Preposiciones
De los temas más difíciles para cualquier hispanohablante, las preposiciones ocupan un lugar especial. Son palabras que, para desgracia nuestra, no tienen una definición precisa. Muchos otros vocablos pueden tener significados abundantes (‘levantar’ presenta 34 acepciones en el diccionario oficial), sentidos opuestos (‘huésped’ regularmente es el que llega; pero en medicina, el que recibe) o incluso, sentidos que en nada se parecen, extrañamente dispares (‘manzana’ lo mismo nombra a un fruto que a un conjunto de edificaciones limitadas por calles y que forman un polígono). Las preposiciones (a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, etc.) imprimen sentido a los elementos que enlaza. Por esta razón, los diccionarios recurren a enunciar sus usos y a ejemplificar estos, más que a definiciones precisas o exactas: aportan sentido a las palabras que enlazan, no significados de sí mismo.
Las preposiciones son vocablos invariables. De nada sirve aprendérselas en listado (como exigen en muchas escuelas) sin una comprensión de su uso (que al final es para lo que aparecieron; lo importante para el idioma es su aplicación y no su clasificación).
Es común, por ello, confundir su significado. Eso sucede cuando se enuncia: «Mi hermano peleó con mi padre». La preposición ‘con’ tiene sentido de juntos («café con leche», por ejemplo); en absoluto, oponentes. Ese sentido se logra con la preposición ‘contra’. O sea, que lo más adecuado sería: «Mi hermano peleó contra mi padre», pues con la preposición ‘con’ implicaría simplemente que estuvieron juntos, quizá en el mismo bando, pero nada se informa de hayan sido oponentes.
De la preposición ‘para’, su uso más característico es el fin o término de una acción. Por eso un «Jarabe para la tos» sería aquel que nos propicia o tiene como fin provocarnos la tos. Aquí valdría más la preposición ‘contra’, nuevamente.
‘Ante’ es una preposición que implica en ‘presencia de’. Así, por ejemplo, «unos testigos comparecen ante un juez». Por ello, es absurda la expresión típica de los cronistas deportivos cuando aseguran que «un equipo ha perdido ante otro».
Hay preposiciones que pueden aparecer en oraciones similares, pero su presencia ofrece particularidades. Así, por ejemplo, «Un vaso con agua» significa la compañía de los dos elementos. En un restaurante debiéramos pedir así el servicio, pues no existen «vasos de agua», como suele solicitarse. No obstante, si es la cantidad a lo que nos referimos, entonces aplica la preposición ‘de’. Por ello decimos, «Bebí dos vasos de agua», pues no podríamos bebernos «dos vasos con agua» pues implicaría que ambos elementos terminaran en el estómago.
Respecto de la expresiones «En base a…» es absolutamente desaconsejada. Pues la preposición ‘a’ suele usarse cuando se señala rumbo, dirección o término de acción, como en el enunciado «Amar a los padres» (la preposición ‘a’ suele seguir a verbos que reflejan un sentido de acción). Entonces no se pude aplicar «En base a…» pues una base es un soporte y no le es propio el movimiento. Lo recomendado para estos casos es «sobre la base de…» o «basado en…».
Agradezco la atenta sugerencia del ingeniero Víctor Hugo Sánchez Resendis para abordar este tema ante las regulares imprecisiones del habla coloquial. La recomendación es abandonar el habla por formatos, fórmulas prestablecidas, y privilegiar la construcción de oraciones con base en la reflexión.