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16/05/13

Ernesto Arrache Hernández, in memoriam

Ernesto Arrache Hernández, in memoriam

No recuerdo cuándo conocí a don Ernesto. Debió haber sido por mediación de mi padre, quien había sido compañero de generación de José, el hermano mayor, fallecido hace algún tiempo. Pero sí recuerdo que nuestra relación se intensificó en los años noventa, cuando don Ernesto formó parte del patronato de la Universidad de Guanajuato. Yo me incorporé de tiempo completo a la institución en 1994, y a partir de entonces mis encuentros con este inteligentísimo personaje se hicieron regulares. Recuerdo que me tocó dictaminar uno de sus primeros libros –publicó cinco-, “La Reforma Política en Guanajuato”, y aunque tal vez fui demasiado rigorista –como joven académico que era-, don Ernesto aguantó vara. Hizo caso de las recomendaciones que quiso y su libro se publicó con todo su sello personal. Una personalidad como esa no era posible de ser alineada a los cánones rígidos del método científico.

Nació en el DF en 1944, pero siempre se dijo Jirihuicho –nativo de Irapuato- aunque leonés por adopción y voluntad. Uno entre nueve hermanos, debió competir con denuedo por la atención paterna, que nunca le faltó. Abogado por la Universidad de Guanajuato, con no sé cuántos posgrados en el país y el extranjero. Nunca dejó de estudiar y documentarse. Adoraba la ciencia política y fue profesor de esa disciplina en la UIA-León y la UBAC.

Don Ernesto formó a no sé cuántas generaciones que pasaron por su aula en la Preparatoria Oficial de la Universidad de Guanajuato en León. Muchos recuerdan la viveza de su cátedra de Historia, que narraba con tal emotividad que los oyentes eran arrastrados a los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial. Imposible no quedar marcado. Curiosamente, muere un 15 de mayo, haciendo honor a su profunda vocación magisterial.

Fue un abogado de fuste, notario destacado y político recurrente, aunque sin demasiado éxito. Un priísta de corazón que no abandonó el barco ni en los peores momentos de la ola azul. En el 2000 fue regidor por ese partido en el Ayuntamiento de León. Desde ahí pudo desplegar sus dotes en la elocuencia y la persuasión: no se pelaba con nadie, ni siquiera con los “mochos” panistas que imponían el mayoriteo en el municipio que gobernaban desde 1988.

En el 2006 se coló como cuarto aspirante a la candidatura priísta a gobernador del estado. No era ingenuo: a algunos amigos nos confesó que veía lejos esa posibilidad, pero en política “debes tener algo para negociar algo”, y aunque no logró dicha candidatura amarró una posición como diputado plurinominal suplente en la LX legislatura. Pudo ser diputado titular gracias a que la actual alcaldesa de León, Bárbara Botello, dejó la curul cuando decidió competir por primera vez por la alcaldía, en 2009. Fueron pocos meses en el cargo legislativo, pero desplegó sus amplias habilidades en el debate y la oratoria desde el máximo foro del estado.

Liberal hasta la médula, supongo que algún día fue masón. Come curas y defensor del Estado laico, a este tema dedicó su último libro “Política y Religión”, que constituye una aportación muy valiosa para profundizar en el papel que ha jugado la jerarquía eclesiástica en una ciudad tan religiosa como León. Un tema al que pocos le entran, porque el riesgo de defenestración política y ostracismo social es alto.

Pero fue a partir de 2003 cuando mi relación con don Ernesto se intensificó. Por iniciativa suya y del también finado José Trueba Dávalos –mi exjefe en la Secretaria de Educación entre 1985 y 1991-, fundamos el Instituto Guanajuatense de Estudios y Ciencias Políticas (IGECIP), que tocó presidir al propio Arrache, con la vicepresidencia de Trueba. A partir de entonces dimos inicio a una serie de actividades de carácter académico, sin vinculación con ideologías o partidos. Muchos nos fuimos integrando por invitación –a mí me invitó Arrache- o por interés personal en el tema político, incluyendo a personajes destacados como Juan Miguel Alcántara –segundo presidente del IGECIP-, José Luis Romero Hicks –entonces presidente del Instituto de Administración Pública de Guanajuato- y Leonardo Valdés Zurita –hoy consejero presidente del IFE. Arrache se mantuvo siempre activo desde la vicepresidencia, y se preocupó por convocar a jóvenes y a políticos con cacumen para integrarse al instituto.

Yo le agradezco tantas conversaciones inteligentes y desafiantes. No fue mi maestro, pero como si lo hubiera sido. Dio clases de política a generaciones imberbes que llegaban a los espacios del poder con más ganas de beneficiarse a sí mismos que a servir a los electores. Por eso, cuando comenzaron a conocerse los primeros casos de corrupción en los gobiernos estatal y municipales panistas, sentenció: “¡Claro! ¡Si los panistas no son suizos!”

Antropólogo social. Profesor investigador de la Universidad de Guanajuato, Campus León. [email protected] – www.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com – Twitter: @riondal