Discusiones sobre la mayúscula
"El problema de la confusión es haberse aprendido de memoria algunas mayúsculas iniciales."
La mayúscula inicial es un caso de excepción. El 99 % de las letras de un texto debe enunciarse en minúscula. La letra mayúscula se limita solo a algunos casos de puntuación y de singularización. Su uso por motivo de la puntuación no ofrece demasiada complicación, salvo casos dudosos para el redactor común (como después de dos puntos, puntos suspensivos o punto de abreviatura). Pero la aplicación en casos para distinguir, obliga a reflexionar sobre su uso.
La norma enuncia que los nombres (sustantivos) propios deben iniciar con mayúscula. ¿Qué sentido tiene esa instrucción? Precisamente, diferenciar el nombre común, del propio. Es decir, singularizar, señalar a alguien o algo (como el nombre de un edificio o de una oficina) como elemento diferenciado del resto. Pongamos el caso de mi nombre. Yo me llamo Enrique. Lo escribo con mayúscula porque el nombre me distingue, me singulariza de otras personas.
Supongamos ahora que debo hacer un trámite. En el lugar hay muchas personas (con diferentes nombres, por supuesto; pero habrá otros muchos con nombre similar). Al arribar al sitio del trámite encuentro muchas ventanillas y solo debo presentarme en la que aparezca mi nombre. Sobre la ventanilla habrá un letrero que enunciará «Los enrique, favor de registrarse aquí». ¿Por qué apareció allí con minúscula? Precisamente, porque en ese caso es un nombre común, muchos tenemos el mismo nombre.
El problema de la confusión es haberse aprendido de memoria algunas mayúsculas iniciales. Cierto que en algunos casos no variarán porque no hay dos elementos idénticos (Organización de las Naciones Unidas, por ejemplo); pero en otros muchos casos, no es así. Por ello, es preferible aplicar la lógica.
Veamos otro caso. Los nombres de los signos del Zodiaco son propios. No existen dos signos con el nombre Tauro, Capricornio o Piscis. Entonces, es natural que se escriban con inicial mayúscula. Sin embargo, cuando informo: «Yo soy capricornio», entonces debo enunciarlo con minúscula inicial. Eso se debe a que ya no hace la función de nombre propio sino de una calificación (ahora es un adjetivo). Es lo mismo si declaro: «Yo soy feo». Por supuesto, la palabra ‘feo’ es un adjetivo, porque está calificando cómo soy; no es un nombre propio. Lo mismo sucede con la palabra ‘capricornio’ si se comparan las oraciones. Entonces, cuando se aplica una persona ha perdido su calidad de nombre propio para transformarse en una palabra común a cientos de personas nacidas bajo el mismo signo zodiacal.
Otra forma de singularización es la antonomasia. Esta ofrece mayor dificultad porque obliga al redactor a reflexionar con mayor detenimiento. Veamos el caso: «El papa Francisco recibió del sacerdote Juan José Marmolejo Martel una estola con motivos huastecos». La palabra ‘papa’ aparece con minúscula porque no es un nombre propio, 265 personas (oficialmente) han llevado ese encargo. Sin embargo, si a través de ese nombre me quiero referir a uno en específico (singularización) gracias al contexto, entonces uso la mayúscula: «El Papa agradeció el obsequio del sacerdote mexicano, originario de San Luis Potosí». En esta última oración, mediante la palabra ‘Papa’ se hace sobrentender que se trata de Francisco; esa es la mayúscula por antonomasia. Ahora, si la oración hubiese terminado en el vocablo ‘sacerdote’, también debía llevar mayúscula inicial para referir al que la obsequió. Sin embargo, como el enunciado recurre a varias palabras para no deja lugar a dudas respecto de quién es que dio el presente, se hace innecesaria la mayúscula inicial en el vocablo común ‘sacerdote’.