¡Celebremos la Feria!

¡Celebremos la Feria!

Cada año nuestra ciudad se viste de gala y la festividad decembrina se extiende en un marco de luces y movimiento. La Feria de León es una de las tradiciones más arraigadas en la memoria popular pues va dirigida a su gente, sea cual fuere su nivel socioeconómico, cultural, su pasatiempo. Está ahí para darnos una probadita de la personalidad alegre del leonés, se convierte en centro de reunión de amigos de todas las edades, se convierte en el paseo familiar obligado y cada año buscamos con ojos expectantes las novedades que nos ofrecerá o los elementos que se han vuelto tradición, como espectáculo o como antojo. Vamos a pasear y encontrarnos quizás caras conocidas, vamos a los pabellones que nos ofrecen productos tradicionales o novedosos, hacemos fila o nos arremolinamos alrededor para ver los espectáculos que vienen de visita, tomamos un descanso buscando un lugar para sentarnos (cualquier borde de banqueta, escalón, etc. es bueno) y deleitarnos con un pequeño antojo de los puestos que humean y se iluminan, en ocasiones algo dulce, otras, algo frito o picosito, cada quien puede elegir.

Y los enamorados, ganando muñecos en los puestos para halagar a su novia o amiga, o buscando tomarse una foto desde las alturas en las ruedas de la fortuna, los más apasionados grabando una placa en forma de corazón para llevar cada uno su mitad. Los niños tienen muy claro para qué existe la Feria: ¡Para divertirse en grande! Y corren a los juegos con el entusiasmo de quien ve a un amigo muy querido después de mucho tiempo… y eso es lo que ha pasado en realidad, los juegos son amigos muy esperados y el reencuentro anual hace de la ocasión algo memorable.

Mi padre llevó a mi hija en varias ocasiones a la Feria. Por lo regular caminaba despacito, con el pretexto de estar viendo los diferentes puestos, mientras la niña bailaba, brincaba y giraba a su alrededor con toda la ansiedad que una chiquilla puede expresar por llegar pronto a los juegos. Él ya no estaba bien de salud y aún así la acompañó a su última Feria con la misma jovialidad que lo caracterizaba: comieron algodones de azúcar con banderillas y la vio subir conmigo a los juegos más extremos, pero al llegar a los carros chocones apareció su niño interno y se formó para entrar al juego con ella: juntos, abrazados. Nunca hubo un equipo automovilístico más perfecto. Y ya para irnos subimos a la rueda de la fortuna en plan familiar y aún conservo las fotografías que muestran su perfecta sincronía para mirar al mismo tiempo hacia un lado o al otro con los ojos llenos de una emoción que compartían en su propia burbuja, una que nadie podía penetrar y con la que se comunicaban sin hablar.

Regresando a las actividades de la Feria, está la muestra ganadera: mientras muchos van por razones obviamente comerciales, niños y familias esperan ver el espectáculo y pasear entre los animales de granja que tanto entusiasman a los más pequeños. Y ni qué decir de los famosos “gritones” vendiendo artículos del hogar con su peculiar estilo, blancos, artículos de cocina, etc. mientras las amas de casa aprovechan las ofertas del año, los hijos piden a sus padres les lleven a comprar unas gorditas de nata calientes y pan de feria.

En esta ocasión asistimos al espectáculo Evolution. Definitivamente algo digno de ver: actividades circenses y luces de todo tipo enmarcan la unión de un arte tradicional milenario: las sombras chinas, con imágenes multimedia y el fuego y la pólvora que acompañan al hombre desde hace siglos con luces láser y leds que bailan con precisión y belleza, entregándonos un tiempo de magia y sorpresa que vale la pena observar y festejar. Y así seguramente serán los otros espectáculos, a los que pienso asistir los siguientes días, incluyendo la visita de Kidzania, que espero deje mejor impresión que aquella que dejó en la pasada Expo-chiquillos, donde los niños llegaron esperanzados y se encontraron con un modulito pobremente amueblado con unas mesitas y sillas, hojas y colores.

Y bueno, ni qué hablar de la fiesta y el entusiasmo que causa el Palenque cada año. Los artistas llenan la noche de música, gritos y aplausos de emoción y la gente espera con mucha anticipación los artistas que traerán su espectáculo y se pone de acuerdo para ir con la pareja o el grupo de amigos. Pero no es el único espacio y he ahí la buena noticia: la festividad se esparce y llega al parque, foro del lago y museo en Explora. Y los otros espacios culturales en la ciudad se esmeran para generar actividades, así que la oferta aumenta y el único beneficiado es el público. Tenemos un mes lleno de movimiento y posibilidades.

La ciudad de León es un lugar lleno de tradiciones pero con muchas alternativas en el futuro, podemos disfrutar y celebrar, pero que ello nos infunda ánimo y energía para continuar un año con esfuerzo y trabajo para lograr nuestras metas y hacer de ésta la mejor ciudad para Festejar.