jueves. 19.09.2024
El Tiempo

Opinión • Inefable • Arturo Mora

“Comprender para entender la complejidad de la vida, esa que se vive en carne propia…”

Opinión • Inefable • Arturo Mora

La realidad son dos momentos: el momento en que uno lo vivey y el momento infinito en que uno lo recuerda.
Ida Vitale

El miedo es una sensación atroz, una descomposición del alma, un espasmo horrible del pensamiento y del corazón cuyo solo recuerdo proporciona al alma estremecimientos de angustia.
Guy de Maupassant

Piensa que el ser humano ama y nada más. No le preguntes a quién, ni por qué... esa es la belleza de las cosas.
Chavela Vargas

A veces me siento diferente. Camino como todos los demás, pero por dentro, me siento como un extraño en mi propia vida.
Franz Kafka

No hay azar, destino, ni suerte que pueda con la firme resolución de un alma decidida.
Ella Wheeler Wilcox

Lluvia de agosto: lo mejor del verano se ha ido, y el nuevo otoño aún no nace. El extraño momento desigual.
Sylvia Plath



 

Inefable: Algo tan increíble que no puede ser expresado con palabras.

Nada como la conciencia de sí mismo. Nada como conocerse y optar por su realidad, asumir el poder vivir en el presente. Nada como aceptar lo inevitable y dejar que la vida siga y no sentir culpa por lo ocurrido, de lo que no somos responsables. 

Rosario Castellanos escribió: 

Para elegirse a sí misma y preferirse por encima de lo demás se necesita haber llegado, vital, emocional o reflexivamente a lo que Sartre llama una situación límite. Situación límite por su intensidad, su dramatismo, su desgarradora densidad metafísica.

En eso de aceptar la realidad y el contexto en el que se vive, también va la tarea de establecer en nosotros una voluntad y hasta una disciplina, en la que se conjugan las convicciones, la historia personal, lo valores asumidos como principios de vida, los deseos como impulso para y desarrollando la capacidades y potencialidades que la vida nos pone como retos, desafíos y aun problemáticas que rebasan la razón y no tienen explicaciones plausibles o sensatas.  

En la vida, dice Humberto Maturana:

La mayor parte de los dolores de nuestra existencia son culturales. Pregúntese dónde le duele la vida y verá que no es en su cuerpo y verá que la vida le duele en los espacios donde no es visto, en donde está usted siendo negado, en sus espacios de desamor. Duele no contar con el respeto de sus compañeros de trabajo o de sus vecinos, de su familia y amigos. Verá que en el fondo lo que nos mueve a los humanos es esa necesidad ancestral de ser reconocidos, que significa que nos valoren, que consideren nuestra aportación al grupo y que nos lo demuestren en su trato con nosotros. Eso es lo que está detrás de todos, incluso detrás de quien se compra grandes coches, aviones de reacción o grandes palacios: queremos que nos quieran por puro mandato biológico. Porque sólo en el espacio en el que se tiene presencia, se es productivo y se puede convivir con satisfacción.

Desde ese mandato social y en esa necesidad de ser vistos, ser queridos, buscar el amor, hemos ido aprendiendo, no sin el dolor y el sufrimiento que conlleva y que la más de las veces se instala en el corazón, que no logra encontrar el cauce a través de las palabras para nombrar eso que no tiene forma de expresarse, pero se siente y se vive. Andrew Faber escribió: 

El corazón sana cuando comprende,

no cuando olvida.

Y yo no olvido porque olvidar es huir de mi historia.

Entonces me quedaré.

Me quedo junto a mi sufrimiento.

El tiempo que se tarda para aceptar un dolor, una derrota, una decepción, un adiós.

El tiempo que se tarda para darme una caricia.

Porque aprendí que al final no mueres.

No. Finalmente, renaces.

Comprender para entender la complejidad de la vida, esa que se vive en carne propia -que se siente en la piel y en lo huesos-, que nos atrapa en pensamientos, en reacciones emocionales, en los sentimientos que nublan muchas veces la razón, porque cuesta trabajo, mas de lo que se cree, el pensar lo que siente y sentir lo que se piensa, hace nos atrape el miedo, que los temores se instalen en ese proceso de hacernos visibles, en esa tarea de darnos un lugar con la dignidad, el reconocimiento y el respeto que nos merecemos cada una y cada uno de nosotros, porque cada quien es único, irrepetible, con ideas propias, como una historia que se hace inédita cada día.  

Delphine De Vigan escribió: 

Desde que nací siempre me he sentido excluida, esté donde esté, siempre fuera de la imagen, de la conversación, desfasada, como si fuera la única que escucha ruidos o palabras que los demás no perciben, y sorda a las palabras que ellos parecen oír, como si estuviera fuera del marco, al otro lado de una ventana inmensa e invisible.

Tomar claridad de la consciencia de sí y para sí, nos lleva a aceptar que muchas veces el miedo, como emoción de alerta y también de protección, se vive con el temor en lo real y no menos angustiante. 

Sentenció Sara Búho: 

Tengo miedo, mucho miedo. La vida no es ni el lugar ni el tiempo que pensé que sería. Crecí entre cuentos de hadas frustrados, rechacé lo bonito, renuncié a los deseos que esconden las velas. Pero en el fondo siempre quise creer. En algo, en alguien, en mí. Así que tengo pánico a crecer y enfrentarme a descubrirme como si todo hubiera sido un simulacro orquestado. A decidir, a abrazarme a los cuentos imposibles, a desmontar lo construido. A construir. .

También es más que cierto, que en lo humano está presente en nosotros la angustia y la congoja, lo que Séneca escribió hace 20 siglos tiene una vigencia tal que nos tendía que poner a pensar y sentir, qué hemos hecho en todo este tiempo para intentar nombrar lo que nos pasa, en esta época en donde la incertidumbre impera y en donde la vida se hace liquida y aún gaseosa en la sociedad de mercado, en la que todo lo que toca lo hace mercancía: 

Sufrimos más en la imaginación que en la realidad. Algunas cosas nos atormentan más de lo que deberían; algunas nos atormentarán antes de que deban; y otras nos atormenten cuando no deben atormentarnos en absoluto. Tenemos el hábito de exagerar, imaginar, o anticipar, la tristeza.

Lo inefable nos desborda, tal vez también porque hemos perdido las palabras, la lectura y la escritura parece que no pueden competir la imagen, las pantallas saturan todo, han querido suplir todo, el ruido ensordece, la música estridente, las letras de las canciones que son más que  simples y absurdas, que alientan el consumo y dan un valor a la experiencia inmediata, sin apego, sin afectos, sin responsabilidad, sin respeto, desde una mera comercialización y distorsión de las emociones y los sentimientos. Vivir por vivir sin más que eso, sin conciencia social, histórica y humana. 

Para lo inefable, que es algo vital y que es una forma de acercarnos a pensar y sentir de forma simultánea y que, aunque no se exprese en palabras, podamos experimentar eso que toca el corazón, que nutre el alma y que da sentido a la existencia misma. Me quedo con las palabras de Juany Melián, aceptando ser un poco más que romántico y pecando de ingenuidad. Las comparto, invitando a que seamos esa gente que hoy se necesita, con la urgencia de poder ser con los demás para poder llegar a ser uno mismo.

Me encanta la gente que canta
por donde quiera que vaya.
Me encanta la gente que te saluda
aunque no te conozca,
te sonríe y te alegra el día.
Adoro la gente educada, la que agradece,
la que se para y habla contigo como si
te conociera de siempre.
Me gusta la gente espontánea,
la que baila por la calle tarareando una canción.
Me encanta la gente alocada, que va contagiando
felicidad y te trasmite buena energía
y va llenado el mundo de color.
¡Que no dejen de existir! este tipo de gente
es un regalo divino, es la que hace que
no perdamos la fe en el buen ser humano.