Usura

"... el liberalismo, cura de todos los males, ofrece a los grandes capitales una inflación del cinco por ciento al año, un salario mínimo de 50 centavos de dólar por hora (en caso de que se trabaje sólo 8 horas al día), una tasa de fondeo bancario de 6.1%, y un techo para cobrar intereses que colinda con la estratósfera..."

 

Esta semana se realizó la 80 Convención Bancaria de México bajo un título muy llamativo: El dilema global: liberalismo vs. populismo. Es decir, contra el demonio del populismo (como al parecer ha pasado a llamarse el socialismo), se plantea como única solución la desregulación y un Estado aún más impotente frente a los poderes económicos. Una medicina que no cesa de ampliar las inequidades sociales y económicas, además de hacer oídos sordos a la urgente necesidad de restañar el medio ambiente ante un inminente colapso climático (un Irapuato con 32 grados centígrados a la sombra me da parte de la razón). La banca celebraba en Acapulco mientras los medios concentraban los reflectores en la caída de la senadora Alejandra Barrales, por un apartamento casi millonario comprado en el extranjero y un embargo en camino por un crédito sin pagar.

Me pareció más interesante lo segundo, porque la sentencia del juez 14 de distrito en materia civil, Guillermo Campos, determina que los intereses cobrados a Barrales por el prestamista, Antonio Abad García Martínez, montantes en un mísero 120 por ciento anual, eran “notoriamente” usurarios. Y redujo la tasa a un más “razonable” 43.8% por año. Quizás buena parte de los ciudadanos de a pie no se pregunten qué es usura, cuando nuestro modelo antipopulista y liberal no fija límites máximos a los intereses, como sucede en otras partes del mundo para evitar abusos. O tal vez se pregunten por qué le hicieron una rebaja a la senadora cuando muchos de los mexicanos nos hemos acostumbrado a CAT’s anuales que oscilan, en el rango más alto, entre 122.4% y 66.3%, sin IVA (Fuente: Rankia). ¿Por qué ningún juez determina que esas tasas, que ni siquiera corresponden a intereses moratorios sino a créditos de consumo, son “notoriamente” usurarias?

Mientras los banqueros escuchan interesantísimos discursos, doran sus encantos en Acapulco y propenden por más desregulaciones, los mexicanos siguen acostumbrados a pagar intereses desmedidos. Quizás una medida populista sería de este tipo de asimetrías defender a los ciudadanos. Pero no: el liberalismo, cura de todos los males, ofrece a los grandes capitales una inflación del cinco por ciento al año, un salario mínimo de 50 centavos de dólar por hora (en caso de que se trabaje sólo 8 horas al día), una tasa de fondeo bancario de 6.1%, y un techo para cobrar intereses que colinda con la estratósfera.

Para traer un odioso ejemplo a colación, la Superintendencia Bancaria en Colombia (que cumple funciones análogas a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, CNBV) fija cada trimestre una tasa máxima para tres tipos de créditos; consumo y ordinario, microcrédito y consumo de bajo monto. Se calcula con base en el promedio trimestral de los créditos erogados por instituciones financieras y se fija un tope equivalente al 1.5 veces ese promedio. Con una inflación anual del 6%, la tasa de usura para consumo vigente es de 33.51% año, y para el caso de microcréditos el tope es de 55.10%. Con una tasa de intervención del banco central del 7.5%, el margen de intermediación sigue siendo muy jugoso. No está de más comentar que exceder la tasa de usura es un delito tipificado por la ley, que implica multa y/o cárcel.

Pero vivimos el liberalismo, y está mal visto que populistas intenten mitigar la codicia o afectar las utilidades de los bancos que, sin importar su origen, saben muy bien que en México todo está permitido.

 

Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com