La evaluación más importante

" ... en las últimas semanas se publicaron dos reportes que evalúan a nuestro país en un aspecto fundamental: el combate a la pobreza y la equidad. Ambos documentos ponen en evidencia el fracaso de la política social y económica en México, no sólo de este sexenio, sino de los últimos 20 o 30 años"

 

 

 

 

En estos días que corren, el gobierno ha logrado colocar el tema de la evaluación –la educativa– en la lista de los conceptos más usados y bien ponderados. Evaluar, sin duda es importante: lo que no se mide no se puede mejorar, se dice. No en todos los ámbitos, pero sí en la mayoría, ésta máxima es verdadera. Es, al menos, un principio básico de la planeación y de cualquier proceso de mejora institucional. No es verdad que evaluar lleve ipso facto a la mejora, ni que calidad educativa sea un resultado simple de la evaluación. Sería como decir que tomar la temperatura es lo mismo que curar.

Es bueno evaluar, bien. Y hablando de eso, en las últimas semanas se publicaron dos reportes que evalúan a nuestro país en un aspecto fundamental: el combate a la pobreza y la equidad. Ambos documentos ponen en evidencia el fracaso de la política social y económica en México, no sólo de este sexenio, sino de los últimos 20 o 30 años. El primero es el estudio de Oxfam sobre la desigualdad en México (Desigualdad Extrema en México, Gerardo Esquivel) y el segundo, la Medición de la Pobreza que hace el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). El primero proviene de una organización de la sociedad civil; el segundo, de un organismo público autónomo descentralizado del gobierno federal. El primero pone el énfasis en la centralización del poder económico y político en México, el segundo en la pobreza y los efectos que los programas sociales han tenido en su combate. Ambos coinciden en que los pobres en México no disminuyen y que las políticas sociales han servido de poca cosa.

CONEVAL establece una forma de medición que llama multidimensional: por una lado, considera el ingreso económico de las familias y, por el otro, las carencias sociales: rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a seguridad social, alimentación, calidad en los espacios de vivienda y servicios básicos (agua potable entubada, drenaje, electricidad).

Respecto al ingreso, establece los parámetros Línea de Bienestar Mínimo (LBM) y Línea de Bienestar (LEB). La primera se fija con base en el costo de la canasta básica alimentaria, es decir, 1242.61 pesos mensuales, y la LEB suma la canasta de consumo incluyendo otros gastos no alimentarios, es decir $2542.13 mensuales a nivel urbano. Para ser considerado pobre, según el CONEVAL, usted debe ganar menos de $2542.13 pesos y tener al menos una carencia social. Para estar en pobreza extrema, debe tener al menos tres carencias sociales y ganar menos de 1281.05 pesos mensuales. En la página de CONEVAL se puede conocer con más precisión la metodología.

Lo relevante es que durante los últimos 4 años no hemos avanzado, sino retrocedido. En 2010 había 59.6 millones de mexicanos y mexicanas abajo de la línea de bienestar y con al menos una carencia social. En 2014 eran ya 63.8 millones. Incorporamos a la pobreza a 2.5 millones de personas más (4.8%).  Significa que a esos mexicanos y mexicanas no les alcanza para cubrir una dieta básica que incluye la fabulosa cantidad de 100 gramos aproximados de productos cárnicos, un vaso de leche, tres tortillas, algo de frutita y verdura diariamente. Para transporte les alcanza, con los costos de transporte en León, a un viaje de autobús al día (sólo de ida, regreso al día siguiente). En resumen, unos 86 pesos diarios para todo. A 46.2% de los mexicanos no les alcanza para esos mínimos.

La pobreza extrema sí bajó ligeramente, lo cual es explicable. En parte porque los programas sociales del gobierno atienden básicamente a ese segmento con estrategias asistenciales, y en parte porque se redujeron algunas carencias, especialmente de la de acceso a la salud, a través del Seguro Popular.

Hay otro grupo que vive con más de esos 86 pesos diarios, pero tiene alguna o algunas carencias sociales, como los pequeños comerciantes que pueden tener ingresos superiores a la línea de la pobreza pero no tienen seguridad social; el día que tienen una enfermedad grave deben vender todo para salir del problema. Sólo 20% de los mexicanos está por arriba de la línea de bienestar y tiene todas sus carencias sociales resueltas.

Evaluar, decíamos al principio, no resuelve ningún problema. La evaluación sirve si a partir de ella se discute y se toman decisiones. Parte de su valor es señalar los asuntos importantes, marcar los temas que deberíamos estar discutiendo. Ahora que se habla tanto de la evaluación docente, me parece que se ha dicho muy poco sobre la evaluación de la pobreza; algunos artículos de opinión, dos o tres cabezas en los diarios. Pero ¿qué evaluación puede ser más importante para un país que ésta? ¿Qué tarea puede ser más importante para un país que asegurar a su población niveles mínimos de bienestar? CONEVAL no evalúa únicamente a la Secretaria de Desarrollo Social; evalúa, al final, toda nuestra política económica. Evalúa al gobierno y nos evalúa a todos: es el espejo en el que nos debemos ver.

Si dejamos pasar la evaluación como una nota periodística más, todo el aparato del CONEVAL y el esfuerzo de medición no sirve para nada. Este Informe –como el de Oxfam– debiera ser el acicate para discutir en todos los niveles: no sólo los programas de asistencia social, sino nuestra política económica en general y nuestro papel y compromiso como ciudadanía con los pobres en México.