Chispitas de lenguaje • Fórmulas extrañas • Enrique R. Soriano Valencia
Todos sabemos que el español no es fácil: tiene una terminación para cada persona gramatical en cada tiempo verbal (que, además son 17 tiempos); la cantidad de verbos irregulares es mucho mayor que en otras lenguas (los verbos que no mantienen su raíz al conjugarse se llaman irregulares y hay 47 modelos); tres formas diferentes de expresarse (voces activa, pasiva y progresiva) y las alternativas de ordenar vocablos con la sintaxis son impresionantemente múltiples. Es decir, que el español evolucionó de forma muy intrincada.
La lógica del idioma se incrusta en nuestra estructura mental para los que somos nativos de una lengua. Por ello, todos los aspectos anteriores están dominados. Sin embargo, hay voces y estructuras menos usuales que a los propios hablantes del español como lengua materna cuesta trabajo.
Una de esas dificultades es la conjugación de verbos. Si la conjugación en imperativo en segunda persona en tratamiento de usted del verbo traer es traiga; ¿por qué no puede ser haiga del verbo haber? En vez de ello, su conjugación es haya; «Las formas heredadas del latín son habe y habed, pero carecen totalmente de uso en la actualidad», nos informa el Diccionario Panhispánico de Dudas. No puede ser haiga porque la raíz de tener y haber no es la misma. Por tanto, no puede aplicarse la misma lógica de conjugación. Solo en verbos similares se aplican derivaciones idénticas. Es decir, que no estamos ante verbos similares.
Caso también extraño es dícelo y díselo. Ambas formas son válidas, pero se refiere a actos diferentes, informa el lingüista mexicano don José G. Moreno de Alba. La primera es la tercera persona del presente (dice) con un complemento (lo). Es como «lo dice», pero en forma antigua de estructurar: «Ese hombre dícelo todo en voz baja». En tanto, de forma evolutiva díselo corresponde al imperativo de informarle a alguien de algo. El mismo estudioso mexicano, que fue presidente de la Academia Mexicana de la Lengua, informa que di es el imperativo de decir; «el complemento indirecto manifestado por el pronombre de tercera persona (le), que ante lo se cambia, primero a ge y, desde el siglo xiv, a se»; y lo es el pronombre que refiere la información específica que se debe dar a conocer.
La otra opción, no abordada por don José, es que díselo puede también ser la forma de describir que alguien «se lo dice a sí mismo», que el habla popular construye como díceselo.
Otro fenómeno que se presenta por la dificultad de dominar la lógica del idioma se conoce como ultracorrección. Este término se aplica a quien corrige lo que a su juicio es incorrecto, cuando en realidad es la forma adecuada de enunciarlo. Un vocablo común al que se recurre en este sentido es *fotocopea cuando se trata de duplicar un documento mediante proceso de copiado a través de fotografía para imprimir un documento idéntico. Por alguna razón a las personas les parece que está mal enunciado fotocopia (cuando es el vocablo aplicable) y lo modifican a una forma que no corresponde.