De poesía y con amor

"A veces cursi y rosa, a veces trágico o deprimente, puede ser platónico, idealista, físico, espiritual, alegre e infantil, tranquilo o desesperado"

De poesía y con amor

Llega el catorce de febrero, día de San Valentín, y comienza el gusanito del romanticismo en personas de todas las edades. A veces cursi y rosa, a veces trágico o deprimente, puede ser platónico, idealista, físico, espiritual, alegre e infantil, tranquilo o desesperado.

Y resulta que ahora lo vuelvo a vivir en los ojos de mi hija. Los primeros pasos y emociones que le revolotean en el estómago y el asombro en sus ojos ante el mundo que comienza a descubrir dentro de su pequeño corazón me recuerda la magia que se esconde en el primer “me gustas”, una carta mal escrita y una paleta en forma de corazón. Y a su vez recuerdo a mi mamá, cuando me entregó sus primeras “novelas rosas” y me dijo que tenía cara de estar enamorada del amor. Entre sus libros de poesía encontré la voz para muchas nuevas emociones y a su vez espero que las letras le acompañen en este camino que apenas empieza.

Y pensando en ello, recordé este escrito que hice cuando tomé una clase de poesía, cuando mi hija era más pequeña:   De cómo le expliqué la poesía a mi hija.

 “Mamá, ¿tú estudias poesía? ¿Por qué lo haces?”

Mi niña, estudio la poesía como los sabios de Judea estudiaban el Talmud, sumergiéndome en la sabiduría de las palabras para sentir un pedacito de Cielo.

Has de saber que en ella los sueños bailan la danza de la vida y un verso encierra un beso, una lágrima, una risa o una caricia.  Se saborea como una sopa calientita y te abriga y te envuelve como la cobija tejida que usamos en invierno.

Tu abuela me arrullaba con poemas y ahora la encuentro a la vuelta de una hoja en las páginas de su libro de poesía, hablándome de Dios, del amor y desamor, de las cosas cotidianas y el misterio de la vida.

La poesía es hermana del cuento, como esos que leemos por las noches, cuando viajamos a tierras lejanas y desconocidas, en un tiempo infinito donde las hadas habitan y el dragón de plata te regala la llave secreta de la felicidad.

A veces, cuando me siento cansada, la poesía me puede refrescar el alma como una brisa de mar. Otras, leo despacito, sin prisa, entendiendo cada palabra, midiendo y contando, escuchando el ritmo de la música que lleva dentro. La hago mía en ese instante y la guardo en mi corazón.

¿Entiendes ahora por qué estudio poesía?

“Si mamá, porque la poesía es Amor.”