Terrorismo
“Agradecí el mensaje pero pedí por favor a su remitente que no lo siguiera difundiendo. El terrorismo se sirve de ellos y con su reproducción sólo contribuimos a desinformar y sembrar miedo…”
Recibí un mensaje de Whatsapp el pasado viernes por dos vías diferentes, donde se “informa” de manera confidencial “por motivos de seguridad”, que el Ejército a través de Inteligencia Naval hará una ofensiva para “aprehender al 90% de los delincuentes” relacionados con el robo de combustible. Que Irapuato y Salamanca estarán en alerta roja porque se esperan entre 300 o 400 muertos, ya que los delincuentes se desquitarán con la población atacando sitios de gran afluencia de público. La lista enumera empresas, zonas industriales, plazas comerciales y hasta centrales de autobuses. Este mensaje se anuncia a sí mismo como totalmente confiable y lo resalta escribiendo todo esto último en mayúsculas (por si había dudas de la inteligencia del autor).
Agradecí el mensaje pero pedí por favor a su remitente que no lo siguiera difundiendo. El terrorismo se sirve de ellos y con su reproducción sólo contribuimos a desinformar y sembrar miedo. El miedo es una forma de control y las redes sociales son el mejor medio para esparcirlo.
Otro rumor que corría consistía en un toque de queda impuesto por la delincuencia organizada, a partir de las 10:00 pm en el Corredor Industrial, y recomendaban quedarse en casa a partir de esa hora.
El miedo no anda en burro, porque poco después de la incursión del Ejército y la Marina en El Hoyo en San Salvador Torrecillas, una zona conocida pero tolerada por las instituciones durante años, vino la intentona con explosivos contra la refinería de Salamanca, donde primero se dijo que no era nada, que la población no corría peligro, y horas más tarde se informó que se trataba de 20 tacos con emulsión explosiva de Emulex, de empleo en la minería. ¿Qué podemos esperar del futuro?
Es muy difícil prever qué puede pasar por las mentes de los dirigentes de los cárteles que operan en esta región, pero pensar en enfrentar al Estado con terrorismo explosivo minaría por completo su probable base de apoyo social. Tampoco, a pesar de la espectacularidad de los decomisos y los operativos, podemos esperar mucho de este combate al huachicol, porque son realizados al parecer por el mismo personal que antes patrullaba y no encontraba tomas o no detenía a nadie. Por supuesto, en El Hoyo tampoco hubo consignados. Sólo cuando empiecen a caer los verdaderos implicados y sus redes operativas, financieras y políticas, podrá cantarse victoria.
Los eventos de esta semana, tan graves y sin antecedentes, habrían sido suficiente para escuchar algunas palabras del gobernador de Guanajuato, pero a la fecha sólo se han manifestado sus voceros, y han eludido preguntas de la prensa.
Mensajes como el que mencioné al inicio, calan en la población porque no se ve acción coordinada entre los diferentes niveles de gobierno. Y el enfrentamiento político entre azules y morenos no abona en nada a que las cosas mejoren.
Viví en Bogotá, Colombia, durante la época más ardua del narcoterrorismo y guerra entre carteles, cuando diariamente estallaban tres o cuatro artefactos en cualquier punto de la ciudad. La charla común al llegar a una reunión comenzaba con la pregunta: ¿dónde fue la bomba hoy?
Ruego porque este tipo de plática no llegue a hacerse común en nuestro estado.
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