martes. 24.06.2025
El Tiempo

Puedes ser lo que quieras, pero…

Puedes ser lo que quieras, pero…

Cuando mi madre estudiaba el sexto año de primaria –más o menos en el cambio de presidencia de Lázaro Cárdenas a Manuel Ávila Camacho– le tocó ser parte de un experimento educativo que desaparecía la educación Secundaria y el Bachillerato y pasaba a los niños directamente a su carrera profesional o técnica. Es decir, que a los once años mi mamá debía elegir la vocación de su vida. Obviamente no fue así; sus padres eligieron por ella lo mejor que pudieron. En ese entonces no había mucho de dónde elegir: las niñas y jovencitas tomarían, en caso de extender su educación, hacia el rumbo educativo, como educadoras y maestras, o hacia el comercial, como secretarias o tenedoras de libros, término antiguo para la Contabilidad.

Quizás por su no muy brillante desempeño escolar, pésima letra y reportes constantes de conducta (mi madre era líder nata y eso no era bien visto por sus profesores), mis abuelos evitaron la opción de maestra y la inscribieron para tenedora de libros. Y ajustándose a las circunstancias de su tiempo, truncaron sin querer la carrera política de una apasionada de las letras que canalizó de otras maneras sus talentos, entre ellas, transmitiendo sus pasiones a nosotros, sus hijos. “Si hubiera podido elegir, habría estudiado Ciencias Políticas y quizás hasta de Presidenta ya me habrían visto”, solía decir. Su hermana mayor tuvo un destino similar, pero en el campo de la música pues, habiendo nacido con un oído privilegiado, siguió los designios familiares y rechazó tentadoras ofertas de continuar su desarrollo en el medio artístico.

En aquellos tiempos no había muchas alternativas al respecto, ya no digamos por el hecho de ser mujer, sino también porque las opciones educativas eran limitadas y selectivas, y por las tradiciones y decisiones familiares, que constituían una razón de peso en la elección de carrera.

Vamos adelante en el tiempo. Las universidades públicas y privadas ampliaron su oferta generando una enorme variedad de opciones vocacionales para la juventud, pero aún existían limitantes: al inicio, las opciones se concentraban en las ciudades más grandes, por lo que se dio un fenómeno migratorio al que muchas familias no apoyaban, ya fuera por falta de recursos o por mantener el vínculo familiar más cercano y controlado.

Mi hermano le dijo un día a mi patriarcal bisabuelo: “Ya decidí lo que quiero estudiar; seré sociólogo.” El anciano caballero pidió interesado una explicación de tan notable carrera, nueva en aquellas épocas, a su entusiasta bisnieto. Dicha invitación mantuvo un emocionante monólogo sobre teorías sociales, autores, investigaciones, análisis de expertos y varios detalles más alrededor de una hora y media, tras lo cual, por fin el hombre habló. “Todo esto que me cuentas es muy interesante, se ve que te apasiona y que tienes el talento y las cualidades que se requieren. Sólo me queda una pregunta por hacerte ¿Y de qué piensas vivir?”

Esto es una escena que se ha repetido a lo largo de los años, con sus variantes de carrera y de los protagonistas, pero es innegable que en muchos casos dio giros en la elección por la búsqueda de la estabilidad económica, el estatus social, la tradición familiar, etc. Esto dejó de lado muchas vocaciones artísticas y culturales, pues de músico te vas a morir de hambre, la pintura es un pasatiempo, toma un trabajo de verdad, El teatro? ¿Qué no sabes lo peligroso que es ese medio? no termines como el hijo del vecino que está de vago dizque porque es artista.

Esta discriminación vocacional no ha detenido a jóvenes valientes que han salido adelante en su lucha por seguir su sueño, expresarse y compartir su talento en el camino elegido. Chicos que a pesar de las circunstancias buscan alternativas que impulsen su desarrollo, adquiriendo en muchos casos, experiencias y logros que les otorgan el reconocimiento y admiración de quienes en un principio pudieron dudar de ellos.

Jóvenes promesas en ópera, teatro, danza, música, artes plásticas, fotografía y cine, entre otros, han dejado en alto nuestra cultura a nivel internacional. Y eso dentro de esta área de desarrollo, pero igual vemos brillantes científicos e ingenieros con proyectos tecnológicos de punta, líderes comprometidos con la ecología, ayudando en el campo y buscando estrategias ecológicas por el bien del planeta, así como deportistas que brillan en competencias mundiales.

Es el momento de abrirnos al futuro y apoyar a nuestra juventud en la búsqueda de su vocación y aprovechamiento de sus múltiples inteligencias y habilidades. Seamos la frase de apoyo, la guía que abre alternativas y no la que cierra puertas. Quizá no es lo que nosotros elegiríamos, quizá no convenga a nuestros intereses o no comprendamos cual es realmente la actividad elegida, pero demos una oportunidad al futuro, y es muy probable que nos llevemos una agradable sorpresa.