jueves. 26.06.2025
El Tiempo
Jaime Panqueva
08:12
29/09/18

El discurso del emperador

“No es una broma, no es un chiste: quienes se burlaban de Hitler en el 33, no tuvieron mucho tiempo más para reírse…”

 

El discurso del emperador

No comentaré nada, quizás por pequeño, quizás por repetido, o por anodino, sobre el discurso de toma de protesta del nuevo faraón del nomo de Guanajuato. Esto se antoja una muy mala repetición de lo vivido en los pasados seis años, con la diferencia que tendremos a un gobernante escondiéndose detrás de sus funcionarios, los pocos nuevos y los muchos que, a pesar de los pesares, repiten.

No. Mi preocupación estuvo esta semana en un discurso que muchos medios catalogaron de chusco y que figuró en las noticias por un detalle que parece salido de un programa de humor. Donald Trump habló esta semana ante la Asamblea de las Naciones Unidas y los medios han hecho eco general de las risas del pleno al inicio de su intervención, cuando dijo que en dos años había logrado “lo que casi ninguna otra administración en la historia de nuestro país”. Sin embargo, al escuchar el discurso completo hay razones para preocuparse, porque parece que tras haberle tomado la medida a su cargo en la política interna, Trump plantea medidas más agresivas en la política exterior. Primero, como buen jugador de póquer que gusta alardear, mostró su cartera y su revólver. Según el mandatario, la economía norteamericana se encuentra con el nivel más bajo de desempleo en 50 años, y crece de forma robusta gracias al “mayor recorte de impuestos en la historia de Estados Unidos”. Por otra parte, el presupuesto militar de más 700 mil millones de dólares aprobados para este año y otro tanto para el próximo, hacen que EEUU sea “un país más fuerte, seguro y rico que lo que era antes de asumir mi mandato.”

Tras el autobombo vinieron las amenazas, primero al multilateralismo, “los Estados Unidos escogerán la independencia y cooperación, por encima del gobierno global, el control y la dominación”, como llama a la tutela de organismos como la ONU o la OMC. Luego a Irán, por no doblegarse como lo ha hecho Corea del Norte. Habló de un gobierno corrupto, que roba el patrimonio de sus ciudadanos para agredir y expandir su influencia en Siria y Yemen. Justificó su retiro del tratado de armas nucleares e instó a todas las naciones a aislarlo hasta que cesen su “planes de agresión”.

Luego vino China. Aunque no la nombró al principio de forma directa, le recriminó hacer parte de la OMC mientras viola “cada uno de los principios con que fue fundada”, a través del robo de propiedad intelectual y dumping comercial. “No toleraremos más este abuso, que nuestras empresas sean engañadas, nuestra riqueza saqueada y transferida.” Y anunció más aranceles a los ya impuestos. “Las distorsiones al mercado ocasionadas por China y su forma de comerciar no será tolerada de nuevo.”

Para entonces ya no había risas, sino murmullos en la sala. Hasta donde tengo memoria, no recuerdo este tipo de lenguaje y amenazas en un foro de este calado. Pero no paró allí. Luego exigió una reforma en la carta de Derechos Humanos en la ONU que, al no haberse realizado el año pasado a su gusto, le obligó a retirar a su embajador en esta instancia. Ratificó su desinterés en reconocer a la Corte Penal Internacional a la que llamó: “burocracia global, que ni fue votada ni rinde cuentas”. Tras lo cual, sin pelos en la lengua, declaró que rechaza la idea del “globalismo” (una manera falaz de llamar al multilateralismo) y defiende la idea del patriotismo (una manera falaz de llamar al unilateralismo). Y no paró allí.

La siguiente andanada la recibió la OPEP: “están timando al mundo. No me gusta. A nadie debería gustarle. Nosotros defendemos a estas naciones sin cobrar nada. Not good. Queremos que empiecen a bajar los precios (del petróleo) y a partir de ahora deben comenzar a cooperar financieramente por su protección militar.”

No hallo otra manera de llamar a esto extorsión por parte de un sheriff millonario que segundos antes había alardeado también de ser el mayor productor de energéticos del planeta, y decir que estaba listo para exportar petróleo, gas natural y “clean coal”. Sobre esto último no sé a qué categoría de energético se refiere; todo el carbón que conocemos produce contaminantes, pero son el tipo de términos mendaces a los que Trump nos tiene acostumbrados. A estas alturas, las cámaras transmitían las caras estupefactas de los delegados de Qatar que tomaban notas apresuradamente, el murmullo aumentaba de volumen, y el discurso proseguía...

Le tocó el turno a los alemanes; mala idea depender totalmente del petróleo ruso, buena idea la de Polonia de hacer un oleoducto hacia el Volga. Continuó con la defensa de su país ante las migraciones incontroladas, e instó a los países que exportan migrantes a que cada uno trabaje para “make their countries great again”.

Venezuela vino casi al final, pero no fue sólo contra Maduro, para quien anunció más medidas para estrangular su cúpula y restaurar la democracia. Eso no era suficiente; Trump fue más allá: “Todas las naciones han de resistir al socialismo y la miseria que éste acarrea a todos.” Más caras estupefactas, la televisión enfocó a la delegación de Suecia...

Casi para cerrar, Trump anunció meter mano en ONU, en particular a la ayuda humanitaria. A través de Mike Pompeo, verán qué está funcionando y qué no, en función de “si quienes reciben nuestros dólares y nuestra protección también tienen nuestros intereses en el corazón.” También recortarán la ayuda militar a los cascos azules. “Estados Unidos no pagará más del 25% del presupuesto del cuerpo de paz de la ONU. Esto debe animar a que otros países se comprometan más con ello.”

Si el comienzo de esta intervención parece salida de la retórica hitleriana del Lebensraum, y las amenazas a diestra y siniestra de un patio de escuela, el final parece salido de una capilla adventista de sur de los Estados Unidos.

Tras lisonjear a líderes a quienes pasará la charola y la exaltación del nacionalismo que ocasionó dos guerras mundiales el siglo pasado, se despidió alabando la gloria de Dios y repartiendo bendiciones.

También produce escalofríos leer los comentarios en inglés o español de quienes escucharon este discurso en las redes sociales, la mayoría apoya argumentos que pensábamos se habían superado hace décadas, y que sumieron a la humanidad en la peor pesadilla de su historia. No es una broma, no es un chiste: quienes se burlaban de Hitler en el 33, no tuvieron mucho tiempo más para reírse.

 

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