viernes. 19.04.2024
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Itzcóatl, el primer priista

Itzcóatl, el primer priista

Hace unos meses escribí un tuit que decía: “México es lo que es, gracias a su raíz indígena”. El tuit no obtuvo ni un solo me gusta ni mucho menos algún retuit. Entendí entonces que era necesaria una explicación más amplia, explicación que me gustaría dar ahora.

Itzcóatl fue el cuarto huey tlatoani de Tenochtitlan (1427-1440). Con él comenzó la hegemonía del Imperio Mexica gracias a sus habilidades como estadista. Itzcóatl, por medio de una intrincada red de favores y contrafavores, logró crear la famosa Triple Alianza, compuesta por Texcoco, Tenochtitlán y Tacuba. Estos tres pueblos, aliados, vencieron al entonces pueblo hegemónico en el valle: los Tepanecas de Atzcapotzalco.

Tal parece que Itzcoátl era un hábil negociador. Descubría los intereses de sus interlocutores y forjaba alianzas que beneficiaran a ambos. Como buen estadista, sabía hacer favores y, sobre todo, cobrarlos.

Derrotado Atzcapotzalco, se dio a la tarea de consolidar su poder. Primero, repartió tierras entre los nobles mexicas que le ayudaron a derrotar a los Tepanecas. Después, dio un golpe de propaganda totalitario: destruyó todos los documentos que hablaran de la historia de los otros pueblos del Valle de México y los reemplazó por una historia favorable a Tenochtitlan.

Conquistó también a los demás pueblos de la región que se encontraban bajo dominio Tepaneca. Sin embargo, Itzcóatl no siguió la estrategia de estos últimos: en vez de deponer o asesinar a sus caciques, llegó a acuerdos con ellos, acuerdos que sin duda beneficiaban a Tenochtitlan, pero que resultaban tolerables para los conquistados. Así, aseguró que esas provincias no dejar de producir.

Itzcóatl se caracterizó por su inteligencia práctica, por su realismo y por su amplitud de miras.

Mi teoría es que esa inteligencia práctica atraviesa la historia de nuestro país hasta nuestros días. Es un genio típicamente indígena, no europeo (de ahí el tuit fracasado). Las personas con una mentalidad europea no logran entenderla. Si miramos la historia de México, nos daremos cuenta de que los hombres que más han influido en él son indígenas, me refiero sobre todo a Benito Juárez y a Porfirio Díaz. Ellos sí entendieron cabalmente el corazón de México.

Cuando a México se le ha querido imponer una visión europea de sí mismo, siempre ha habido convulsiones. Los mexicanos fingen someterse, pero en el fondo nunca abandonan su alma indígena, su cosmovisión y su forma propia de entender la vida.

Mario Vargas Llosa agudamente llamó al PRI “la dictadura perfecta” (puede verse en YouTube el video). El PRI es el partido que ha logrado crear una dictadura estableciendo alianzas mutuamente provechosas con intelectuales, periodistas, partidos de presunta oposición, fábricas de papel, etc. Los comentadores —desde esquemas europeos— no se cansan de llamarlos ignorantes e incompetentes; sin embargo, para nuestra sorpresa, los vemos afianzarse una y otra vez en el poder. Justo como Itzcóatl.

De hecho, los políticos que en su momento se presentaron como una alternativa al PRI, tarde o temprano se enfrentan a la disyuntiva de seguir con sus rígidos esquemas o aplicar el arte —antes mexica, ahora priista— de hacer alianzas.

Con lo anterior no quiero decir que el PRI no haya hecho daño a nuestro país. Eso nunca. Lo que quiero decir son dos cosas: en primer lugar, que México, a pesar de las apariencias, no es un país europeo y, en segundo, que hay en nuestra herencia indígena una sabiduría para gobernar poseída por pocos pueblos de la que podemos sentirnos orgullosos.

El arte de las alianzas hasta ahora ha estado regido por el interés personal, la avaricia y una sed desmedida de poder. ¡Cuánto bien podrá hacer el día que se utilice para ayudar al país!

Enrique Peña Nieto no es el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. En realidad, debajo de esa corbata y pulcro traje se esconde simple y sencillamente nuestro último huey tlatoani.