Los continentales de fut 2021 [XXIV]: Italia se corona en Wembley • Fernando Cuevas
Llegó a su término la Eurocopa un día después de la final de la Copa América: del Maracaná nos fuimos a Wembley, un par de templos futboleros plenos de tradición como los más, con cuatro equipos campeones del mundo disputando los títulos, de los más representativos en sus correspondientes continentes. En ambos casos, los de casa terminaron perdiendo en encuentros muy parejos que se definieron por la mínima o a través de los dramáticos penales.
EUROCOPA (XXIII): EL FIN DE LA FIESTA
Con efusivos aficionados ingleses e italianos en las gradas del templo del fútbol, ciudadanos de dos países que padecieron para el manejo de la pandemia y se recuperaron en la etapa de vacunación, el partido definitivo del torneo se llevó a cabo no exento de trifulcas fuera del estadio, antes, durante y después del silbatazo final. Eso sí, la voz y algarabía del público, mayoritariamente de casa, le dio un sabor de júbilo pero también de cierta carga nostálgica al desarrollo del encuentro, considerando el más de un año en el que los juegos se han convertido en solo un espectáculo vivido a través de la televisión.
UN DISPARO PARA DEFINIR UN TORNEO
Inglaterra llegó a su primera final de la Eurocopa y cincuenta y cinco años después de su último título a nivel selecciones. Italia volvió para buscar su segundo título tras ganarlo en propia tierra en 1968 y perder el encuentro decisivo en el 2000 y el 2012. Rápida puesta en orden del conjunto inglés, plantándose con esa imponente estructura de tres centrales y dos mordaces carrileros: recuperación de la pelota por parte de Shaw, servicio a Kane, conducción esclarecedora y pase a Trippier, poniendo discreta pausa para que apareciera por el otro costado el mismo número 3 iniciador de la aventura, recibiendo gran pelota y rematando de botepronto con gran clase para mandar el balón pegado al poste y abrir el marcador, inesperadamente temprano, apenas cuando corría el segundo minuto de juego. El adecuado planteamiento inicial de los anfitriones rendía frutos inmediatos tras la siembra en el césped sagrado.
Un gol que parecía un afortunado detonante para la acción: los británicos continuaron como dueños del medio campo y mantenían presencia en tierra opuesta, en tanto los italianos se iban recomponiendo de manera paulatina, sin responder todavía a la altura que la circunstancia exigía. Pero como si fueran una mala versión de sus rivales de hace cuarenta años, los ingleses empezaron a mirar hacia atrás, en lugar de reforzar y profundizar la visión hacia adelante. No encontraban los italianos caminos fáciles pero se apoderaban de la pelota y en un disparo de Chiesa estuvieron cerca de emparejar, si no fuera por la estirada de Pickford: intentos de Insigne por aquí y por allá, pero nada, mientras que los Tres Leones abandonaban equivocadamente la presencia en campo contrario y dejaban de inquietar al cada vez mejor parado rival.
La segunda parte acentuó la tendencia y la Azzurri empezó a presionar más ante una indolencia británica que terminó por pagarla al 67’: un tiro de esquina peinado a la zona de Chielllini en forcejeo y que remató Verratti para que Bonucci la empujara tras la parada angustiosa del arquero. Y al igual que los ingleses después de su anotación, tuvo Italia su momento para darle la vuelta pero los de enfrente fueron otra vez adormeciendo el juego, bajaron la presión y equilibraron el desarrollo de las acciones, más centradas en contener que en arriesgar. Chiesa y Rice respectivamente destacaban en el campo pero ambos salieron por distintos motivos y el juego cayó en un escenario de procrastinación. Empezaron los cambios al por mayor, equivocados la mayoría por parte del técnico británico, según se constató después, y el tiempo avanzó sin que se documentara un genuino interés de alguno de los equipos por evitar el alargue.
Así se esfumaron los quince minutos finales para dar paso a los tiempos extra, asumidos por ambos conjuntos a pesar de quedar la impresión de que podrían lanzar un poco de mayores baterías hacia delante. Un primer aviso inglés en el primer tiempo extra que respondieron los italianos en la agonía del periodo para dar paso a los siguientes quince minutos que se diluyeron entre el cansancio y la inoperancia, cediendo terreno al control y al acuerdo tácito de definir todo desde los once pasos. Ejecutados en la portería con porra inglesa, Berardi y Kane convirtieron, mientras que Belotti falló y McGuire mandó arriba a los suyos. Toda la presión encima y Bonucci resolvió la igualada, que permaneció ante el tiro al poste de Rashford: todo como al inicio. Bernasdeschi adelantó a los italianos y Donnarumma le detuvo el tiro a Sancho, otro recién entrado, mientras que Pickford le dio vida artificial a su equipo al parar el cobro de Jorginho, pronto extinguida cuando el arquero italiano repitió la atajada, ahora a pelota enviada por Saka.
Italia se repone así de su triste y sorprendente ausencia en el Mundial del 2018, obteniendo su segundo título en esta competencia y consolidando una generación que todavía tiene para rato, apuntalada por sus experimentados centrales que fueron determinante para este logro, así como la conducción de Mancini, fallida en el caso de su colega Southgate en este partido, enviando cambios que no gravitaron en el desarrollo del juego y que en el momento definitivo no cumplieron con la encomienda de anotar en los tiros de castigo; no obstante, se trata de una selección inglesa a la altura de su liga después de mucho tiempo, con gran actuación también en la copa del Mundo y que cuenta con un gran talento acumulado: servirá de lección para el técnico y sus huestes de cara a los compromisos que vienen.
Un gran torneo el que terminó en varias sedes europeas, en general con arbitrajes a la altura, partidos disputados la mayor parte de ellos que denotan la salud del fútbol en el continente y un ambiente festivo, tal como se espera de estas celebraciones más allá de triunfos y derrotas en la cancha. Una mancha tenía que venir de esos grupos de personas que siguen viviendo con ideas completamente equivocadas y contrarias al más elemental desarrollo humano y comunitario: lamentables y completamente reprobables las manifestaciones de racismo contras los jugadores que fallaron los penales, muestra de que la ignorancia y el absurdo fanatismo siguen presentes en el pleno siglo XXI, pasando lista en el mundo del fútbol, donde las integraciones de jugadores de diverso origen ha sido la constante, incluyendo las selecciones nacionales.