Del amor y de la muerte • Arturo Mora

“Nada define con más contundencia la condición humana como la certeza de la finitud…”

El hombre tiende a contar su vida más que a vivirla. Lo ve todo a través de lo que cuenta, y pretende vivir su vida como si fuese una historia. Pero hemos de elegir entre vivir nuestra vida o contarla.
Jean-Paul Sartre

La memoria es la forma en que seguimos contándonos a nosotros mismos nuestras historias.
Alice Munro

Toda mi vida mi corazón ha añorado algo que no puedo nombrar.
Sylvia Plath

La estupidez no es graciosa, la sabiduría no es alegre.
Wisława Szymborska




Para Gabriela Martínez

Para nuestros amores, para nuestros muertos

 

 

La incertidumbre contra la certeza.  El amor y la muerte. Nada define con más contundencia la condición humana como la certeza de la finitud. De ahí que todas las cosmovisiones se hayan anclado en el mito y en el deseo de seguir vivos después de morir. No es sencillo aceptar la muerte. Hemos recurrido a la tanatología para poder “estudiar” y “entender” la muerte, tal vez porque buena parte de los relatos que dieron cabida a la esperanza de tener vida después de la muerte, encuentran en sus propias peripecias la dificultad de aceptarla, más allá de un dogma de fe.

El amor, por el contrario, es la incertidumbre. Nada define con más contundencia la condición humana como la incertidumbre de la persona, de sentir y saberse amada. De ahí que la historia de los idilios, de los enamoramientos, de la pasión carnal, del desasosiego amoroso, del delirio y de la intranquilidad que se deriva de sentir, creer, idealizar, soñar, desear y saber que le importamos a otro, que nos va la vida en procurar su bien y que somos correspondidos, se convirtióen la expresión humana que ha desatado guerras y batallas. Se han conquistado territorios, se han cambiado de religiones, se han hecho proezas, se han cumplido retos, se ha desafiado a familias, se han perdido herencias en nombre del amor, y en mucho se va la vida, a veces toda la vida, pero lo triste, o lo malo de morirte de amor es que no te mueres y, como también canta Joaquín Sabina, uno desea desde la poesía Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata,y porque amores que matan nunca mueren.

Esto del amor y muerte nos definen y nos ponen en nuestro lugar real. Octavio Paz escribió: Los ojos hablan, las palabras miran, las miradas piensan. Desde ahí, y desde esa posibilidad que nos da el lenguaje, podemos vivir muriendo con un destino inexorable y vivir amando como pretensión y promesa inalcanzable de encontrar eso que nos falta, eso,que nos hace ser lo que somos, y que nos pone en la siempre búsqueda de lo que es pero ya no es. En el amor hay un ideal y una necesidad de saber que el amor es verdadero, y nada tan frágil, efímero y equívoco como el amor. 

El día de muertos es un ritual para distraernos de lo inefable, de esa imposibilidad de expresar nuestro amor y nuestro dolor. Los muertos, nuestros muertos, duelen desde el amor y desde la presencia que su ausencia representa. La muerte nos enamora, enamoramos a la muerte. Calaveras y esqueletos que nos demuestran que todos y todas somos iguales. Las ofrendas y el altar de muertos son ritos amorosos que nos dan permiso de llorar y de convocar a nuestros seres queridos, y poder realizar nuestros rituales es darnos la oportunidad de abrazarnos con nosotros mismos y con los recuerdos, con las añoranzas, con las nostalgias y los sentimientos que nos han dejado nuestros muertos. 

Hace unos años al ser entrevistado Keanu Reeves, actor estadunidense, le preguntaron: ¿Qué crees que pasa cuando morimos? Su respuesta fue: Sé que quienes aman nos extrañarán. Una respuesta que integra el amor y la muerte;una réplica que, por sencilla que parezca, encierra una verdad que duele, pero que también sana y reconforta.

Aquí están estas citas que nos pueden ayudar a pensarnos desde el amor mismo, sabiendo que hay tantas otras formas de nombrar el amor y lo inasequible que es.

Evelyn Waugh escribió:

Quizá todos nuestros amores no sean más que simples ilusiones y símbolos; lenguaje errático mal escrito sobre vallas y pavimentos a lo largo del fatigoso camino que tantos y tantos han pisoteado antes que nosotros. Quizá tú y yo no seamos más que meros paradigmas, y esta tristeza que a veces nos envuelve nazca de la desilusión de nuestra búsqueda, cada uno a través y más allá del otro, vislumbrando momentáneamente, y de vez en cuando, la sombra que dobla la esquina un paso o dos antes que nosotros.

Michel Houllebecq escribió:

Él sólo quería amar. No pedía nada. Nada concreto. La vida tenía que ser algo sencillo; algo que pudiera vivirse como un conjunto de pequeños ritos, indefinidamente repetidos. Ritos al fin y al cabo un poco estúpidos, pero en los que, en el fondo, se pudiera creer.

En relación con la muerte, Ernesto Sabato escribió: 

La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse.

Rainer María Rilke, pone en palabras esta ilusión de morir de amor.

Apágame los ojos, y te seguiré viendo,
cierra mis oídos, y te seguiré oyendo,
sin pies te seguiré,
sin boca continuaré invocándote.
Arráncame los brazos, te estrechará
mi corazón, como una mano.
Párame el corazón, y latirá mi mente.
Lanza mi mente al fuego
y seguiré llevándote en la sangre.

 

 

 

Réquiem: Hoy hay muchos muertos sin sepultura en Guanajuato y cada vez más muertos en las calles todos los días. Hijos e hijas, padres, madres, hermanos y hermanas, hacen falta en sus familias. Estamos en un país de tumbas sin nombre. Las y los buscadores dan una lucha que está llena esperanzas en el alma y de anhelos en el corazón que los hacen buscar a sus desaparecidos. Son búsquedas infames ante la omisión, el desinterés y la opacidad de las autoridades. Nada tan desgastante como buscar cadáveres con la esperanza de que puedan tener un nombre y con ellose tenga el permiso de llorar su muerte para sepultar con dignidad sus restos y poder entonces extrañarlos por amor y no por vacío.