Opinión • Última semana • Arturo Mora

“Es la última semana del año y tenemos la oportunidad para pensarnos…”




 

 

Corazón al porvenir,
lumbre a lo que desarraiga,
y que el destino nos traiga
razones para vivir.

Guillermo Velázquez

Aquí estoy para vivir
mientras el alma me suene,
y aquí estoy para morir,
cuando la hora me llegue,
en los veneros del pueblo
desde ahora y desde siempre.
Varios tragos es la vida
Y un solo trago la muerte.

Miguel Hernández

 


 

Se acaba el 2023. El calendario de este año termina y la cuenta cíclica se reinicia en 8 días. La semana se irá rápido. Las celebraciones de Noche Buena y Navidad son parte de nuestra cultura occidental integradas en las lógicas del mercado por las que entre tradición, añoranza y ritos religiosos, crean un ambiente especial que, aunque sin caída de nieve en la gran parte de nuestro país, buscamos entre renos y copos blancos refrendar un poco o un mucho las esperanzas, que se diluyen las más de las veces ante la realidad.

El año termina y lo asociamos con el balance de lo logrado en el año. El inicio del año nuevo, ahora 2024, es un volver a empezar como un ritual, lleno de simbolismos y de nuevos propósitos que buscamos convertir en hábitos nuevos y, sobre todo, en compromisos con uno mismo.

Nos sabemos falibles e imperfectos, nos conocemos de una u otra manera, y sabemos de nuestras necesidades, de nuestra fragilidad y de lo que deseamos obtener durante los siguientes 12 meses. No se trata de pensar en el futuro: se trata de lidiar con la realidad personal y con aquello que deseamos alcanzar, muchas veces entre la ilusión, los buenos propósitos y hasta las fantasías. Así somos: entre milagros y pensamiento mágico, entre imaginación y realidad, pero algo simboliza esto para cada quién.

El Nuevo Año iniciará su transcurrir y hará que el tiempo sume segundos, minutos, horas, días, semanas y meses hasta completar otra vuelta al sol, y entonces tendremos que construir y configurar el sentido de la vida ante los absurdos, las tragedias, la falta se sentido y los cambios que seguiremos experimentando en todos los órdenes: en lo político, en lo social, en lo ambiental, en lo económico, en lo laboral, en lo cultural.

Es la última semana y seguramente llegarán los recuerdos de lo vivido, en especial de las personas que ya no están con nosotros, porque murieron o porque se fueron de nuestras vidas, pero que dejaron huella para bien y para mal en nuestros corazones, en nuestra historia, en nuestra existencia.  

Somos seres temporales. Nuestro devenir es parte del saber estar con otros, de convivir con otras personas, sabiendo lo efímeros que somos, aunque se nos olvida esto muy seguido y dejamos pasar el tiempo, envueltos en las dinámicas del trabajo y de las responsabilidades de la vida cotidiana -que se convierten en excusas y pretextos para no actuar, para no hacer esa llamada, para no ofrecer disculpas, para no buscar el encuentro con personas con quienes quisiéramos estar o de las que quisiéramos saber.

El 2023 llega a su fin y el nuevo año llega y nos deja en la posibilidad del pleno ejercicio de nuestro libre albedrio. Eso, entre otras cosas, es lo que nos hace humanos: decidir, optar y crear nuestra realidad a partir de las condiciones de existencia. Nada fácil en un mundo fragmentado y en una sociedad dividida en clases sociales, cada vez más individualista y poco solidaria.

Sin embargo, está el porvenir, la utopía, el deseo, la convicción y la libertad como matriz compleja, que viene sin instructivo y obliga al menos a intentar poner los pies en la tierra y encontrar en el horizonte de lo inédito un norte, un camino, un lugar en donde seguir siendo lo que somos, con todo lo que implica, con sus riesgos y sus compromisos, con sus desafíos y consecuencias.

Nuestra vida seguirá dando la lucha por expresarse ante la realidad humana en la sociedad en que nos ha tocado vivir. Lo hará, enfrentándose al miedo, real o inventado. Lo hará desafiado lo establecido, si nos damos valor de ser nosotros mismos pese a todo y a pesar de todo, en mundo en el que no se acepta ser autentico, honesto y libre.

Es la última semana del año y tenemos la oportunidad para pensarnos de manera reflexiva. Es tiempo de pasar a la pregunta: ¿qué es lo que quiero profundamente ser? Y encontrar la respuesta para actuar y lograr que eso que se desea, y cumplir y con ello para tener momentos de realización y felicidad, que sólo existen si son compartidas, y hacer que el nuevo año sea el lienzo en el tiempo para plasmar nuestros deseos y compromisos.