¿Para qué un debate? ¿Quién gana y quién pierde? ¿Satisface el conocimiento o es más para el morbo? ¿El debate es para saber quién es la mejor opción o para identificar quien tiene menos muertos en el armario? ¿Quién se luce?

Un dato que sale de los manuales de comunicación política, y que se antoja interesante por la coyuntura: el 26 de septiembre de 1960, los candidatos Richard Nixon y John F. Kennedy protagonizaron el primer debate televisivo de la historia.

Nixon, fiel a su estilo, rechazó cualquier parafernalia. Vistió en traje a dos piezas color gris Oxford. No quiso maquillaje, tampoco quiso que le matizaran las cejas tan pobladas y, menos, aceptó un poco de brillantina en el cabello.

En cambio, Kennedy lució un color dorado de piel por sus días en la playa de Malibú. Todavía por la mañana tomó un poco de sol que le hizo un contraste con su traje pulcro negro y el color moreno de su piel.

Las mediciones fueron que unos 70 millones de personas siguieron el debate por la televisión. ¿Quién ganó? En televisión sin duda que fue Kennedy, pero quienes siguieron lo siguieron por radio consideraron que Nixon tenían más propuestas.

A partir de ese momento y hasta el debate de Barak Obama y Mitt Rommey, las técnicas de comunicación y de lenguaje corporal se han vuelto muy importantes para los equipos de campaña. Hoy los materiales didácticos para lanzarse acusaciones mutuas entre los candidatos, son fundamentales y preponderantes.

Este miércoles se realizó el primer debate de la temporada en México. Fue el llamado #DebateChilango, que sumó tanto la transmisión de televisión como las plataformas digitales, convocando así a la audiencia a una comunicación atípica. Las mediciones del departamento data de Platino News revelan que se produjeron memes a una velocidad de 3 por cada 5 segundos. Casi un meme por segundo.

En el primer debate mexicano al que se le asigna un hashtag, la candidata al gobierno capitalino Claudia Sheinbaum habría ganado aunque, según la empresa Massive Caller, ello ocurrió porque acaparó casi 41% de las menciones, no porque su propuesta haya sido la mejor.

En otros aires, Instituto Electoral del Estado de Guanajuato dispuso el próximo 28 de mayo para que los cinco candidatos al Gobierno de Guanajuato realicen su debate ante la audiencia.

Un debate que será ganado por quien grite más, el de mejor discurso, el más guapo, la más perspicaz, el más histriónico, el enojado… ¿Quién?

Falta que las autoridades electorales digan cómo será el formato de este debate. Ya en las presidenciales, donde este domingo se dará el primer ejercicio,  hay tres formatos que incluirán preguntas de la ciudadanía por redes sociales.

Falta ver si en Guanajuato da lo mismo que se revisen los debates del 2000, 2006 y 2012 para sólo cambiar los personajes en el podio o, si en efecto, existirá un formato diferente, que permita a los ciudadanos conocer propuestas de verdad, y no sólo aquellos razonamientos que nos enojen más, sobre quién o quiénes son más corruptos que otros.

¿Quién será Nixon, quién será Kennedy? ¿Quién hará equipo con otos para golpear al puntero? ¿Éste aceptará subirse al ring? ¿En verdad habrá propuestas?

Todavía falta mucho para ese primer debate pero, si tomamos en cuenta los que seguirán con candidatos a diputados y alcaldes, parecen previsibles, más que confrontaciones de propuestas, un círculo infinito de expresiones sobre por qué no se debe votar por unos u otros.

Las bombas y dados cargados con temas de corrupción no sólo dan en el blanco; manchan a la sociedad, cuya decepción y molestia puede imponerse al interés por votar a quienes sólo se burlan de la ciudadanía. Esas bombas de acusaciones generan, sin lugar a dudas, una sociedad cada vez más apática. Candidatos: si van a acusar más que a proponer, luego no pregunten quién fomentó la abstención. Así las cosas.

El autor es periodista que ha publicado en la prensa local, nacional y extranjera. Es analista político y editor en el portal Platino News, Noticias para la Nueva Generación.

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