Tigre y prótesis
“El tigre de Guanajuato nada tiene que ver con los tigres asiáticos; Guanajuato nunca podrá ser como Singapur…”
Una prótesis: es un elemento artificial que se integra en el cuerpo
con la finalidad de reemplazar un órgano o una extremidad
que, por algún motivo, falta. El objetivo es que la prótesis cumpla
una función similar a la que desarrollaba, o debería desarrollar,
aquello que está ausente.
El ejercicio político de jugar a las “vencidas” a propósito de las peticiones de la desaparición de poderes en Guanajuato, Veracruz y Tamaulipas, protagonizado entre el PAN y Morena en el Senado de la República, ha sido un suceso que muestra la fácil polarización sin sustento de un tema por demás controversial en la forma. Lo real es la situación en extremo grave de la inseguridad y violencia en esos tres estados, que reclama la acción urgente, —efectiva y coordinada- de todos los niveles de gobierno.
Las redes sociales se desbordaron, a favor y en contra, pero también pasaron del plano estrictamente político, a la agresión y la descalificación por demás banal. Cuando no hay argumentos, la fuerza es la que emerge y la violencia simbólica se expresa, con el riesgo de que se concrete, alentada por la “opinión pública” en redes sociales.
Lo interesante, es que podemos sacar algunas conclusiones de esta experiencia política.
Por una parte, en política se tiene que asumir el dicho de “el que se lleva se aguanta”, y Acción Nacional corrió el riesgo de solicitar la desaparición de poderes en el caso de Veracruz, y Morena le respondió con la misma estrategia, y la respuesta —en conferencia de prensa- del grupo parlamentario del PAN sólo se concretó a denunciar a Morena por “chuecos”, sin ninguna otra argumentación.
Los defensores del actual gobierno hicieron una apología de los logros económicos de Guanajuato, el crecimiento de la inversión extrajera, del modelo de desarrollo industrial. Sin embargo omitieron en todas ideas, vertidas en comentarios de prensa y en las redes sociales, el problema de la inseguridad y de la violencia que hace de Guanajuato un foco rojo, ya desde hace tres años y sin resultados concretos, además de que el actual gobierno le apostó a sostener al entonces procurador de justicia, actualmente Fiscal General del Estado, y al Secretario de Seguridad Pública. Ofrecieron apoyo al gobernador del estado usando argumentos parciales de orden económico y evitaron reconocer la crisis de inseguridad y violencia en la que se vive, donde 9 de cada 10 ciudadanos tienen miedo y la mayoría de los delitos, no sólo los homicidios dolosos, están a la alza.
El gobernador se atrevió a usar la metáfora de que los de Morena “soltaron al tigre”, en alusión a la reacción del PAN para defender el coto de poder que tienen en Guanajuato desde 1991. El balance del gobierno panista en el estado, más allá de que fue el único de la república que en la elección de 2018 ganó Ricardo Anaya, es contradictorio. Si bien ha existido una estrategia para sostener un desarrollo local a partir de impulsar la atracción de inversiones en el área automotriz, y ahora con el impulso de la industria aeroespacial —que, por cierto, va muy lento-, el tema del desarrollo social deja un saldo por demás crítico.
Los indicadores de desarrollo social que el PNUD hace a través del Índice de Desarrollo Humano, muestran varios rubros con serios rezagos sociales y con una clara conformación de dos guanajuatos, el del corredor industrial y el del resto de los municipios, sin dejar de reconocer que se ha querido propiciar que algunas industrias se instalen en municipios como San José Iturbide. Sin embargo, la realidad muestra esta polaridad.
Al mismo tiempo, el modelo de desarrollo en las ciudades que conforman el corredor industrial expresa una configuración basada en la urbanización de los municipios y en los mecanismos de reconversión industrial, para transitar de un modelo agrícola a uno industrial y de servicios, estrategia que apunta a un modelo clásico de acumulación de la riqueza —donde los ricos se hacen más ricos-, basada en la creación de plusvalía asociada a la infraestructura urbana a cargo de la erario público, con beneficiarios inmobiliarios, creado un crecimiento urbano no planificado, con la aparición de colonias irregulares, junto con la precarización de los servicios básicos y de los bajos salarios industriales, que ha creado situaciones por demás complejas, asociadas a la vulnerabilidad social, y procesos asociados a la pobreza.
Cabe señalar que tanto el anterior como el actual gobernador estuvieron al frente de la Secretaria de Desarrollo Social y Humano, y deberían saber que las estrategias de desarrollo económico poco tienen que ver con el desarrollo social, tal vez porque olvidan —o no logran comprender- que el capital y el mercado no pueden —por su naturaleza- distribuir o redistribuir la riqueza que generan los trabajadores del campo y de la industria y los empleados de las empresas de servicios.
El tigre de Guanajuato nada tiene que ver con los tigres asiáticos; Guanajuato nunca podrá ser como Singapur. El tigre que se soltó usa garras postizas; vive del recuerdo de un partido que fue oposición muchos años y tenía una filosofía humanista. El tigre usa prótesis en sus fauces; es un tigre manso que no ha podido proteger a sus ciudadanos, no un felino que impone liderazgo y marca territorio para proteger a su manada.
El tigre que se soltó no asusta a nadie. Ahí está el control de los grupos de la delincuencia organizada en Guanajuato, junto con la creciente ola de robos a casa habitación, robo de autos, asaltos con violencia, robo a transeúntes, violación de mujeres y feminicidios. El tigre, por lo pronto, se quedó dormido hace varios años.