viernes. 19.04.2024
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Medio ambiente y salud • Revitalización de las lenguas originarias en el Noreste de Guanajuato • Maricruz Romero Ugalde

“…en sus familias los abuelos sí se comunicaban en hñähñu, pero los hispanohablantes «murmuraban» o les llamaban «la indiada»…”

Medio ambiente y salud • Revitalización de las lenguas originarias en el Noreste de Guanajuato • Maricruz Romero Ugalde

El pasado 12 de agosto de 2022 arrancó, financiado por el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), el proyecto “Rescate y difusión de la lengua chichimeca-jonáz y otomí en las comunidades de la región Noreste de Guanajuato”, a la usanza de las culturas de los pueblos originarios hñähñu é’za’r, más conocidos como otomí y chichimeco jonáz, respectivamente, como fueron denominados por los españoles como resultado de la conquista. 

En la escuela primaria Miguel Hidalgo de Cieneguilla, municipio de Tierra Blanca, Guanajuato se dieron cita personas con raíces hñähñu,  é’za’r (chichimeco jonas) y mestizas/os interesadas/os en conocer, aprender, utilizar y/o promover la revitalización del uso de estos idiomas que están en riesgo o en proceso de extinción. 

El evento fue una combinación de ceremonia ritual y protocolaria. siguiendo el protocolo de la región, después de registrarse compartiendo datos personales se ofrecía desayuno: atole blanco, pan de cuelga,[1]fruta, agua. La cita fue a las 10 de la mañana; la ceremonia empezó alrededor de las 11 con el “pedimento”, es decir, el pedir permiso a los “elementales”: tierra, agua, viento y fuego con un ritual compartido. Primero la “mayordomía infantil” con alumnos de la primaria, vestidos a la usanza de antaño: Las niñas con faldas circulares floreadas, blusas bordadas y quisquemetl de lana con líneas café y blancas, huaraches y hermosas trenzas adornadas de listones. Los niños con pantalón tipo calzón largo y camisa blanca, con un paliacate rojo al cuello, pidieron permiso utilizando los signos que las mayordomías con las que las y los adultos se organizan para celebrar las fiestas de los santos en las zonas.[2] Los elementales estaban presentes: el fuego en el sahumador avivó el aroma del copal que envolvió la cancha techada donde se realizó la actividad; una pequeña nube movida por el viento daba cuenta de cómo se esparcía ese olor que limpia. Al unísono se marcaba una cruz en el suelo con flores, una vela acompañaba la “alcancía” como se nombra al recuadro donde se ubica la imagen del santo, en este caso la Virgen de Guadalupe, “La cocinerita”, quien estaba acompañada de la música de “Tunditos”, niños que reproducen los sonidos tradicionales tocando una flauta de carrizo y un tambor. Estos pequeños estaban respaldados por los músicos tradicionales, quienes junto con ellos interpretaban la música para pedir el permiso e iniciar el evento. Inmediatamente después, Regino Mata, hablante de é’za’r, acompañado de su hija y su nieta, hicieron también el ritual de permiso como lo acostumbran en su cultura. Igual marcan con el sahumador los cuatro puntos, esta vez con un fragmento de madera labrada, luego un rezo en é’za’r  y español, para al final dar un grito de guerra —para liberar y limpiar el espacio, dijo el también médico tradicional de esa cultura. 

Músicos tradicionales de 'tunditos' en Tierra Blanca - Foto, Maricruz Romero Ugalde
Músicos tradicionales de 'tunditos' en Tierra Blanca - Foto, Maricruz Romero Ugalde

Fue una fiesta a la palabra escuchar las experiencias de Don Atanasio Ramírez, oriundo de Cañada de Juanica, con 94 años, cuando narró cómo acompañó a la gente a finales de la década de 1940, para escoger el terreno en que se instalaría la primaria donde estábamos. Por aquella época se había iniciado la alfabetización, a cargo de las madres, en un cuartito al lado de la iglesia de San Ildefonso. Ahora, en la sesión, también estaban presentes y compartieron cómo les tocó ver los procesos de discriminación que la población hñähñu sufría.  Luego el joven maestro Thu’bini Mäst’oho (Arturo García García), profesor de hñähñu, motivó a la reflexión sobre ¿Cuál es nuestra postura en relación con las lenguas originarias?  Para ello, estimulaba con preguntas la participación del público. ¿Por qué se estaba perdiendo el uso de las lenguas de la zona? Algunos mencionaron que en sus familias los abuelos sí se comunicaban en hñähñu, pero los hispanohablantes “murmuraban” o les llamaban “la indiada”, y eso les hacía sentir incómodos, por lo que decidieron no trasmitirlo a sus hijas/os. Ahora, con la presencia de niñas/os, jóvenes, adultas/os, abuelas/os, se abre la oportunidad para que las poblaciones de las comunidades de El Progreso, Cano de San Isidro, Arroyo Seco, Cieneguilla en el municipio de Tierra Blanca; Misión de Arnedo en Municipio de Victoria, y en Misión de Chichimecas y San Ignacio  en el Municipio de San Luis de la Paz, región Noreste del Estado de Guanajuato, asistan a los talleres que se ofrecerán como parte del proyecto, para así revitalizar el uso de los idiomas de la zona. 

La ceremonia del ‘pedimiento’ en Tierra Blanca - Foto, Maricruz Romero Ugalde
La ceremonia del ‘pedimiento’ en Tierra Blanca - Foto, Maricruz Romero Ugalde

Antes de cerrar con música y décimas a cargo de Gabriel de Dios Figueroa y Néstor Vargas Rivas, las autoridades del INPI presentes: Felipe Reyes Hernández, titular de la oficina de representación en Querétaro y Carmen Álvarez, encargada del programa de Educación Indígena en oficinas centrales, informaron sobre la política pública y sus alcances en la zona. El coordinador del Centro en Guanajuato, León Rodríguez García, explicó el sentido de la ritualidad del evento y motivó a toda la concurrencia para seguir colaborando. 

La música con instrumentos prehispánicos como el caracol, el caparazón de las tortugas, flautas o tambores, así como el sonido de la percusión de piedras, antecedió a los versos de Néstor Vargas Rivas, oriundo de El Toro, Atarjea, de los que con su autorización sólo reproduzco un pequeño fragmento: 

                   No olvidemos nuestra lengua, 
                   Nuestra manera de hablar, 
                   Eso es ser, eso es estar
                   Haciéndole al mundo tregua
                   Pongámosle alto a esa mengua
                   De todos nuestros saberes, 
                   Y como gente y seres
                   Del ritual y del respeto
                   Pongámosle el sentimiento 
                   Tanto hombres y mujeres

Compartiendo los alimentos se cerró el evento, no sin antes anunciar que los días 23 y 24 de agosto se celebrará la conmemoración del 470 aniversario del acuerdo entre guamares y hñähñu de Cruz del Palmar, San Miguel de Allende, en la comunidad de San Ignacio, en el municipio de San Luis de la Paz. 

Estaremos compartiendo los avances del proyecto. Las/los invitamos a aprender alguna de las 68 lenguas nacionales, ahora por internet hay varias opciones. Quienes vivan en los municipios de Tierra Blanca, Victoria y San Luis de la Paz, busquen los talleres y vivamos cómo con palabras se nombra el mundo en el que vivimos. Junt@s es mejor. 

***
La autora es etnóloga, profesora de la Universidad de Guanajuato adscrita al Departamento de Estudios Sociales, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Campus León e integrante del Cuerpo Académico: Agua, Energía y Cambio climático.

 

[1] Es un pan especial que se bendice y distribuye en compañía de “los pajaritos” como un acto de don. Es decir: ‘te lo regalo y al aceptar, ahora te comprometes a devolver, ya sea tu acompañamiento o lo que decidas, para sellar la relación de ida y vuelta’. “Los pajaritos” son figuras de azúcar glass colocados en varitas de carrizo “labradas”, es decir, pulidas para que sean lisas; antes el sabor ácido se lograba utilizando el camote de las orquídeas nacidas en los encinos que localmente llaman “lirios”, ahora que han escaseado, para proteger las flores, la gente utiliza limón en la preparación de los pajaritos. Especialistas locales que se dedican a la producción de este adorno —“la cuelga” que se coloca en el pan– porque en una ceremonia, ya sea de pedimento o mayordomía, se llegan a utilizar más de mil. 

[2] Véase el libro de Jorge Uzeta, El camino de los santos, publicado por el Colegio de Michoacán en 2004.