Guanajuato, nosotros, y los plásticos de un solo uso
“Mientras nuestros diputados se ponen las pilas, podemos ir prohibiendo, en nuestros propios hábitos, los plásticos de un solo uso..”
Es difícil no escandalizarse ante las imágenes de verdaderas islas artificiales compuestas de plásticos flotantes. Mucho antes de estas imágenes escalofriantes, habíamos constatado que en nuestro país es casi imposible transitar por un espacio natural sin encontrar, de vez en cuando, una bolsa de plástico voladora, enredada en un nopal o en las ramas de un arbusto junto a un arroyo. Es bueno que la conciencia al respecto vaya creciendo, y no es para menos. Cada segundo se usan en el mundo 160 mil bolsas, y en México se producen al año 300 millones de toneladas de plástico.
Para la gran mayoría de las personas, los plásticos pudieran parecer objetos irremplazables. Pero debemos caer en la cuenta de que la humanidad empezó a usar algunos plásticos, como la baquelita, a principios del siglo XX, como parte de algunos objetos de uso permanente; pero fue hasta hace 70 años que los diferentes tipos de plástico empezaron a sustituir a los envases y a invadir, paulatinamente, nuestra vida cotidiana.
El uso excesivo del plástico ha sido causa y efecto de una cultura propia de la posmodernidad, que maximiza la comodidad y el individualismo. Ha sido una de las mejores herramientas para ahorrar esfuerzo sin pensar en las consecuencias: gracias a los plásticos tenemos fiestas sin lavar trastes, comidas a domicilio, compras sin necesidad de llevar “las bolsas del mandado”, etcétera.
Sobre los plásticos de un solo uso, la mayoría de los estados de la República ya tienen leyes restrictivas, o están a punto de entrar en vigor en 2020. Algunos, como Querétaro, Aguascalientes y otros, lo han hecho a nivel municipal. Sólo en dos estados no existe una ley preparada para entrar en vigor, ni tienen reglamentos a nivel municipal: Guanajuato y Campeche. Hay una iniciativa en el Congreso de Guanajuato, pero hasta la fecha no ha sido aprobada. No sabemos si por haber sido propuesta por un diputado de la minoría, corra el riesgo de ser mandada a la congeladora (envasada en una bolsa de plástico). A nivel nacional existen iniciativas que podrían implantar una restricción a nivel federal, así como otras que buscan establecer impuestos especiales a la producción de botellas con PET virgen. Esperemos que en Guanajuato no debamos ir a la saga de la Federación.
Hay, desde luego, objeciones a la prohibición o regulación del uso de plásticos de un solo uso: el daño a la industria es el principal, y la duda sobre el efecto real que tengan este tipo de medidas. Según datos de Greenpeace, países como Chile, Irlanda o Kenia, que han establecido regulaciones como la prohibición de las bolas de plástico de un solo uso o de impuestos especiales, han logrado que entre el 60 y 90% de sus ciudadanos adopten la cultura de las bolsas reutilizables y esto se empieza notar en algunos ecosistemas. El aspecto económico es, desde luego un dato a considerar, pero toda transformación para mejorar implica siempre ese riesgo. Una legislación sobre los plásticos de un solo uso debe impulsar la transformación de esas industrias, que deberían de haber empezado hace mucho a buscar alternativas.
En muchos lugares, la ley para prohibir el uso de plásticos de un solo uso ha servido para concientizar y transformar la cultura. Hay personas que no pueden imaginar lo que es ir al “súper” sin que les regalen las bolsas. Pero en las ciudades donde la prohibición opera, lo que empieza a ser inimaginable, es ir a la tienda sin llevar bolsa. Y como eso, son cientos de hábitos que se conformaron en los últimos 70 años y podemos cambiar con un poco de esfuerzo. En lo que nuestros diputados se ponen las pilas, podemos ir prohibiendo, en nuestros propios hábitos, los plásticos de un solo uso.