sábado. 21.06.2025
El Tiempo

Amén y amen

"Para que un niño desarrolle sus habilidades cognitivas es preferible recurrir a la lógica de la instrucción. Con ello se hace propicia la conexión de un dato hacia otros"

He tomado como norma hacer algún comentario en estas Chispitas de lenguaje cuando me etiquetan en Facebook dos personas sobre algún tema. Suelo responder a esas invitaciones para externar mi opinión. Sin embargo, cuando hay más de una etiqueta, a mi parecer, significa que hay un interés más generalizado y por ello publico estas ampliaciones.

La intención de las dos personas que me etiquetaron por las palabras ‘amén’ y ‘amen’ fue para disfrutar del juego de palabras que se produce con el cambio de significado por la presencia y ausencia del acento gráfico. En ambos casos fue a través de imágenes que actualmente llaman memes. La primera composición (Chilo Cid) convocaba a que este mundo estaría mejor si en vez de sentenciar ‘amén’ (que significa «así sea»; se usa «para manifestar vivo deseo de que tenga efecto lo que se dice», señala el Diccionario oficial de nuestro idioma) fuera ‘amen’ (que es el imperativo del verbo amar); lo que implica una orden para sustituir tantas agresiones, efectos negativos y vida indiferente por la aplicación del amor.

El segundo meme (Kennia Velázquez) simplemente enuncia «Amen. Así, sin tilde» y lo firma una agrupación murciana (España).

Esta última imagen me llama la atención por la forma en que aprendemos ortografía. Se nos ha enseñado que la norma es inflexible. Todo debido a la actitud de los adultos cuando los niños preguntan. Como el adulto es incapaz de esforzarse para comprender la lógica, recurre a la imposición: «Es así, simplemente porque es así» o «Así se hace porque yo lo digo». Entonces queda en el menor que –independiente del tema– muchas de las acciones sociales son rígidas, carentes de una razón. Así crece y muchas veces ya no pregunta, actúa como fue aleccionado.

En 2010, cuando se difundió la norma que la palabra ‘guion’ debe escribirse sin acento gráfico, muchos de mis seguidores lo aceptaron (otros protestaron), pero muy pocos preguntaron la razón: los monosílabos no se tildan desde 1956 y este vocablo se presentaba como caso excepcional, sin alguna razón de fondo para tildarlo. Esto me permite identificar que muchas veces las normas se asumen, pero no se razonan.

El mismo riesgo corre el segundo de los rótulos difundidos a que me refiero en los párrafos anteriores. Cierto es que apela a la habilidad de comprensión del lector, pero la rigidez formativa impide descubrir el juego de intención. Entonces, algunos adultos pudieran suponer un cambio de ortografía cuando se trata del sentido: ‘así sea’.

Ello llama, por una parte, a la actitud educativa de los adultos. Es desaconsejable la imposición en el menor. Para que un niño desarrolle sus habilidades cognitivas es preferible recurrir a la lógica de la instrucción. Con ello se hace propicia la conexión de un dato hacia otros. Esto, a su vez, no solo fortalece el pensamiento, sino que lleva a descubrir alternativas. La habilidad de conectar información propicia la inteligencia.

Por la otra, el adulto debe reeducar su actitud. Es decir, debe evitar desesperarse ante las constantes consultas de los menores por entender su entorno. De igual forma, le es imprescindible comprender la lógica de las normas (al menos las del idioma, pero bien valdría para cualquiera) a pesar de que a él mismo se las hayan impuesto. Entonces, deberá reflexionar sobre los motivos de una norma, su lógica.