Liguilla del Clausura 2019 [II]: Las semifinales

“…Las tres nóminas más caras del fútbol mexicano llegaron a esta instancia junto con el León, que ocupa el undécimo puesto en este renglón…”


Las tres nóminas más caras del fútbol mexicano llegaron a estas instancia junto con el León, que ocupa el undécimo puesto en este renglón. En la final no estarán las dos primeras –Monterrey y América- sino la tercera (UANL) y la ya mencionada del cuadro del Bajío, lo cual permite sostener la idea que no hay una relación absoluta, si bien elevada, entre dinero y título, clave para que este deporte sobreviva a la lógica de la cartera sobre la cantera. Mientras los equipos sigan con la idea de privilegiar la contratación de extranjeros, la mayor parte de medio nivel, sobre la de promover la presencia de los jóvenes mexicanos, seguiremos navegando en el mar de la irregularidad.

Como se vio justamente en las semifinales: los cuatro equipos transitaron por momentos de escasa calidad y solo en ciertos lapsos vimos un fútbol digno del penúltimo escalón para llegar a la final. Todos los partidos concluyeron con el mismo marcador (1-0) y fue la posición en la tabla la que determinó el pase a la serie definitiva; la emoción quedó reservada para los episodios en los que ya no había de otra: o se lanzaban al frente con todos sus recursos o quedaban fuera de la competencia; mientras que cuando se tenía la ventaja, la tendencia era aguantar en lugar de ir y finiquitar el asunto. El drama fue por más la situación derivada del marcador que por los embates y defensas de los equipos, además de contar con la presencia del VAR, todavía con necesidades de ajustes en su uso y coordinación.

Una raya más al Tigre

El clásico regio volvió a darse ahora en estas instancias, después de que ambos equipos disputaron recientemente la final del torneo femenil (liga que merece más y mejores apoyos) y la de la Concachampions: para una ciudad en la que la pasión futbolera ha crecido de manera notable, los enfrentamientos resultan todo un festín para expresar la afición por sus respectivos equipos, sobre todo porque ya sabemos que las batallas con los de casa suelen tener un ingrediente especial. En esta serie, ambos entrenadores volvieron a ponerle freno a sus equipos, como si no supieran el nivel de plantillas con las que cuentan, sobre todo al frente. Y sin considerar las altas expectativas de sus respectivas porras.

En el primer partido, los Tigres salieron agazapados, en tanto que los Rayados se lanzaron para generar tempraneras oportunidades, hasta que cerca del cuarto de hora, un centro de Pabón se coló a la portería de la visita sin que nadie lo desviara: parecía un justo premio al esfuerzo realizado en los minutos iniciales. Los locales siguieron dominando el devenir con Pizarro como gestor de medio campo hacia delante, generando llegada ante una respuesta pasiva de la visita, apenas presentándose en la puerta de enfrente en un par de ocasiones y más preocupados por no recibir el segundo. Y para la segunda parte, ambos equipos parecieron estar conformes con el marcador: pocas acciones al frente bien solventadas por los arqueros y demasiado conformismo para el talento presente en la cancha.

El segundo encuentro empezó justo al revés: ahora fue la UANL la que se posesionó de la pelota y mandó la presión adelante, en busca del tanto que empatara el global y les diera el pase a la final, dado el caso. Equivocadamente, el Monterrey no buscó la portería contraria como se esperaría, pensando en que un gol de visita prácticamente sentenciaba la eliminatoria. Hasta que en una acción kamikaze que obligó a que terminara en el hospital, Guido Pizarro metió certero cabezazo combinado con un fuerte choque con Gallardo: el primer medio agonizaba y el gol se aparecía ante los fieles aficionados de los Tigres, más entusiastas que sus jugadores. Fue hasta la segunda parte cuando los Rayados mostraron ambición y tuvieron tres o cuatro oportunidades para anotar, pero parecía que el castigo por aventurarse tan tarde estaba decretado y se fueron en blanco.

Rugido sobre vuelo

La contaminación de la Ciudad de México, entre consecuencias más importantes, empujó el partido de ida entre el América y el León al estadio Corregidora de Querétaro un día después. Así, en cancha neutral, ambos equipos salieron a tono: no parecía un partido de semifinales y quien más puso fútbol fue el cuadro del Bajío, manejando mejor la pelota y combinando con mayor certeza aunque sin demasiada eficacia en la zona de concreción. No hubo mucho que contar en el primer tiempo, tendencia que se mantuvo en la segunda parte, con una discreta reacción de los azulcremas que resultó intrascendente. Fue hasta el ‘70 cuando Macías rompió el cero y le dio la ventaja a los visitantes, que aguantaron con VAR incluido el cero para ir con calma de regreso a casa: o eso creíamos.

En la vuelta, muy pronto la Fiera puso un balón en el poste vía remate de Macías, pero con certero cabezazo, Valdez puso la pelota en la red cuando apenas corrían pasados cinco minutos. El tanto descontroló al anfitrión y la dinámica que siguió durante toda la primera parte fue un dominio anímico y futbolístico de las Águilas, sobre todo en el medio campo; generaron llegadas y controlaron la recuperación, ante el desconcierto del Nou Camp y de los jugadores del cuadro local, a quienes les costaba mucho trabajo conectarse y acomodarse en el terreno, bien dominado por el equipo visitante a partir de un planteamiento astuto de presionar al frente y mantener el dos contra uno, abriendo la cancha lo más posible. Sin embargo, las redes no se movieron.

La entrada de Rodríguez para la segunda parte, le dio una mayor estabilidad en el medio campo al equipo verde y aunque los visitantes se lanzaron a buscar el gol que les diera el pase, la claridad ya no fue la misma de antes, en particular por los acertados ajustes del rival y el propio cansancio tras los minutos transcurridos; el partido empezó a entrar a la zona del melodrama y a quince del final Sambueza volvió a hacer de las suyas y salió expulsado en un momento crítico de la serie. Se esperaba el vendaval de los capitalinos pero diez minutos después salió también antes de tiempo Guido Rodríguez, quien había brindado un gran partido. Y ya diez contra diez, los locales fueron superiores y estuvieron más cerca de anotar, aunque resultara de manera anecdótica.