La tercera vía • David Herrerías
Me he cansado de escuchar en pláticas de café la idea de que López Obrador gana las elecciones porque reparte dinero a los pobres. En varias conferencias en el extranjero el expresidente Felipe Calderón ha repetido lo mismo como un mantra. Eso es un mito, que no se sostiene en los hechos, y que parte de un cierto desprecio por las clases populares, a las que se considera menores de edad, incapaces de emitir un voto razonado. Denota, cuando menos, un desconocimiento de las motivaciones que llevan a las personas a votar por una u otra opción.
Cuando se habla con desprecio de las masas empobrecidas,dispuestas a venderse por un palto de lentejas, se pasa por alto el hecho de que esas mismas masas cambiaron los equilibrios en el congreso en 1997 y llevaron a Fox al poder en el 2000, a pesar del uso electoral que hacía el PRI de los programas sociales. Y esas mismas masas retiraron su voto al PAN en el 2012 y decidieron probar con el PRI de nuevo. Si fuera tan fácil como comprar voluntades con programas sociales, sería difícil explicar la alternancia de tres partidos en una sola década en México.
La mayor parte de las personas, de todas las clases sociales, votan por una mezcla de razones: por quien creen que lestraerá mayores beneficios directos, pero también por quien piensan que puede acabar con los grandes problemas del país. Los empresarios votan por quien creen que garantizará un mejor marco para la economía, los ecologistas por quien creen que establecerá políticas más agresivas para defender el medio ambiente, las feministas por quien habrá de llevar adelante las conquistas en materia de derechos de la mujer, etc. De eso se trata la democracia. La mayor parte de los mexicanos votó por un cambio, porque le creyeron alcandidato que dijo que podía acabar con la corrupción, con la violencia, y, sobre todo, con la escandalosa desigualdad,que parecía invisible para las minorías beneficiadas por la transición democrática.
Una de las características clásicas del populista es la de convencer a los ciudadanos de que hay solo dos opciones posibles (de las cuales la correcta es la suya, claro). Franco y Pinochet se presentaban como la única opción frente al comunismo; Chávez y Maduro frente al imperialismo yanqui. En nuestro caso, el presidente nos quiere convencer de que él es la única opción posible frente al neoliberalismo.
El problema de considerar a las mayorías como masa manipulable que se mueve sólo por la zanahoria de los apoyos sociales, es que se ignoran las razones de fondo que llevaron a esa mayoría a votar por López Obrador y no construye alternativas apetecibles para el 60% de los marginados de este país. Habrá que demostrar que es falsa la dicotomía entre el neoliberalismo y AMLO, pero ofreciendo de verdad una tercera vía, diferente a la del PRI de los años setenta, y lejos también de las políticas de las últimas décadas que nos han convertido en uno de los países más desiguales del mundo.