios municipales con los que se benefician; la falta de urbanización de calles y avenidas y la ausencia de una estrategia para dar mantenimiento al equipamiento urbano, alumbrado público, señalética urbana, además de que León es un ciudad de baches, por ejemplo, y con la ampliación descontrolada y permitida de la mancha urbana que ya toma laderas y valles de la Sierra de Lobos, que en teoría estarían protegidos a largo plazo, afirmación cuya falsedad podemos constatar. La lista de problemas de la ciudad es más amplia, y tiene diversas dimensiones y responsabilidades.
Todo esto, junto con una serie de problemas sociales relacionados con el entorno urbano y la complejidad de la realidad social como: pobreza, bajos salarios, economía y comercio informal, inseguridad en las calles y bancos, asaltos a transeúntes y a comercios, robo de vehículos y cristalazos, junto con la violencia intrafamiliar y contra las mujeres y niñas –el acoso, la violación y los feminicidios-, inseguridad en plazas y espacios públicos, así como el incremento de la venta de drogas y de homicidios dolosos, dan como resultado un panorama poco esperanzador, si es creemos y exigimos el derecho de poder vivir en una ciudad que propicie y garantice, desde la planeación urbana, la vida con calidad y la dignidad de todos los habitantes de la Ciudad de León.
444 años de historia dan identidad a quienes vivimos en León. El festejo también puede propiciar una reflexión crítica sobre lo necesario en favor de quienes habitamos esta gran y compleja ciudad.