Opinión • Demasiados ovarios, poco seso • Jaime Panqueva

Xóchitl Gálvez - Foto, cortesía
"Fruto de una campaña variopinta y estridente donde igual monta en bicicleta, se sube al ring con máscara de luchadora o posa con artesanas indígenas..."

Durante su gira por los bastiones azules Xóchitl Gálvez pasó por León, Irapuato y Querétaro. Fruto de una campaña variopinta y estridente donde igual monta en bicicleta, se sube al ring con máscara de luchadora o posa con artesanas indígenas vestida como muñeca de Amealco. Todo suma a una precampaña que opaca por completo a los demás candidatos del Frente Amplio por México (FAM) y la proyectan como la única candidata posible en contra del pérfido continuismo anhelado por Morena. El énfasis permanente en la cantidad de firmas recolectadas o en proceso de recolección por parte de un equipo de colaboradores surgido de la nada, la envisten matemáticamente de una popularidad envidiada por cualquier opción opositora; y, aunque son todavía muy incipientes para derrotar a su némesis, constituyen un rayo de esperanza para muchos descontentos con el “autoritarismo comunista” que, a pesar de los pesares, ha fortalecido la economía nacional y los bolsillos de los mexicanos (sólo hay que dar un vistazo a las cifras recientes del INEGI y el Banco de México para corroborarlo).

Como comentó la periodista Edith Domínguez, ante el paso del huracán Xóchitl poco importó el trabajo de los funcionarios públicos: regidores, síndicos, directores generales, alcaldes, alcaldesas y hasta secretarios de Estado dejaron sus obligaciones para atenderla y tomarse la foto. Aún a pesar de sus declaraciones desafortunadas o comprometedoras; como decir que se requieren ovarios para enfrentar al crimen organizado y, por supuesto, que ella tiene los que corresponden. O meter baza en la disputa por la candidatura panista a la gubernatura, pidiendo que sea un proceso abierto y no dedazo...

En un alarde de estulticia, ignorancia o zalamería, algunos la llamaron la Ángela Merkel mexicana. Temible insulto, para la pobre Merkel, claro. Nadie más alejado de la prudencia, el respeto, la capacidad de escucha y de negociación de la eterna canciller alemana. ¿Podría alguien imaginársela encadenada a la tribuna del Reichstag para evitar una votación o dentro de una botarga de dinosaurio para ridiculizar (y ridiculizarse) a sus pares del Senado? Sobre Merkel comentaba Javier Solana: “ella cree en la UE y le preocupa el bienestar social, es una cristianodemócrata clásica... Es más social que algún socialdemócrata. Es muy muy austera en todo. En el vivir, en la palabra. Quiere hacer cosas por la sociedad”. Ojalá Xóchitl se acercara a la Merkel. Ojalá su capacidad para criticar al actual gobierno la empleara para volver la vista atrás y reconocer cómo y por qué López Obrador y su proyecto mantienen el apoyo de millones de mexicanos.

Y aquí vamos a las preguntas más básicas: ¿Existe detrás de todo ese carnaval alguna propuesta seria o confiable para construir otro México? ¿De la mano de quiénes lo haría? Podríamos estar de acuerdo en que México merece más, pero ¿más de qué? ¿Más populismo pero ya no de izquierda sino de derecha? ¿El regreso de los mismos de antes tras una improvisada figura femenina? Porque sólo hay que recordar que hasta hace no más de dos meses Gálvez expresaba su deseo de gobernar la CDMX, y de pronto, gracias a sus disputas, el mismo presidente López Obrador ayudó a catapultarla hacia la grande...

Y de vuelta en los campos de Merkel, más que una exaltación de las gónadas, el FAM necesita una cabeza más fría, diálogo y mucha, pero mucha humildad.

 

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