viernes. 20.06.2025
El Tiempo

Interiores • Arturo Mora

“El mundo interior es nuestro diálogo intrapersonal…”

Interiores • Arturo Mora

El secreto de la felicidad es tener gustos sencillos y una mente compleja, el problema es que a menudo la mente es sencilla y los gustos son complejos.
Fernando Savater

La manera más peligrosa de engañarse a sí mismo es creer que sólo existe una realidad.
Paul Watzlavich

Todos somos extraños para nosotros mismos, y si tenemos alguna sensación de quiénes somos, es sólo porque vivimos dentro de la mirada de los demás.
Paul Auster

Existe una cantidad de gente en el mundo que está en un infierno porque depende excesivamente del juicio de los demás.
Jean Paul Sartre

Lo único que hace que la vida humana sea preciosa y significativa, es lo breve que es.
Guillermo del Toro

El asombro y la curiosidad son hojas de una misma tijera, que hace los recortes necesarios y oportunos cuando nos damos el permiso de preguntarnos cosas sobre uno mismo. La complejidad del pensamiento, junto con sus estructuras cerebrales, neurológicas, lingüísticas y subjetivas, confirman el desafío de conocer y comprender las conductas, los procesos de razonamiento y la psique humana en su dimensión socioafectiva, que va asociada al ser humano, inmerso en la complejidad del contexto en el que se desarrolla nuestra vida y donde se interactúa con los demás, con el otro.

El adentro y el afuera marcan limites de contención, de definición y de continente, abren la noción de un interior y reconocen un exterior. Esto nos define también desde la embriología, cuando se crea un interior orgánico funcional en que el metabolismo y sus procesos se llevan a cabo, y un exterior que nos dotó de un sistema fantástico para el registro del afuera y para estar en contacto con el ambiente y sus fenómenos, para desde ahí y con el lenguaje articular un andamiaje cultural,  y con ello una serie de prótesis y extensiones para expresarnos y sobrevivir en ese mundo interior que se construye entre las vivencias, los recuerdos, los sueños, las acciones, los deseos, los propósitos, la inteligencia, la creatividad, los sentimientos, los afectos y las emociones que dan soporte de una u otra manera a la curiosidad y al asombro.

En ese mundo interior, la subjetivad, se hace presente desde que hacemos acto de presencia en el mundo, y la vida que vamos teniendo se nutrirá de los estímulos, vínculos y afectos que rodearán nuestra existencia, desde la interacción e integración con los padres y madres a partir del lenguaje verbal y no verbal que harán sentido y sin sentido en nosotros y dejarán en buena parte una huella en lo que seremos como personas con el transcurrir del tiempo. La posibilidad de tomar conciencia de uno mismo pasa por develar el mundo interior creamos, desde las representaciones formamos de nosotros mismos, hasta llegar al espejo, y de ahí a dar paso y peso a la subjetividad como realidad humana. 

Desde la realidad y del cómo se nombran las cosas se irá configurando el cómo nombrar lo que vemos y sentimos. A la vez, vamos creando un mundo interior en el que confluyen, lo real, lo imaginario y lo simbólico, para crear un pensamiento propio y en el que se forma el carácter y la personalidad, para con ello intentar ser y estar sin determinismos previos en el mundo que nos tocó vivir. 

Algo pasa en ese proceso que nos individualiza por una parte, con la singularidad de ser únicos e irrepetibles, a la vez que nos normaliza y naturaliza  dentro de una serie de categorías, estereotipos, costumbres, ideologías y creencias que damos por aceptadas social y culturalmente, y que son construcciones sociales, también modificadas a partir de los conflictos y demandas dentro de la lucha de las fuerzas que se expresan a partir de los intereses y visones que imponen de quienes controlan las estructuras sociales, económicas, políticas y culturales en la sociedad capitalista.

El mundo interior es nuestro diálogo intrapersonal. Es también una parte de la conciencia, en la que también esta la imaginación, el pensamiento que permite ordenar impulsos y emociones instintivas. Es un lugar para crear y para confrontar los mandatos sociales, es el lugar para reflexionar, que es al final de cuentas es este entrar en nosotros mismos, buscando respuestas, otras veces aceptando lo que somos, valorando y evaluando nuestras acciones, deseos y necesidades. Espacio interior que da lugar a la memoria y a los procesos que se gestan al preguntarnos quién soy, de dónde vengo, a dónde voy, para qué estoy en el mundo, cómo estoy viviendo, con quiénes, cuáles son mis compromisos, mis principios éticos y mis valores morales. 

Los interiores son limites y son perspectiva. Los interiores personales son universos infinitos también. El mundo interior nos lleva a sentir el tiempo como si fuera  un rio que corre libre y en donde vamos en una barca que hemos construido y que vamos reparando y transformando conforme la conciencia que vamos teniendo del ser humano que somos, con carencias, contradicciones, logros, desafíos y deseos puestos de una u otra manera en una idea de ser, con una identidad propia que hemos moldeado con el vivir, el sentir y el pensar, donde el pensar desde el interior y tomar conciencia de quienes somos y de quien nos han dicho que debemos ser, nos permite elegir, aceptar o rechazar lo que nos ha sido impuesto, y que es el deseo de un otro.

La poesía es la expresión del mundo interior de quien la escribe y nos da sus palabras para encontrar de alguna manera nuestro propio mundo interior, regalando palabras que son emociones y sentimientos con las que están escritas. Estos cinco poemas son una invitación a dar valor y tomar conciencia de “los interiores” de cada quién, en una época y sociedad en que se prioriza lo de afuera, lo exterior, a lo que dicen otros de uno, y se cae en la trampa de ser sólo reactivos, banales y superfluos.


 

Cuando yo llegue a vieja
—Si es que llego—
y me mire al espejo
y me cuente las arrugas…
Sé que todavía mi corazón
estará –rebelde– tictaqueando
y las dudas y los anchos horizontes
también saludarán
mis mañanas.
Gioconda Belli
 

***


Soneto
Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
sí para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

sí para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
Francisco Luis Bernárdez
 

***

Es una calle larga y silenciosa
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Octavio Paz

***

Cuento de Espantos 
Ayer la vi. No me lo van a creer.
Ayer me encontré con ella en el parque
por donde caminábamos a los veinte años.
Está igual que siempre.
En todo caso la muerte
la ha embellecido, la rejuvenece, la hace
adolecer de adolescencia.
Ya no tiene veintidós años,
sino dieciocho a lo sumo.

Quién penetra el misterio
de estos números y estos años,
su más tiempo de muerta que edad de vida.
Pero cómo ilumina los dos orbes
y es la estrella
del alba y el crepúsculo:
muchacha para siempre, también sombra
que nunca volverá de las tinieblas.

La vi de lejos y como es natural
me fue imposible dominar el impulso
de acercarme, verla de nuevo, implorarle:
“No sabes cómo te extraño.
No me resigno a perderte.
No te he olvidado”.

Abrí la boca. No pude
pronunciar la menor palabra.
Me congeló la mirada
que sin decirlo decía:
“¿Cómo se atreve, señor?
¿No se ha visto al espejo?
¿No hay calendarios?
¿No toma en cuenta
las edades que nos separan?”

Y de este modo yo,
el aún vivo,
me convertí en fantasma. 
José Emilio Pacheco

***

Posibilidades
Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.
Wislawa Szymborska