miércoles. 25.06.2025
El Tiempo

Tinta y sangre

“Entre todo, fue mejor que corrieran ríos de tinta y no de sangre. La polarización social y política no le sirve al país…”

Tinta y sangre

Entre la doble moral, la contradicción entre desesperanza y altas expectativas de que algo debe hacerse para parar la violencia y desactivar el control del narco y del crimen organizado en territorios donde han creado un Estado paralelo, las críticas políticas, las explicaciones incompletas de las decisiones del gobierno federal,  y el vacío del gobierno del estado de Sinaloa, hemos sido testigos de los ríos de tinta derramados en periódicos,  portales digitales de noticias,  memes y comentarios en Instagram, Twitter y Facebook, de los que muchos pidieron derramar ríos de sangre para detener a toda costa a uno de los hijos del Chapo Guzmán, Ovido, en una escena propia del coliseo romano digital en el que se transformaron las redes sociales, y donde la clemencia no debía ser una opción.

Hay mucho que aprender de lo sucedido. Voces críticas como las de Elmer Mendoza y Maruan Soto Antaki dan perspectivas y exigencias al Gobierno de la República y lo que se pone en juego ahora es la posibilidad de pacificar el país, reconociendo que la violencia y la fuerza del crimen organizado ahora tiene de su lado esa máxima que reza: “Lo que no mata,  me hace más fuerte” de  Friedrich Nietzsche, a propósito de la guerra fallida de Calderón Hinojosa y la estrategia equivoca de Peña Nieto al empoderar y presionar aún más a las fuerzas armadas sin ningún respaldo legal, provocando la constante violación de los derechos humanos al poner a la Marina y al Ejercito en tareas policiacas.

El 3 de abril de 2010 la revista proceso publicó una entrevista de Julio Scherer García al “Mayo” Zambada con el título: Proceso en la guarida de “El Mayo” Zambada. En una de las secciones de la entrevista se lee:

Zambada no objeta la persecución que el gobierno emprende para capturarlo. Está en su derecho y es su deber. Sin embargo, rechaza las acciones bárbaras del Ejército.

Los soldados, dice, rompen puertas y ventanas, penetran en la intimidad de las casas, siembran y esparcen el terror. En la guerra desatada encuentran inmediata respuesta a sus acometidas. El resultado es el número de víctimas que crece incesante. Los capos están en la mira, aunque ya no son las figuras únicas de otros tiempos.

–¿Qué son entonces? –pregunto.

Responde Zambada con un ejemplo fantasioso:

–Un día decido entregarme al gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió.

–¿Nada, caído el capo?

–El problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí.

A juicio de Zambada, el gobierno llegó tarde a esta lucha y no hay quien pueda resolver en días, problemas generados por años. Infiltrado el gobierno desde abajo, el tiempo hizo su “trabajo” en el corazón del sistema y la corrupción se arraigó en el país. Al presidente, además, lo engañan sus colaboradores. Son embusteros y le informan de avances, que no se dan, en esta guerra perdida.

–¿Por qué perdida?

–El narco está en la sociedad, arraigado como la corrupción.

–Y usted, ¿qué hace ahora?

–Yo me dedico a la agricultura y a la ganadería, pero si puedo hacer un negocio en los Estados Unidos, lo hago.

El tema abierto en Culiacán es por demás complejo. No hay respuesta y estrategia única. Lo cierto es que en cualquier caso, para parar el control y dominio del narco y del crimen organizado se requieren al menos seis estrategias:

  • Seguir al dinero, tope donde tope. Confiscar cuentas y bienes y transparentar la acción de la Fiscalía General de la República y la Unidad de Inteligencia financiera.
  • Una policía profesional, científica –además de honesta y capacitada-. Una serie de estrategias de información e inteligencia, con una convicción de acción y uso de la fuerza bajo los principios de los Derechos Humanos y de la legalidad constitucional. Coordinación real de las policías –federal, estatal y municipal.
  • Encarcelar a todos los funcionarios coludidos con el narco y el crimen organizado.
  • Desarrollar un modelo de prevención integral que desactive el mercado ilegal de armas, cultivo, trasiego y venta  de drogas por una parte, y por otra el desarrollo de un esquema de integración y atención de adicciones, entre otras acciones propias de un modelo integral de combate a la delincuencia.
  • Un sistema de justicia penal, profesional, que contrarreste la impunidad y la corrupción.
  • Respaldar y proteger a periodistas y a defensores de Derechos Humanos, a medios de comunicación y a las organizaciones de la sociedad civil como un elemento de orden moral, civil y social en lo que implica esta gran tarea por pacificar todo el país.

Se necesita urgentemente, parafraseando a Elmer Mendoza: menos palabras y más trabajo, menos rollo y más resultados, y parafraseando a Mauran Soto Antaki: evitar la simulación desde la acción de gobierno y de sus instituciones; eso no ya no le sirve a nadie.

Entre todo, fue mejor que corrieran ríos de tinta y no de sangre. La polarización social y política no le sirve al país.