martes. 23.04.2024
El Tiempo
Jaime Panqueva
06:56
18/06/16

¿Otra vez, putos?

"Vamos, que justificaciones hay muchas para no extinguir el uso del “puto” como arma secreta de la hinchada tricolor, como siempre los ha habido en su momento para validar otras expresiones..."

¿Otra vez, putos?

Vaya, sobre esto ya había escrito hace un par de años, ¿se acuerdan? Cuando en el Mundial pasado amenazaron con sancionar a México cuando la FIFA “descifró” el misterioso anatema. Hacerlo, en público o en privado, bien me ha valido comentarios reprobatorios, por fortuna todos bastante rebatibles. Así que no dudo en volver a comentar sobre el grito de “puto” en los estadios.

Dicen que es parte de nuestra cultura, como si la pobre no tuviera suficiente con los videos de la música de banda o la elevación de la ramplonería narcotraficante a canon estético. Decir “puto”, según otros, constituye un ritual que nos hace más mexicanos, porque ningún otro país usa la palabreja tan bonito como nosotros. ¿Un insulto? ¡Jamás! porque tiene muchas connotaciones, a saber: un hombre que anda con muchas mujeres, o “intensificador” verbal, sucedáneo de las palabras muy o mucho. La polisemia también sirve para justificarse, y nadie debería ofenderse por ello, menos si “puto” es pronunciado por esa masa humana que al espetarlo al unísono, justo en el momento en que el portero hace contacto con el balón, lo purifica integrándolo a la sagrada liturgia del futbol.

Además, la impía FIFA, dechado de pudrición e hipocresía, que organiza mundiales en Qatar donde son perseguidos los homosexuales, nos quiere sancionar para erradicar la prístina palabra de la boca de los espectadores. En este mundo injusto y cruel los aficionados, pobrecitos, siempre habrán de llevar el bulto en beneficio de los ladrones y corruptos que se dan baños de pureza. Aunque suene a verdad irrefutable, el argumento anterior se puede clasificar como una falacia o engaño. Falacia ad-hominem, para ser más exactos. Ésta se ha tan vuelto cotidiana, de tanto usarse en nuestra política, donde cualquiera que habla con cierto apego a los hechos es descalificado con ella, que ya nos cuesta trabajo distinguirla.

Vamos, que justificaciones hay muchas para no extinguir el uso del “puto” como arma secreta de la hinchada tricolor, como siempre los ha habido en su momento para validar otras expresiones. Si mal no estoy, en cierta época decirle marrano a un judío era ampliamente aceptado y, aunque seguimos usando la palabra en otras acepciones, su uso anterior se condena como improperio racista.

Y cuando la sanción está a la vuelta de la esquina, la burra vuelve al trigo: el mismo día de los atentados homofóbicos y/o terroristas de Orlando, veíamos a la hinchada mexicana hostigando al portero venezolano con la palabrita. Días después se expide un comunicado por parte de la Conmebol y Concacaf (¡por fin!) para condenar “las acciones y los cantos ofensivos, despectivos y/o discriminatorios durante nuestros partidos. Estas acciones tienen que parar pues no reflejan el verdadero espíritu del fútbol y van en contra del respeto por el rival, un valor deportivo esencial en cualquier competencia.” Más claro, imposible.

Tristes las declaraciones de jugadores como Héctor Herrera, a quien el grito lo tiene sin cuidado, quizá porque el mismo no afecta su bolsillo, como lo haría con el de la Federación Mexicana de Futbol si se vetan los estadios. No debería sorprendernos, entonces, que esta última respondiera como sólo suelen hacer muchas empresas, con una campaña en medios. Lamentablemente, su #YaParale está muy mal enfocado; no educa, ni apela al respeto por el adversario o a los ideales del deporte. Únicamente busca evitar el veto o las multas que la despiadada FIFA hace pender como espada de Damocles sobre nuestro impoluto comportamiento. La respuesta, lo estamos viendo, seguirá siendo burlona y desafiante, como siempre lo ha sido la ignorancia.

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