Premeditación, alevosía y nocturnidad
“Nadie sabe hacia dónde, ni qué quedó, ni cuándo se instalará, pero en algún momento alguna de las comunidades de Irapuato que quizá aún cree en pajaritos preñados, gozará de aquel kiosco…”
Quienes vivimos en Irapuato nos chupamos el dedo porque todavía tenemos la pésima costumbre de creer en la palabra de nuestras autoridades. Así nos va. No sólo una importante mayoría pensó que reeligiendo a Ricardo Ortiz tendríamos mayor seguridad, y lo que obtuvimos fue un presidente municipal que tuvo seis meses de licencia para hacer campaña y viajar, y ahora exhibe una de las peores estadísticas del mundo en homicidios. Podrán decir lo que quieran, pero más de 67 homicidios por cada 100 mil habitantes es un número oprobioso para cualquier ciudad, pues estaríamos entre las 15 más violentas del orbe.
Pero la improvisación y falta de probidad no se refleja sólo en una ciudad que se siente insegura. La obra pública es también un factor de queja; la adecuación del Jardín Principal es una buena muestra de cómo se mueven los proyectos en la ciudad: muy lento, muy caro y sin la menor transparencia.
La obra, iniciada a comienzos de julio de este año, tiene bloqueada por completo la calle Juárez desde el Portal Carranza hasta Álvaro Obregón, y se han destinado (según los cálculos iniciales, que no estaría de más actualizar) dieciséis millones de pesos. Como se cercó toda el área y se removieron lozas de concreto junto a los árboles más frondosos, las protestas empezaron por una parte exigiendo seguridad en vez de obras de ornato, y por otra, respeto y cuidado por la naturaleza.
Por aquellos días, elarquitecto Ricardo Ortiz había sido reelecto, pero seguía sin reasumir su cargo, vaya usted a saber por qué, y por ello debo citar esta perla del por entonces alcalde interino y ahora secretario del Ayuntamiento, Xavier Alcántara Torres: “Ni un árbol se va a tocar para que los ambientalistas o seudo ambientalistas no estén jodiendo, ni un árbol se va a tocar.”
Estamos a diciembre, aún no se finaliza la obra; veremos si su palabra vale de algo, porque la ya incumplida se refiere al quiosco. En un render que salió a la luz por esas fechas, el quiosco central no aparecía. Ante las protestas, la autoridad negó de forma explícita que fuera a removerse, y aseguró: “la esencia del jardín se mantendrá.”
Al igual que en varias obras donde los ciudadanos han protestado por la mala planeación, falta de estudios ambientales y/o tala indiscriminada de árboles, los funcionarios del Municipio esperaron unos meses a que se calmaran los ánimos y procedieron la noche del quince de diciembre, con perfecta conciencia de lo que hacían, a derribar el kiosco.
Para dar una mayor muestra de su mala fe y pésima redacción, ante las quejas airadas de quienes habían creído en su palabra y deseaban que la esencia del jardín se mantuviera, la dirección de Obras Públicas redactó un comunicado donde dijo que “fue una decisión que se definió luego de un análisis minucioso, con las áreas involucradas, buscando la modernización del centro histórico” (SIC). Y que tienen derecho a despedazar lo que no esté protegido por el INAH. Además, que lo que quedó del quiosco “será reubicado a la zona rural, con la finalidad de fortalecer a la Presidencia Municipal como un Centro de Cultura y continuar con el fomento a las tradiciones de las comunidades del municipio.” (SIC, SIC)
Nadie sabe hacia dónde, ni qué quedó, ni cuándo se instalará, pero en algún momento alguna de las comunidades de Irapuato que quizá aún cree en pajaritos preñados, gozará de aquel kiosco (si es que aún existe) como lo hace ahora Tequisquiapan con el kiosco original, que también desechó nuestra ciudad durante el Plan Guanajuato.
No sé qué opine usted, apreciado lector, pero en derecho penal la premeditación, alevosía y nocturnidad son agravantes de la responsabilidad criminal en la comisión de cualquier delito. En Irapuato, según lo aseveran estos casos, son la forma cotidiana de proceder de nuestras autoridades. ¿Será por eso que los reeligieron?
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