Opinión • Policías, paramédicos e indígenas • Jaime Panqueva

Jaime Panqueva
“…el tema de la seguridad se aborda con ocurrencias y generalidades obscenas...”

Mientras el mundo se indigna con Israel por el asesinato de trabajadores humanitarios o por bombardear hospitales, en un mismo día, en Celaya, el crimen organizado calcina una ambulancia  con dos paramédicos en su interior, asesinan a una policía en Salamanca y un agente del tránsito en Irapuato, sin reclamo alguno de la sociedad.

Por el contrario, al día siguiente, el gobernador del estado, en medio de un evento sobre innovación, sin expresar condolencia alguna (es lo habitual), afirma que “quienes se encuentran fallecidos, hay algunos datos que se tienen de que estaban relacionados con grupos delincuenciales”.

La nota periodística hasta entonces, apenas y menciona los nombres de las víctimas, presentadas como Víctor Manuel y José de Jesús. Tras el baldón del gobernador, sin presentar pruebas, serán tildados por muchos como “los paramédicos de la mafia”. ¿Por qué salió Diego Sinhué Rodríguez Vallejo al quite y no sus voceros oficiales? ¿Por qué adelanta información que, según él mismo, hace parte de la investigación, cuando gusta tanto de evadir el tema de seguridad? Y la pregunta que todos nos hacemos desde hace unas semanas: ¿Dónde está el fiscal general del estado? ¿Se ha contagiado del mismo poder de invisibilidad del de la república? O, por haber sido emplazado a terminar su encargo con cualquiera de las posibles ganadoras de la elección a la gubernatura, ¿estará más ocupado en entregar la oficina o en nombrar a su sucesor?

Paramédicos casi anónimos y revictimizados o agentes de policía, parece que nada conmueve a la sociedad guanajuatense, que sigue temerosa en reclamar tan sospechosa pasividad de las autoridades. Algo que agradecen tanto los criminales como los numerosos candidatos en campaña que prometen “nuevos comienzos” o que “siga lo bueno”, con un cinismo e insensibilidad mayúsculas.

De igual manera, el tema de la seguridad se aborda con ocurrencias y generalidades obscenas, como pudimos constatarlo en los debates de las semanas pasadas. Mientras los familiares de Teresita de Jesús Conejo Cabrera lloran a quien pasó de policía de bicicleta a egresada de la primera generación de la academia de Salamanca; o mientras en Irapuato se lamenta la muerte de Miguel Ángel Martínez Baca, tránsito municipal, la lucha por los votos y la pelea por hacerse a una candidatura a costa de lo que sea, nos dio una muestra más de lo alejados que están de nosotros quienes desean gobernarnos.

En un país donde el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, se burló de un indígena, en una conversación ventilada luego en los medios, y lo ridiculizó de manera burda, una exalcaldesa de León, epítome de la frivolidad whitexican, porfiaba para conseguir una candidatura reservada a minorías aborígenes. Ese es nuestro nivel, he ahí las prioridades.

¿Cómo despedir esta columna? Quizá con la invitación a reflexionar con profundidad por quién votar en las próximas elecciones, pero ante todo a buscar maneras de mostrar nuestro repudio a la violencia, a quienes la permiten y lucran con ella. Quizás también con una lamentación, porque al revisar las listas de candidatos se constata que en la polarización del país han prácticamente desaparecido las verdaderas opciones ciudadanas o independientes.

 

Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com