Disparidades del idioma

"El idioma no es homogéneo. Lo que en un lugar tiene un significado, en otro se interpreta de forma distinta; o quizá hasta sea palabra ofensiva, vulgar o reprobable"

 

 

 

 

 

El idioma no es homogéneo. Lo que en un lugar tiene un significado, en otro se interpreta de forma distinta; o quizá hasta sea palabra ofensiva, vulgar o reprobable.

La misma palabra ‘leperada’ es un ejemplo. Según el Diccionario de la Real Academia Española, DRAE, designa voces o expresiones groseras. Sin embargo, ese término solo se usa en Centroamérica y México. En España le llaman ‘taco’ y en la mayoría de los países hispanohablantes, ‘grosería’. Para los lectores mexicanos, no hay necesidad de explicar que ‘taco’, a su vez, es un ‘disco de maíz’ al que se le coloca un guiso y se consume enrollado. Por ello, en España tendría un sentido diferente un rótulo que anunciara ‘Tacos al pastor’. Allá se entendería como ‘proferir leperadas a un pastor’ y en México, un tipo de comida.

Otro caso singular es ‘chunche’. Aparentemente, es un vocablo que procede de un nahuatlismo para designar algo viejo. En México y España se aplica para referirse a cualquier objeto al que no se le nombra por su nombre, por su poco valor –económico o práctico–. Sin embargo, en Nicaragua, informa el Diccionario de americanismos, DA, de las Academias de la Lengua, es una voz muy vulgar: se refiera a la vulva, las partes que rodean y constituyen la abertura externa de la vagina.

En el DRAE, el vocablo ‘chanchullo’ se define como «manejo ilícito para conseguir un fin, y especialmente para lucrar». En época electoral, incluso, en México se usa para calificar procesos que se presumen fraudulentos. Pero en Colombia se refiere al intestino delgado de la res, cerdo o cordero que se consume asado o frito (las tripas).

‘Chuleta’ es de lo más variado. Estrictamente, se trata de una costilla con carne para consumo. Pero, la interpretación es muy variada. En Chile, es la porción de barba que se deja en las mejillas, más abajo de las orejas, lo que aquí llamamos patilla. También en ese país aplica para una patada. En Honduras, por su parte, es el nombre popular para llamar a un homosexual. Paralelamente, en Puerto Rico ese vocablo se usa para señalar una mentira o embuste. En ese mismo estado asociado a la Unión Americana se utiliza para llamar a la marihuana.

‘Chuleta’ en España lo usan para referirse a las anotaciones ocultas de apoyo para resolver exámenes que se consultan sin autorización del profesor o sinodal, lo que aquí en México llamamos ‘acordeón’. Dan ese nombre en España porque la mano fue el primer lugar donde se hacían las anotaciones y extendida da la apariencia de una chuleta. Pero a este mismo recurso para sortear las dificultades de un examen, en Ecuador le llaman ‘polla’, vocablo altamente escandalizante en España por referirse de la forma más vulgar al sexo masculino.

‘Clavar’ o ‘clavarse’ también tiene gran variedad de sentidos. En México, para variar, significa realizar el coito; en Guatemala, Honduras, España y Nicaragua tiene el sentido de robar o tomar algo que no le pertenece a quien lo toma; en Uruguay, significa haber perdido el tiempo; en Bolivia, dejar plantado a alguien; y en Argentina, no pagar una deuda. Otra sentido a esta misma palabra en México, Honduras y Salvador es enamorarse. En Cuba, Venezuela y Bolivia se aplica para cuando alguien se presenta en un lugar al que no fue invitado.

En México usamos la palabra ‘cotorreo’ para referirnos a la charla o parloteo bullicioso que resulta ameno, disfrutable. El problema es que ‘cotorra’ en algunas regiones de Chile es el nombre popular con el que se llama a las prostitutas; mientras que en El Salvador esta misma palabra se refiere al pene. Entonces, cuide amigo lector dónde y con quién se va a cotorrear.  

En nuestro idioma los sentidos dados socialmente no son universales. También es importante recordar que en el ánimo popular pesa y tiene más sentido el significado general que el de diccionario. Lo que en una localidad es inocente, en otra escandaliza. Por ello, amigo lector, antes de exclamar algo en el extranjero, consulte si será mal interpretado.