Chispitas de lenguaje • Robot, robótica y Navidad • Enrique R. Soriano Valencia

“La característica de esas máquinas: tenían forma humana pero carecían de conciencia…”

Chispitas de lenguaje • Robot, robótica y Navidad • Enrique R. Soriano Valencia

La robótica es una especialidad de la informática. Apenas en 1992, el diccionario oficial de las Academias de la Lengua incorporó esa palabra. La define como: «Técnica que aplica la informática al diseño y empleo de aparatos que, en sustitución de personas, realizan operaciones o trabajos, por lo general en instalaciones industriales». Esa voz procede de la palabra robot, incluida al diccionario oficial desde 1970, con el sentido de: «Máquina o ingenio electrónico programable, capaz de manipular objetos y realizar operaciones antes reservadas solo a las personas».

Las sociedades en su conjunto son las que van forjando su idioma. Cuando aparece una voz y satisface las necesidades de la sociedad, de inmediato se adopta. De lo contrario, simplemente no se presta atención y se relega. Es el caso de autómata, que en nuestro idioma pudo haberse usado en vez de robot.

Anteriormente el fenómeno de incorporación de palabras era muy local. Un grupo aislado de personas adoptaba por alguna razón una palabra y así iba construyendo un idioma diferenciado de otros. De esa forma se forjaron los actuales idiomas a partir del indoeuropeo. Ahora esa práctica ha emigrado al globo terráqueo. Muchas voces pasan por la simpatía del mundo. Es el caso de robot y robótica: palabras incorporadas a la mayoría de los idiomas.

Robot, con el sentido moderno, fue usada por primera vez por el dramaturgo checo Carel Kapel en su novela R.U.R., publicada en 1920. Se trata de una historia de ciencia ficción, donde una supuesta compañía del futuro —llamada Robots Universal Rossum— se dedica a fabricar seres para trabajos forzados. La característica de esas máquinas: tenían forma humana pero carecían de conciencia. Kapel tomó el vocablo robota del checo, que significa trabajador forzado o esclavo y lo aplicó a los artefactos. En la historia, la maquinaria autómata debía obedecer ciegamente a sus dueños. El propósito de esos mecanismos es que respondan a una programación determinada de forma absolutamente fiel. La palabra gustó y tanto novelistas como cuentistas empezaron a echar mano de ella para definir a esa mezcla tecnológica humanoide entre sistemas motores y procesador de datos.

Fue Isaac Asimov —científico, divulgador, novelista, ensayista ucraniano, nacionalizado norteamericano— quien forjó el término robótica para referirse a todas las actividades relacionadas en el diseño, producción, operación y mantenimiento de los robots. El concepto previsto por Asimov hoy es una realidad en la tecnología, además de una especialidad profesional.

Robot es una de las pocas palabras admitidas que se pluraliza sólo agregando S al final, sin una vocal intermedia entre consonantes finales: robots.

Como los científicos, dudo sinceramente que alguien cree sistemas tan complejos que se cuele una programación diferente a la prevista, como describen los relatos de ciencia ficción que popularizaron el vocablo. Jamás serán una amenaza los robots. Siempre estarán al servicio del hombre, como sus parientes lejanos… la maquinaria. Ningún instrumento del hombre es malo o negativo; su uso inadecuado es lo que amenaza. Pero eso pertenece a las debilidades del ser humano. De ahí que, de corazón y no como una programación, les deseo una feliz e intensa Navidad.

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