Indiferencia • Arturo Mora Alva
“Se va el año 2021, dejando un sabor agridulce…”
¿Qué crees que pasa cuando morimos?
Sé que quienes nos aman nos extrañarán.
Keanu Reeves
En el mundo hay miles y miles de formas de alegría, pero
en el fondo todas son una sola: la alegría de poder amar.
Michael Ende
Lo contrario del amor no es odio, es la indiferencia.
Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia.
Lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia.
Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte.
Elie Wiesel
Se va el año 2021, dejando un sabor agridulce. Nostalgia y melancolía con cierta dosis de esperanza y gotitas de alegría, uno no sabe, la vida se toma la azarosa libertad de ponernos a prueba las más de las veces con la lógica de lo absurdo, y juega a tirar los dados esperando que alguien salga ganador, o al menos que alguien haya hecho una apuesta que, por arriesgada, no sea la indiferencia.
Hay mucha tela de dónde cortar para hacer un recuento de daños y logros de lo que ha sido este año. Lo cierto es que la muerte siguió acechando la convivencia, los contagios no paran y las variantes del covid-19 se multiplican, los efectos de las nuevas cepas del coronavirus paralizan a las sociedades. Se acumulan miedos y con ello se postergan las posibilidades de la solidaridad y gana la indiferencia.
El saldo es una sociedad por demás desigual e injusta para la mayoría de las personas. En cada país los rostros de la opulencia, o se anuncian en la ostentación propia de las revistas del “jet set” o permanecen ocultos en anonimato de las élites que acumulan la riqueza y desde ahí observan a los que nada tienen, con mirada de indiferencia.
Las carencias, el hambre, el dolor, la injusticia, la soledad, la sed, son la muerte misma y son rostros de mujeres, jóvenes, niños y niñas y ancianos que no pueden ser mirados con la empatía necesaria desde el poder, y con ello comprender que toda esa masa en el umbral de la pobreza es producto de su indiferencia.
El regreso a una nueva normalidad para el 2022 se llena de contradicciones ante la dificultad de hacer proyecciones y predicciones con un margen de seguridad y certeza. La incertidumbre y la ambigüedad se convierten en el territorio donde todo es posible, pero a su vez la ingenuidad, la ignorancia y el desprecio a la vida y la dignidad humana se expresan con la indiferencia.
Cada vez la sociedad en su conjunto sale a las calles, llena plazas comerciales, mercados, tianguis, espera cualquier pretexto para reunirse con familiares y amigos. Las celebraciones y festejos de navidad y de año nuevo serán la ocasión para intentar hacernos presentes y visibles ante los ojos en quienes nos reconocemos y para quienes creemos y queremos no ser indiferentes.
Viene un año nuevo 2022 y con ello las predicciones, los augurios y la fortuna se echan a andar en el imaginario social y personal, en los que los sentidos exaltados desean tener algo o mucho de buena suerte. Un poco de ya basta de injusticia social, un poco de ahora sí habrá buenos trabajos, de una oportunidad real para regresar a estudiar, un deseo de que se pague bien por el trabajo que se realiza, un deseo de que ya se pavimente la calle, que haya trasporte público frecuente y seguro, de que ya no me vuelvan a asaltar o de que no se roben las pocas cosas que dejaron la última vez los ladrones, un poquito de esperanza de que el maltrato, el acoso, los golpes y la violaciones a las mujeres y niñas paren de una vez por todas, en fin, de que haya autoridades no indiferentes.
Los buenos propósitos se vienen en cascada y el deseo de que pasen cosas buenas se transfigura en sortilegio, buenaventura, esperanza, ilusión y anhelos personales y a veces compartidos. Lo ideal contra lo real, la realidad versus la ilusión, los hechos frente al deseo. Lo real, lo imaginario y lo simbólico, dirá Lacan para intentar explicar cómo se estructura el sujeto y sus interacciones con el otro, desde el lenguaje que es un todo, pero que no admite la indiferencia.
Eduardo Galeano, escribió:
Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos.
Ojalá podamos ser desobedientes cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.
Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena.
Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.
Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser solidario y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo.
Ojalá gane y perviva la vida misma, la alegría, el amor, la ternura, la fraternidad, la sororidad, y que no demos posibilidad alguna a la indiferencia entre nosotros y nosotras en este nuevo año 2022.