jueves. 19.06.2025
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Orden en la oración

"Nuestro idioma en la vida cotidiana está matizado por una mayor variedad de formas de organizar los enunciados"

Orden en la oración

Los elementos en una oración tienen una relación lógica más allá del orden en que se estudia académicamente. En la escuela nos enseñaron que un enunciado se construye con sujeto y predicado (y este último se integra por verbo y complemento). El primero es el que ejecuta la acción y el segundo, la acción del sujeto y alguna otra precisión, como en «Juan se levantó temprano».

Pero quedarse con esa visión esquemática es demasiado asfixiante. Nuestro idioma en la vida cotidiana está matizado por una mayor variedad de formas de organizar los enunciados. Se juega con el orden de los elementos de forma natural, fundamentalmente para reflejar una intención. Cuando se estudia el idioma, no se difunde con suficiente detalle las ventajas de acomodar en órdenes diferentes las palabras.

Pongamos como ejemplo un enunciado simple para identificar las ventajas de la sintaxis: «Juan compró un libro interesante». Enunciar así una oración (sujeto y predicado; el orden en que la Gramática establece como preferente) es dejar el enunciado sin intención, a pesar del adjetivo ‘interesante’ (léala nuevamente, estimado lector, de forma aislada y note si le genera algún tipo de interés). Pero si se replantea: «Un libro interesante compró ayer Juan», el efecto es distinto. Al iniciar el enunciado por el libro y su adjetivación, el impacto en quien escucha o lee la oración es diferente. Inmediatamente se crea interés por el ‘libro interesante’.

Este tipo de construcciones las hacemos diariamente de forma inconsciente. Incluso, es una de las razones por las que el chisme aparece espontáneamente.

Ahora, la apreciación será distinta a las anteriores si se inicia por la acción: «Compró ayer Juan un libro muy interesante». Al saber que ha sido adquirido por alguien conocido (al solo decir ‘Juan’ se parte de la idea que el escucha sabe de quién se trata), se fortalece la sensación de estar el libro al alcance. El verbo acaparó la atención.

Los anteriores ejemplos pertenecen a una estructuración que la Gramática llama voz activa porque el sujeto ejecuta la acción del verbo. Pero en la ordenación de los elementos para destacar intencionalmente una parte, también existe la voz pasiva. En esta, el ejecutante de la acción aparece como complemento: «El interesante libro fue comprado por Juan»: el papel protagónico corresponde al libro, aunque es evidente que este objeto no puede ejecutar la acción de comprar; por eso es llamada voz pasiva.

Este estilo es frecuente en documentos judiciales: «El escrito fue presentado el veinte de febrero de dos mil tres ante la Oficialía de Partes del Juzgado Civil Familiar por el ciudadano Juan Jiménez Sánchez». En este sentido, lo que se pretende destacar es ‘el escrito’, en virtud que sobre este se desarrollará una argumentación.

La variedad expresiva aplica también a los lenguajes administrativo y periodístico. Únicamente debe seleccionarse el elemento de mayor relevancia en la oración e iniciar por este.

En la forma de ordenar el enunciado se encuentra la intencionalidad del emisor. Esto lo aplicamos de forma inconsciente los hablantes. Lo hacemos así todos los días. La forma en que alguien organiza sus ideas, refleja sus intereses, sus inclinaciones o sus propósitos. Incluso, los psicólogos suelen estar muy al pendiente de esta forma para deducir temores, deseos o falsedades.

Llevar al consciente las ventajas de organizar de diferente forma la oración, lleva a enriquecer la forma expresiva y a darle sentido lo que las escuelas transmiten. Pero al mismo tiempo dota a las personas de instrumentos para expresarse mejor de forma escrita o verbalmente, y a descubrir las intenciones de quienes les comunican algo. Eso incluye a los políticos…