viernes. 07.02.2025
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¿Elecciones competitivas en Guanajuato?

"Podemos pensar que el no votar es una muestra de rechazo al sistema, pero con ello sólo lo perpetuamos"

¿Elecciones competitivas en Guanajuato?

Primero, ¿Qué elementos son necesarios para considerar dentro de nuestro sistema democrático a una contienda electoral como razonablemente competitiva?

En principio, el sistema político será competitivo cuando el régimen jurídico permita que se desarrollen las elecciones en condiciones de libertad, igualdad, pluralismo y, en general, donde se garantice el respeto de los derechos políticos; por otro lado, la competitividad en los comicios –según menciona el politólogo alemán Dieter Nohlen- se refiere al grado en que las elecciones son o no reñidas.

La competitividad puede disminuir a consecuencia de fenómenos  de coyuntura política, circunstancias y eventos transitorios, en cierto momento y lugar; por ejemplo, cuando a la contienda se presenta un solo candidato o fórmula o cuando, pese a existir plena libertad de acción de los diferentes partidos políticos, uno de ellos ha crecido, se ha hecho tan dominante y gracias al ejercicio prolongado del poder y ayudado del propio aparato de gobierno puede reducir a su mínima expresión a los demás contendientes políticos, gestando de esta suerte, escenarios improbables de alternancia.

Este último caso de laboratorio suena a Guanajuato, entidad federativa gobernada ininterrumpidamente por el Partido Acción Nacional desde fines del siglo pasado. En la clasificación de Giovanni Sartori, estaríamos en presencia de un partido predominante.[1]

El pasado 7 de junio el PAN obtuvo el triunfo en 26 de 46 alcaldías y tendrá 19 diputados al Congreso Local de 36, lo cual representa una mayoría absoluta (50 por ciento más 1), lo cual no es cosa menor. El partido del gobernador podrá aprobar leyes, decretos y emitir importantes nombramientos sin la anuencia ni necesidad de cabildeo y negociación con la oposición, lo que es preocupante en tema de representación política, de pluralismo legislativo y de la sana deliberación y debate parlamentario, alimentado principalmente por el disenso.

En otro orden de ideas, los comicios federales en el estado para elegir diputados al Congreso de la Unión, al parecer siguieron reglas un poco distintas, pese a tratarse del mismo territorio y de la misma realidad sociopolítica.

Las elecciones en los 14 distritos federales fueron relativamente competitivas, es decir, más reñidas; 9 distritos para el PAN, 5 para la coalición PRI-PVEM. A primera vista tal vez esto no suene muy competitivo, pero al analizar los resultados electorales, nos damos cuenta de que las diferencias de votación entre el primero y segundo lugar, fueron razonables: en 7 de 14 distritos, la diferencia no pudo alcanzar ni los 5 puntos porcentuales.

El PAN obtuvo dos victorias con diferencias pequeñas: poco menos de 3 mil votos en el distrito XIII (2.27%) y tan sólo 115 votos en el distrito XIV (0.1%).[2]  Por otro lado, la media se disparó  en los tres distritos federales de León,  alcanzando la ventaja con más de 20 puntos porcentuales encima de la oposición, tema particular que merece su propio análisis, a fin de conocer las razones que provocaron resultados con semejantes desproporciones.

Por ello me refiero a una competitividad relativa en lo federal, ya que comparada con el ámbito local, la balanza parece menos inclinada.

Asimismo, el statu quo de un partido predominante se mantiene, acompañado de diversos factores por el alto grado de abstencionismo electoral, lo cual permite en gran medida el libre desarrollo de redes clientelares y corporativistas por parte y a servicio del color en el poder –si no votamos, o si anulamos nuestro voto, el único beneficiado es el partido gobernante.

Cabe mencionar que en Guanajuato sufragaron para la elección federal 1 millón 800 mil ciudadanos, de 3 millones 900 mil que componen la lista nominal: la participación ciudadana del 7 de junio representó menos del 47% de los que poseen el derecho a decidir.

El evidente desaliento y hartazgo generalizado hacia los partidos, los actores, la clase política y hacia el quehacer político mismo, la desconfianza en las instituciones, así como la enorme brecha existente entre gobernado y gobernante, son algunas de las causas que desincentivan y enervan la intervención del ciudadano en los procesos democráticos.  

Los órganos electorales y todos los actores políticos tienen el deber de incitar la participación electoral de los ciudadanos, concientizar sobre las funciones del voto y sobre las consecuencias de no hacerlo; los partidos necesitan mejorar su oferta y no fiarse sólo de su voto duro y de sus estructuras.

De igual manera se han planteado medidas más drásticas para combatir el abstencionismo, como la de instaurar como obligatoria la emisión del voto, con el avenimiento de consecuencias seudopunitivas a quien no sufrague; nuestra Ley Suprema establece el voto como derecho y obligación a la vez, aunque esta última sin sanción. En Argentina el no votar sin causa justificada se sanciona con multa, y de no cubrirla, el infractor no puede realizar algunos trámites administrativos ante órganos públicos, en el caso de Bolivia que la abstención, además de ser sancionada con multa, si ésta no es pagada se convierte en arresto.

Estoy segura de la apremiante necesidad de que nos hagamos conscientes del deber que tenemos como ciudadanos de participar, pues al votar contribuimos a la formación de la voluntad del Estado y al buen funcionamiento del mismo, ¿Acaso requerimos una norma imperativa que nos obligue a votar? ¿Podemos exigir autoridades responsables cuándo nosotros no somos ciudadanos responsables? Ejerzamos nuestros derechos, participemos, expresemos y señalemos. Podemos pensar que el no votar es una muestra de rechazo al sistema, pero con ello sólo lo perpetuamos.

 

[1] En el Sistema de Partido Predominante, la existencia de partidos distintos del principal está claramente permitida, existen como entidades legales y legítimas, los partidos menores son antagonistas independientes del partido predominante, aunque en la práctica no son competidores eficaces; es sumamente difícil que exista rotación o alternancia en el poder, el partido predominante gobierna solo, posee mayorías absolutas en los órganos legislativos.

[2] Instituto Nacional Electoral, Cómputos Distritales para la Elección de Diputados Federales 2015, estado de Guanajuato.