Con riguroso cubrebocas y manteniendo las distancias, la fila se formaba a las nueve de la mañana ante las puertas de la 25 Expo Agroalimentaria de Irapuato. El evento, que ha crecido con los años hasta convertirse con justicia en un referente continental, desafió la pandemia para poder celebrar su primer cuarto de siglo de existencia. Tenacidad y valor que deben aplaudirse porque lejos de convertir su Expo en un show televisivo en streaming, como ha sucedido con ferias de otros rubros, mantuvieron a un número importante de expositores, estimo más de un 70% e impusieron controles sanitarios que permiten visitar la exhibición sin temores. No sorprende que lejos de las cifras catastróficas de caídas en la producción durante la cuarentena de seis meses que presentan los rubros de industria y servicios, el campo ha mantenido casi sin alteraciones sus cifras.

A diferencia de anteriores ediciones, la feria se recorre sin aglomeraciones y la asistencia fue mejorando paulatinamente, aunque sin llegar siquiera a la mitad de años anteriores y con la ausencia notoria de visitantes extranjeros. 

Y justo mientras el agro saca la cara, las autoridades retroceden el semáforo a naranja. La medida se sustenta en el aumento de casos y de muertes. Sin embargo, lejos de ser un fenómeno extendido, tiene focos muy bien identificables dentro del estado. Y aunque se amenace con el semáforo en rojo, creo que una muy buena parte de la población ha aprendido a comportarse y a mantener las precauciones para evitar los contagios. Con base en las estadísticas mundiales y las de la Secretaría de salud del Estado, disponibles en el micrositio COVID-19 de Poplab.mx, a pesar del alza reciente en Guanajuato, se observa un comportamiento mucho más estable que en las cifras nacionales.

Si vamos a las mismas cifras en diferentes ciudades del estado, encontramos algunas divergencias interesantes.
 

Como se observa a simple vista, el control de los picos más virulentos de la pandemia, entre julio y agosto, ha sido mucho más eficaz en León e Irapuato, que en Celaya. En los dos primeros, el rebrote por el momento no amenaza con llegar a nuevos máximos, como puede contrastarse contra la gráfica nacional o contra la de Celaya, cuyas autoridades presumían hace unos meses en la televisión nacional poseer una fuerza policial especializada para contener el virus… La enorme ineptitud del gobierno de Elvira Paniagua no sólo se mide en términos de seguridad ciudadana.

Contra lo que muchos opinan, y la mayoría de los medios constatemente cacarean empleando generalizaciones que sólo sirven para infundir miedo, mas no para educar, el comportamiento de la mayor parte de la población de Guanajuato debe servir más de ejemplo que de reproche.

La iniciativa privada, en concreto la Agroalimentaria, también nos ilustra con su actitud: hay que convivir con la enfermedad, sin cejar en los protocolos de higiene, protección y distancia. Vivir una normalidad sin miedo y sin parálisis. La vacuna, como lo pronostiqué al inicio de esta paranoia, está a la vuelta de la esquina. Ya es más que hora de deshacerse con responsabilidad del miedo y del marasmo.

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