PAN: La asamblea del morbo • La CNDH

PAN: La asamblea del morbo

Ayer se dio su vuelta a León la secretaría general del Comité Ejecutivo Nacional, el CEN, del Partido Acción Nacional, Cecilia Romero Castillo, segunda de a bordo en la nave que tripula Gustavo Madero Muñoz.

Cecilia Romero ofreció una rueda de prensa en la que la acompañó nada menos que el gobernador Miguel Márquez, y por supuesto el dirigente estatal de los azules, Gerardo Trujillo. La secretaria general habló de la asamblea nacional que los panistas tienen en puerta y, la mera verdad, sus dichos sonaron a “cura en salud”.

Esto, porque abiertamente reconoció que sí, que en el PAN corren el riesgo de no contar, otra vez, con el quórum necesario para que la asamblea extraordinaria estatutaria -programada para el 10 agosto- llegue a buen puerto, lo que ya no sería una novedad, dados los antecedentes y la pugna que persiste entre corderistas/calderonistas y los maderistas que detentan el control formal del partido.

En los hechos, la XVII Asamblea General Extraordinaria inició el 16 de marzo, pero fue suspendida porque los corderistas y otras corrientes del blanquiazul le rompieron el quórum a Gustavo Madero, ante sus intentos evidentes por procurarse mayores facultades estatutarias. La asamblea reventó cuando ya se habían aprobado 63 artículos.

A ese antecedente, la secretaria general Cecilia Romero suma una denuncia pública expuesta el sábado por panistas que se autodenominaron “de a pie”, y que alertaron sobre sobre “grupos internos” que buscarían reventar de nueva cuenta la continuación de la asamblea iniciada el 16 de marzo.

Fue una manifestación curiosa. Como cabezas visibles de los panistas “de a pie”, aparecieron Raúl Paredes y Rafael Guarneros. Dijeron que su único objetivo es que se continúen los trabajos de la Asamblea Nacional, que se mantenga el quórum y, ojo, que no se echen abajo los acuerdos tomados en marzo pasado.

El punto delicado es que en el inicio de la XVII Asamblea Nacional, los panistas aprobaron la facultad de los militantes de todo el país para elegir, de manera directa, al presidente nacional y al resto del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, lo mismo que a los comités estatales y en los municipios.

El hecho es que si no se alcanza ni mantiene el quórum, entonces habría que convocar a una nueva asamblea, ya no como continuación, y comenzar de cero.

Los panistas “de a pie” dicen que eso mantendría el “estatus quo” que tiene al PAN sumido en una de las peores crisis de su historia.

Cecilia Romero coincide en términos generales con esa llamada de atención. Todavía queda por delante hacer viable la aprobación de los 63 artículos, y debatir y decidir sobre los restantes, del 64 al 130.

Y aquí es donde el asunto se pone de lo más interesante: el artículo 11, en concreto, es el que define la manera de elegir a los dirigentes del partido. Ya se aprobó. Si la reforma estatutaria es valedera y entra en vigor antes de diciembre, el mes en el que se debe renovar el Comité Ejecutivo Nacional panista, la suerte de Gustavo Madero, entre el adiós y la reelección, la decidirán los militantes del PAN de todo el país, y no los notables de siempre.

En su visita a León, la dirigente panista antepuso que -como en cualquier institución democrática- existe el riesgo de no alcanzar el quórum para concluir las reformas:

“En donde no se corre ningún riesgo es en donde se tiene todo planeado, todo preparado, todo prefabricado y tienen asambleas que duran media hora y todos alzan la mano y se van y no hay democracia…” replicó en clara alusión al priismo, que no por certera dejó de sonar a cura en salud.

Atento, el gobernador Márquez sólo agregó que el panismo ha de salir fortalecido y no debilitado de la asamblea. Que el mensaje a la nación es que el PAN está de pie –ups- y que a México le conviene una oposición seria y responsable –y leal, como aquélla que no ganaba nada, le faltaría agregar al gobernador, ya metido en ese discurso-.

Lo panistas cantan, rumbo a su Asamblea, como si caminaran al cadalso.

La CNDH

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la  CNDH, hace un corte de caja del primer semestre de 2013, para reportar que ha recibido cuatro mil 803 quejas. Eso da un promedio de 800 cada mes. Casi 27 quejas diarias ante la Comisión Nacional, no en los estados.

De ese universo, la CNDH emitió 26 recomendaciones dirigidas a 33 autoridades.

La estadística abre un margen amplio para el análisis.

Sin mayores juicios de valor, 800 quejas al mes permiten dos lecturas simples: o en verdad ya aprendimos a denunciar a los malos servidores, o los malos servidores no están dispuestos a modificar sus conductas. O ambas.

Sin embargo, a partir de las cuatro mil 803 inconformidades ciudadanas, la CNDH, dictó apenas 23 recomendaciones. Nada. “A botepronto”, entonces, desde la perspectiva de esos defensores de los derechos humanos en el país, la gran mayoría de los quejosos no tenían fundamento o razón para inconformarse. El detalle de los expedientes, queda en las partes. Y ya.

Sin embargo, entrados en la naturaleza de las quejas, y contrapuestos el número de quejas y el sentido de las resoluciones, la frialdad de la  estadística no puede dejar satisfecho a nadie.

Las quejas por prestar indebidamente el servicio público están a la punta, con mil 158; faltar a la legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficacia en el desempeño de las funciones, empleos, cargos o comisiones, 861; y omitir atención médica, son 721 los casos.

Las detenciones arbitrarias acreditaron 688 quejas; el trato cruel, inhumano o degradante, 590; omitir fundar el acto de autoridad 378; omitir o motivar el acto de autoridad, 355; obstaculizar o negar las prestaciones de seguridad a que se tiene derecho, 318; y omitir respuesta a la petición formulada por cualquier persona en ejercicio de su derecho, 303.

Se registraron 273 casos de negligencia médica; informalidades en órdenes de cateo, 267; prestar indebidamente el servicio de educación, 263; y omitir prestar el servicio en materia de electricidad, 238. ¿Entonces?

Las recomendaciones: siete a la Comisión Nacional de Seguridad y otras tantas al IMSS; dos, para la Sedena, la Secretaría de Marina, y los gobiernos de Sinaloa y de Veracruz. Y una más, a cada uno, para el INAH, la PGR, el Issste y los gobiernos de Morelos, San Luis Potosí y Colima. Será el sereno, pero los números como que no cuadran.

La Jaula

¿Seguridad o voracidad?, pregunta el profesor universitario Héctor Ruiz Esparza M. -de quien acusamos recibo de correspondencia-, a propósito de los modos de moda en el Club León. Héctor repara en la mampara ante la cual una personita acredita su calidad de niño. Un metro y cosa de nada. De lo contrario, su acceso se cobra como adulto “por razones de seguridad”.

Con esa leyenda, el Club hace suya la facultad de decidir quién es niño y quién, no. El lector apela a un mínimo de sentido común, porque si a los directivos no les preocupa lesionar de esa manera el bolsillo de los aficionados –eso, creo que ya quedó claro-, sí al menos debería interesarle que en el acceso de menores tienen una veta inacabable de nuevos seguidores.

La otra sería solicitar el auxilio de la Profeco. No, mejor no.

Comentarios y quejas: tigres de papel1@gmail.com y @FPacomares