jueves. 18.04.2024
El Tiempo

Y el lenguaje hizo la diferencia

"El lenguaje lo tenemos ya registrado en el ADN y lo heredamos a nuestra progenie"

Y el lenguaje hizo la diferencia

El lenguaje es una de esas habilidades que por ser de lo más común, no se le reconoce lo suficiente. El papel desempeñado en el desarrollo del cerebro es fundamental.

Con los chimpancés compartimos el 99% del ADN, asegura Niel DeGrasse Tyson, el heredero de Carl Sagan en la difusión popular de la ciencia. Porcentualmente, la diferencia es mínima, nos indica, pero biológicamente es un mundo de distancia. Ese 1% hace que unos sean incapaces de encender fuego y los otros hayan puesto el telescopio Hubble en órbita y exploren el Universo. Esa pequeña diferencia da un abismo de distancia.

Pero lo que no precisa DeGrasse Tyson –al menos en el documento consultado– es que ese contraste empezó con el uso de la herramienta y la necesidad de compartir la experiencia: la comunicación. Sin esas dos condiciones, difícilmente podría haberse desarrollado el cerebro y marcado la distancia con nuestros primos biológicos más cercanos. El lenguaje lo tenemos ya registrado en el ADN y lo heredamos a nuestra progenie.

La necesidad de habla jugó un papel fundamental en el desarrollo de la capacidades mentales (curiosamente, también la risa, pero aún no le han dado el suficiente crédito).  Claro que otros factores se combinaron, como el tipo de alimentación. Dominar la herramienta hizo que músculos y brazos tuvieran mejor desempeño. Se logró mayor fuerza y reducir los riesgos al echar mano de lo que podrían llamarse extensiones de manos y piernas. Hacer que otros dominaran la habilidad que cada primate iba descubriendo, transmitir la experiencia (la técnica), compartirla, llevó al ser humano al trabajo conjunto, coordinado, grupal. Ese hecho logró multiplicar las habilidades individuales en grupal. Entonces las capacidades de los primeros seres humanos crecieron exponencialmente.

La herramienta (el palo o la piedra) se posicionó como la extensión de las extremidades (las partes fundamentales del cuerpo para sobrevivir: huir o defenderse de depredadores y conseguir el alimento). Pero el lenguaje se transformó en el recurso para compartir la experiencia, para razonar estrategias y planear cómo coordinarse para enfrentar el ambiente. Cierto es que el pulgar tuvo un papel crucial para el cerebro y dominar la herramienta, pero el lenguaje completó, impulsó y proyectó ese 1% de forma inusitada. El idioma facilitó transmitir ideas y con ello compartir experiencias para aumentar lo que la herramienta también hizo: acumular fuerza, pero ahora colectiva. El lenguaje y la risa incidieron en el razonamiento, o sea, en formar ese 1% que nos diferencia de los chimpancés.

El lenguaje es un factor común entre los seres más distantes; histórica, física, geográfica o culturalmente. Es decir, hay un principio universal de organización cerebral. Me refiero a que todos los cerebros, independiente del idioma, de la raza o de la ubicación geográfica, usan las mismas zonas cerebrales para el lenguaje.

Cito textualmente lo que reporta un reciente estudio (elcastellano.org) «No es ningún secreto que idiomas como el inglés, el hebreo, el chino y el castellano se escriben, leen y hablan de formas muy dispares. Sin embargo, un equipo de investigadores internacional del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL), la Universidad de Yale (Estados Unidos), la Universidad Hebrea de Jerusalén (Israel) y la Universidad Nacional Yang - Ming de Taipei (Taiwan), sostiene que en los cerebros de sus hablantes se activan áreas comunes tanto para descifrar lenguaje escrito como el oral. Un trabajo que ha sido publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences».

Y aunque las conclusiones de esa investigación enuncian «un principio universal de uso cerebro», en última instancia demuestra que el habla apareció en el origen común de todos los seres humanos y que los idiomas evolucionaron por el aislamiento entre grupos, una vez que se extendió el Homo Sapiens. Por tanto el origen, la necesidad de comunicación, aparece con el ser humano. El primate ya humano empezó a multiplicarse y difundirse ya con el idioma a cuestas y de él descendemos toda la humanidad.