jueves. 18.04.2024
El Tiempo

Barbie o no Barbie

Barbie o no Barbie

Informe desde el patio de atrás

Justo en los momentos en los que se están escribiendo estas líneas, Barbie Botello está iniciando su Primero Informe de Gobierno. No lo hace desde el Teatro Doblado, o desde el Forum Cultural, como el pasado gobernador con ínfulas de cabaretera nos había acostumbrado. No, Barbie lo está haciendo desde el jardín de atrás de León, Las Joyas, una de las zonas más conflictivas de la ciudad, por su pobreza, por su marginalidad en servicios, por su inseguridad, por su inabarcable extensión de espacio y carencias.

Siendo pues que la alcaldesa está disertando en estos instantes, me es imposible adelantarme y comenta el contenido de su Informe, pese a que se transmitirá en vivo, porque, o escribo, o escucho. Soy varón y sólo puedo hacer una cosa a la vez. Tampoco puedo, por las mismas razones, hacer mención de su atuendo, ni viborear a la clase política que le acompaña. Puedo imaginármelos muy claramente incluso, pero no caeré en las provocaciones de mi fantasía.

En cambio, me permito hacer dos comentarios. El primero sobre la simbología del evento, y el segundo sobre el mote de la alcaldesa.

Las Joyas como tribuna

Si yo fuera priista, aplaudiría que Barbie Botello haya escogido a Las Joyas como escenario para su Primer Informe. El gesto, además de demagogo, es inteligente. Una cosa no está peleada con la otra. Es demagogo porque convierte ese espacio popular en una tribuna populista. A la manera de Laura Bozzo, su apuesta es la de “¡Vamos allá con el pueblo, para que vean cuánto me quieren!”. Y sí, no dudo que en estos momentos, los oriundos de Las Joyas la tengan en cierta estima. Se tomó el tiempo de ofrecerles bienes y para bienes de unas semanas para acá, preparando el terreno para su llegada. Ganándose el cariño. Y como se sabe, no llegará sola. Contrató, dicen algunos medios, 125 autobuses con el erario público para quienes “estén interesados en asistir”. En otras palabras, quizás haya salido más costosa la “ambientación” del momento, que la renta de un gran teatro.

Pero el gesto también es inteligente, puesto que Barbie está echando mano del poder simbólico de un lugar para reafirmar su discurso. Ya en campaña había visitado Las Joyas y les había prometido una mejor infraestructura. Y es verdad, regresó. La Plaza de la Ciudadanía ha iniciado su construcción. Eso es plausible. Sin embargo, lo que se me acaba atorando en el esófago, es la utilización del pobre como símbolo y bandera política. Son ya muchos años en los que la desigualdad de este país es la constante. Son muchos años en los que los políticos mexicanos han ofrecido igualdad, y las mismas veces que han dejado todo a la mitad cuando deja de convenir. México se ha acostumbrado a ser comprado (y eso apela a nuestra integridad moral como pueblo). Ese vicio está arraigado con fuego ¿Qué hubiera pasado si los ciudadanos de Las Joyas hubieran dicho?… “aceptamos tus despensas puesto que están pagadas con nuestro dinero y las necesitamos, pero no las uses como moneda de cambio. No vengas a este patio a mear como si fuera tuyo.” Inimaginable, de uno y otro lado. Cuando Barbie y su clase política cambien su lugar de trabajo a Las Joyas, y los vea codo a codo, todos los días, en verdadera solidaridad, sacando al buey de la barranca, entonces pensaré distinto (¿por qué son capaces de grandes inversiones, peo no apoyan con la misma decisión a las propuestas ciudadanas organizadas que están trabajando ahí?... por ejemplo). Barbie dará su informe “desde el polvo”, como dice Sara Mata, pero regresará a casa a limpiárselo con esmero.

Barbie o no Barbie

Respetabilísimas personas, me han cuestionado sobre la validez de seguir usando el mote de Barbie para nuestra insigne alcaldesa. En general, sus argumentos tiene que ver con la posibilidad de que se encierre en ello algún tipo de misoginia. Debo confesar que no han sido muchas personas quienes se extrañan de ese apodo, pero son suficientemente razonables, como para que de verdad me haya puesto a pensar sobre ello.

No puede obviarse un antecedente de verdad lamentable que sucedió cuando Salim y Botello contendían para la alcaldía. El primero, pasando sobre los protocolos de su propio partido, mandó poner un espectacular alusivo a Botello diciendo “Las Barbies son para jugar… tu seguridad NO”. Y se acompañaba el texto con un clouse up de la mentada muñeca. El texto acabó por ser censurado y desapareció al poco tiempo. Salim quedó expuesto como marrano y a la postre perdió las elecciones. Se le acusaba de misoginia principalmente por el tratamiento de “juguete” a alguien que, tras la metáfora, es una mujer con derechos y dignidad como tal.

Quiero hacerme con honestidad la siguiente pregunta: ¿hay alguna diferencia en la carga misógina de aquel mensaje y la utilización del mismo mote por parte de quien ahora escribe? Quiero pensar que no, y es por eso que lo uso. Pero el querer no es suficiente. Así que me fundamento en las siguientes tres razones:

1. No se trata de un tratamiento desigual con los hombres como mujer-muñeca, puesto que, como a toda Barbie, le corresponde un Ken. Y ese está ahí siempre, es su secretario de confianza, es intachable, se peina de rayita (y probablemente le vaya al América). Hay equidad de género. Lo menciono menos, eso sí, pero porque en esta caricatura, la protagonista es ella.

2. Llamarle Barbie no representa una discriminación como mujer, sino un recordatorio de que son las mujeres a quienes alguna vez agarró de bandera (como ahora lo hace con los pobres) y les debe mucho más que una imagen estereotipada y hueca. Cuando le asigne un presupuesto digno al Instituto Municipal de la Mujer; cuando nombre mujeres capaces en su gabinete; o cuando no se salga de la sala a la hora de hablar del derecho a decidir sobre “la vida”, entonces creeré otra cosa.

3. Finalmente, creo en el sarcasmo como arma contra el poder. Ha existido siempre, y en México contamos con grandes maestros que nos han enseñado que el cartón, la caricatura o el chiste, son las mejores formas de desenmascarar a la hipocresía. En resumen, le llamo Barbie porque es la imagen de una mujer popular y populista que ha apostado por la lógica del poder que en el transcurso de la historia, han inventado los hombres.

Pero desde luego, se vale disentir. Se aceptan sugerencias.