jueves. 26.06.2025
El Tiempo
Jaime Panqueva
07:15
30/06/18

Picardía latinoamericana

“En Latinoamérica vivimos la cultura del agandalle, del avivato, de quienes se jactan de su picardía o malicia para salirse con la suya, pasando por encima de las leyes o los derechos de los demás…”

Picardía latinoamericana

En Latinoamérica vivimos la cultura del agandalle, del avivato, de quienes se jactan de su picardía o malicia para salirse con la suya, pasando por encima de las leyes o los derechos de los demás. El Mundial de Rusia nos permite recolectar algunas experiencias memorables. Por ejemplo, durante el partido de Japón contra Colombia –que perdiera esta última-, un grupo de hinchas colombianos mostró en un video cómo había contrabandeado aguardiente dentro de unos binoculares, burlando la estricta seguridad rusa. Entre risas y comentarios laudatorios al “ingenio paisa”, los ingenuos paisas escancian el licor y brindan en pequeñas copas. Tras la derrota de su equipo y en las afueras del estadio, otro fanático colombiano aborda a un par de japonesas pletóricas para, en una improvisada clase de español, hacerles repetir groserías mientras un compañero las grababa con su celular. 

Estas historias habrían terminado allí si sus protagonistas no hubieran sido tan incautos o soberbios de compartirlas en las redes sociales. De allí a convertirse en videos virales hubo sólo un paso. Lo interesante fue que la indignación de sus compatriotas fue tan instantánea como apabullante. No sólo los internautas; la cancillería colombiana emitió un comunicado donde afirma “Rechazamos los malos comportamientos; no representan nuestra cultura, nuestro idioma y nuestra raza.” Guillermo Cárdenas, el profesor de español, recibió sus 15 de minutos de (in)fam(i)a y salió a disculparse en los medios de comunicación. Por otra parte, a los participantes del contrabando de aguardiente las autoridades rusas en colaboración con las colombianas les retiraron el FanID del evento, y uno de ellos fue despedido de su trabajo en una aerolínea colombiana por ir “en contravía de nuestros principios y valores”. En paralelo, se creó un hashtag en redes #Noshacenquedarmal para denunciar estos exabruptos que pueden terminar sufriendo algo más que una sanción social. Puede tildarse quizás de exageradas algunas de estas repercusiones, sin embargo, me pareció interesante comentarlas y aplaudirlas porque muestran una voluntad de cambio, de sacudirnos esa loza atávica cultural donde el vivo pasa por encima del bobo.

Para México, Rusia también ha traído enseñanzas. Tras el partido de México contra Alemania, la Federación Mexicana de Futbol recibió una nueva sanción por 10.000 francos suizos, por el grito insultante que aún no se erradicaba de la hinchada mexicana cuando el portero rival realizaba el despeje de puerta. Por fortuna, y tras un largo tira y afloje con comentaristas y porras, finalmente éste parece haberse extinguido o reemplazado por la letra de una canción. Ojalá también se extinga en los estadios de México, donde nadie gana con esas conductas.

Algo se aprende de los mundiales; se han vuelto virales también las imágenes de japoneses, senegaleses y colombianos limpiando los estadios después de los partidos, algo casi inimaginable en nuestras ligas, que también debería cundir.

Me quejaré sólo de la mediocre cobertura televisiva, que piensa que el Mundial es de los humoristas, comentaristas y modelos, y haga todo su hincapié en ellos, mas no en transmitir todos los partidos por televisión abierta. También que incluyan entre su nómina de comentaristas a un exdirector técnico a punto de ser convicto por amañar partidos en la liga española, y además de dejar claro al aire que también podría competir con el profesor colombiano de español. Si nos quejamos de la corrupción, cualquier lugar para empezar a combatirla es bueno.

Me despido con el ruego para todos los lectores de que hagan un pequeño paréntesis en el futbol de este domingo y se den una vuelta por las urnas. Sin importar por quién voten en estas elecciones, vayan a votar. Y como colofón dejo esta frase de Octavio Paz: Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio.

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